miércoles, 21 de julio de 2010
SOBRE LA MILITANCIA REVOLUCIONARIA
El militante revolucionario es el individuo capaz por si mismo de llevar a término la acción en su sector de lucha particular. Es autosuficiente a nivel de conciencia de clase como para llevar adelante por si mismo un proceso de concienciación en el sector en que se mueve. Es autosuficiente a nivel de contactos y posibilidades de coordinación e intercambio de experiencias y esfuerzos concretos con toda clase de camaradas.
Estamos convencidos de que un auténtico militante revolucionario no tiene otras relaciones auténticas en cuanto tal que las que como individuo luchador y autosuficiente establece con la lucha de masas y su horizonte revolucionario. Esta relación entre la autodisciplina personal del militante revolucionario y la autonomía insustituible de las masas y de su lucha es una relación dialéctica que saca partido de la espontaneidad sin caer por ello en el espontaneismo, que niega tal espontaneismo desde el momento en que no se afirma como acción consciente y decidida del militante revolucionario para hacer pasar la espontaneidad de las masas del estadio espontáneo (que jamás superará el tradeunionismo y el enfoque pequeño-burgués de la política) al estadio de conciencia, organización y lucha, tres aspectos inseparables de un solo proceso.
Tal negación del espontaneismo y tal afirmación de la organización no deben ser entendidos, sin embargo, como la promoción de un nuevo grupúsculo sino sólo como la afirmación de la necesidad evidente de la coordinación sólida y del trabajo serio y responsable de los militantes revolucionarios, coordinación que debe respetar al máximo tanto la autonomía de los individuos revolucionarios como la indispensable autonomía de la lucha de las masas.
El chovinismo de grupo, por atenuado que sea, levanta una barrera entre los militantes revolucionarios y las masas y es por ello que el proceso de escisiones iniciado últimamente y el fenómeno grupuscular va a acentuarse cuantitativamente con una progresiva pérdida de fuerza: los militantes revolucionarios no se hayan a gusto aislados en sus grupúsculos y con una acción que ellos saben insuficiente viendo que con el paso del tiempo se aumentan las distancias entre sus aspiraciones y las realidades, entre un verbalismo revolucionario extremadamente rico y una práctica revolucionaria extraordinariamente pobre. La razón de la esterilidad en su acción de los militantes revolucionarios estriba en la barrera que sus grupúsculos respectivos establecen por su mera existencia entre ellos y la lucha autónoma de las masas, es decir este aislamiento involuntario pero real que puede provocar incluso, debido a esta conciencia trágica que abunda en los grupúsculos, una política práctica irracionalista en nombre del marxismo (voluntarismos, activismos y toda clase de simplificaciones anti-dialécticas).
En la medida en que los militantes revolucionarios se decidan a ser ellos mismos, en que puedan unirse a las masas sin mediaciones ni equívocos sectario-oportunistas, en que puedan llevar una acción unida, se decidan en definitiva a desencadenar la crítica de la ideología en general y del espíritu de grupo en particular, podrá abrirse una nueva fase del proceso revolucionario en curso, proceso que es efectivamente único y el mismo para todos los militantes revolucionarios de la procedencia que sean así como para ellos y las masas. No se trata de constituir una “vanguardia” en el sentido de decir que quienes adopten esta actitud van a estar al frente de las masas el día que tal estallido revolucionario, fruto de un largo y sigsagueante proceso, se desencadene: se trata únicamente de cubrir el momento histórico presente del proceso revolucionario en curso, acelerando sus ritmos.
El objetivo inmediato que tienen planteado los militantes revolucionarios es el avance en número, en calidad y en eficacia de dichos cuadros revolucionarios, dialécticamente vinculado al avance del nivel de conciencia existente en el seno de la clase. Tales tácticas concretas han de estar en permanente revisión y autocrítica, plantearse desde el punto de vista de la totalidad, pero teniendo en cuenta que las condiciones objetivas y subjetivas que cada momento y lugar ofrecen siguen un desarrollo desigual. Se combinará la táctica legal y la ilegal: esta última abarcará desde el nivel de agitación-sensibilización-propaganda y el nivel de seminarios hasta el propiamente político, etc.
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