domingo, 13 de junio de 2010

LAS CONSECUENCIAS


Enrique Bunbury nos tiene acostumbrados a los cambios. Cuando uno piensa que ya le agarró el ritmo y encontró el modus operandi, el cantante español sorprende con algún as bajo la manga. “Las Consecuencias” no es la excepción, pues se sacude de todo lo que había hecho anteriormente y nos entrega una placa que recrea un halo de oscuridad, intimista y sin sobreproducciones en lo musical.

Esto llama más la atención aún si tomamos como referencia a “Hellville de Luxe”, su placa anterior editada en 2008. Aquí Bunbury no sólo guiñaba al rock, sino que se hacía parte de él con extrema facilidad. En cambio, “Las Consecuencias” debe ser algo de lo más oscuro editado por el artista de Zaragoza, en una especie de polo opuesto a “Hellville”, irradiando otro tipo de energía, menos luminosa y más reflexiva, en un camino completamente distinto.

También hay un intento de ser minimalista, de no sobreproducir el álbum y en ese sentido se logra el objetivo. Hay una importante gama de elementos: voces, cuerdas, coros, armónicas, pero son trabajados de tal forma que no se roban la atención que, en este caso, recae íntegramente en la voz y el tono dramático de Bunbury. ‘Las consecuencias (asustar un poco)’ repasa todos los elementos antes expuestos. Es un tema bellísimo directo a clavarse como un nuevo clásico del cantante. ‘Ella me dijo que no’ repite la fórmula en plan delicado y armónico.

Ése es el tenor de las canciones de la placa. Mucha melodía, temas lentos y la voz que se apodera de todo. ‘El boxeador’ llena de cadencia el álbum y el cover de ‘Frente a frente’ (un tema de Jeannette, que de seguro escuchaste por algún lugar) incluye una sugerente voz femenina en otro de los puntos interesantes de la placa. ’21 de octubre’ y ‘Lo que más te gustó de mí’, bajan los decibeles al máximo y con ello la atención. Pero por suerte ‘Los habitantes’ tiene un groove envidiable de entrada y destaca como uno de los mejores temas del álbum.

La excelente ‘Es hora de hablar’ está llena de una contenida intensidad, mientras que ‘De todo el mundo’ es una balada de tomo y lomo. El cierre con ‘Nunca se convence del todo a nadie con nada’ (canción que ya conocíamos del cantante) corona el color de este álbum con aires melancólicos y un relato que suena íntimo y personal, pero a la vez desperdigando fuerza con la palabra precisa en el momento exacto.

Ya lo decía, este disco es completamente opuesto a su antecesor e incluso es difícil homologarlo a piezas antiguas de Bunbury. De todas formas, el ex Héroes del Silencio sigue demostrando su talento en la composición, pues esta vez no necesita de muchos artilugios para despacharse un álbum más que correcto, con un grupo de muy buenas canciones y que, aunque no está a la altura de sus mejores trabajos (“Flamingo” o “El viaje a ninguna parte” se vienen a la mente de inmediato), abre la expectativa por seguir viendo las continuas reinvenciones del artistas español. Buen trabajo.

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