viernes, 27 de agosto de 2010
EL CAPITALISMO TAL CUAL ES
33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en el norte. 15 procesados por el denominado “caso bombas”. Más de 30 presos políticos Mapuche en huelga de hambre.
Y para mantener el orden, este sistema capitalista, apoyándose en su órgano político en que consiste el Estado, precisa contener cualquier atisbo de cuestionamiento, de resistencia y/o potencial combate al mismo. Es por ello que, al no tener manera de encontrar culpables por los diversos atentados a inmobiliaria privada (principalmente cajeros automáticos), que han dado lugar al manoseado “caso bombas”, éste elabora un absurdo montaje que criminaliza a personas por su identidad socio-política (anarquistas y agitadores sociales), entregando argumentos y “evidencia” que sólo la más estúpida y febril “mente” de un fiscal puede imaginar.
Pero es que los mandamases necesitaban urgentemente de culpables; precisaban públicamente mostrarse
utilizando para ello la camarilla de periodistas serviles que conforman la gran parte de la prensa chilena (escrita, TV y radio)- como los guardianes del orden ciudadano y democrático (mismo orden, volvamos a insistir, que mantiene a 33 hermanos de clase sepultados bajo 700 metros).
Ante esta contundentemente clara ofensiva capitalista, ante esta demoledora cotidianidad de explotación impune en el trabajo alienante, nosotros/as, como clase explotada, no hemos podido sin embargo articular una respuesta efectiva.
El conjunto del pueblo explotado y oprimido se halla superficialmente impregnado de ideología dominante (egoísta, individualista, competitivo con sus iguales, atemorizado, etc.), atomizado y en gran medida indiferente a todo, cuando no sea porque los medios oficiales le ordenan lo contrario (principalmente, ante alguna tragedia de la cual éstos buscan sacar provecho, mostrándose en lo posible algo “humanos”, por ejemplo interrumpiendo la programación de sus matinales con algún contacto de sus corresponsales en el norte, simulando sus conductores caras de sincero afligimiento, para pasar en pocos segundos a indicarnos, con la más amplia sonrisa, las bondades del producto que sus patrocinadores quieren vendernos; O para hacer “cruzadas” que reducen a caridad los retazos de solidaridad que el pueblo tiene, como en las soporíferas y a la vez histéricas teletones).
¿Nos debemos entonces tragar nuestra impotencia? ¿Debemos sucumbir ante los “hechos”? ¿Encerrarnos en una hedonista seudo-libertad individual que el sistema puede, en algunos casos, ofrecer (volcarse por entero en la familia, en la casa, el auto y en el sueño de una vejez a bordo de cruceros por el mundo), unirse al coro del reformismo lastimero o depositar nuestra fe en quizá que líder político, espiritual o del más allá? ¿Criticar desde algún oscuro rincón con la ira de quien se convence de que nada se puede hacer? ¿Nos sumamos al gran rebaño de la masa alienada? Creemos que no. Sabemos que no.
Ya lo demostraron los hechos tras el terremoto en ciudades de la octava región: la idealización de ciudadanos completamente apegados a la legalidad se les desmoronó por todas partes cuando la población en masa saqueó todo gran centro comercial. Ese ciudadano que semanas antes había acudido a votar ordenadamente por Piñera, dando un “ejemplo internacional de comportamiento democrático”, de un momento a otro se encontraba rompiendo vitrinas y cargando cuanto pudiera. Por supuesto, aquello no es un fenómeno que podamos leer como una conciente revuelta proletaria. Aún en esos actos la ideología dominante se expresa. Pero no hay tal ciudadano-consumidor *completamente* sumiso. Se puede constatar un auge de movilizaciones populares, el desarrollo de luchas parciales de variados sectores, que comienzan a asustar a la clase dirigente. Nuestra confianza en un cambio radical de este sistema está en el desarrollo integral de estas luchas.
Contra la represión directa hacia hermanos de clase, debemos manifestar nuestra más clara solidaridad revolucionaria, entendida esta dentro de la acción integral que dará paso a la construcción comunista revolucionaria, al enfrentamiento directo contra el capital/estado y sus servidores. No hay accidentes laborales. Es terrorismo empresarial. Ellos son los terroristas, quienes hacen del terror una constante en nuestras sociedades. Pero estos terroristas comienzan a aterrorizarse. Démosles más motivos para ello.
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