domingo, 1 de agosto de 2010

KORN III: REMEMBER WHO YOU ARE


La decisión de Korn de volver a sus raíces no pudo ser más acertada. Mientras se puede considerar como el movimiento necesario y casi urgente para la banda para mantenerse en actividad, también se puede tomar como un acto de sinceridad hacia ellos mismos. A diferencia del otro gran bullado retorno a las raíces, “Death Magnetic” de Metallica, que con el ingreso de Rick Rubin en las perillas ya se podía tomar como un intento forzado de refresco; lo de los de Bakersfield es un intento de aceptación de su identidad, como una catarsis.

Quizás el factor que ha perjudicado mayormente a la carrera de Korn sea su mismo éxito como cabecillas del nu metal y, peor aún, de una moda que hastió al público y a los medios. Pocos siguieron al pie del cañón, y entre los esfuerzos por tratar de mantenerse con vida todavía siendo interesantes, desfilaron por calificativos como “lo cool” y “lo melódico” (léase, unplugged), con dispares resultados. Tuvieron que convencerse del hecho que ellos eran cool, que si tanto habían remecido al ambiente musical, cómo no lo podían seguir siendo con más experimentaciones. El caso es que ellos, en verdad, vienen de la fealdad. Del trauma. Del grito desgarrador y las burlas en el colegio.

Pese a que eso suena como un cliché autoimpuesto y sobreexpuesto, es la mejor herramienta que Korn posee para vomitar su música. Y no hay mejor maestro de ceremonia que Ross Robinson, quien estuvo a cargo de sus dos primeros discos, parte del más destacado trabajo de los californianos. Por eso el título no es el recordar quién eras, sino el quien eres, enrollado y todo. La historia comienza con una introducción, ‘Uber-Time’, que invoca al Radiohead de “OK Computer”, o sea, la cosa se viene en serio.

La sesión continúa con ‘Oildale (Leave Me Alone)’, un verdadero mazazo tanto en el registro como en su versión en vivo, como podemos recordar en su última venida a Sudamérica. Esta es la apertura a sus memorias, al volver al lugar donde crecieron y también a la crudeza del sonido que forjaron en sus primeros días, pero no porque ahora hayan pasado casi 15 años va a dejar de ser menos real.

‘Pop a Pill’ debe ser una de los más logrados complementos rítmicos que haya publicado Korn, que crea, al mismo tiempo, una tensión y un coqueteo con el pop que tan solo ellos podrían concebir. Se respira del tanque de oxígeno de Davis la paranoia latente, mientras llama a sus seguidores a unirse a su comparsa en el falsete “I can’t live without you today”, con una pizca de ‘Thoughtless’. “You today… you today”.

‘Move On’ es de esos que hubiesen servido como el llamado al mosh en fiesta aggro, comienza prometedor, pero al igual que el track anterior, pierden algo de la energía que imponen en las dos primeras canciones. Eso sí, el concepto se mantiene firme, la memoria no traiciona. Davis, hacia el final, expele dolor.

Por su parte, ‘The Past’ e incluso ‘Never Around’ pueden que sean las canciones más personales de Davis en este álbum. Más que en cualquier otro tema, su voz se oye cristalina, tiene que emitir un mensaje y debe ser entendido. Quiere expulsar a sus demonios de una vez por todas. “¿Puedes ver el dolor en mis ojos? No puedo vivir con tus mentiras otra vez”; “las mentiras, el engaño, las infernales noches que pasé solo…”. Debe ser por eso que la instrumentación queda casi relevada y funciona más como un acompañamiento a las letras del vocalista. Para el intermedio de ‘Never Around’, la confesión se transforma en pesadilla y en un escape para la locura. Hasta se burla del “Love is in the air”, sentenciando “hate is all around”.

Si “Remember Who You Are” no ha conseguido el éxito de discos predecesores, no se debe a una medida proporcional a la calidad de esta producción. Porque mientras algunos disfrutan del ridículo que las figurillas hacen en la tele, con una fama efímera, o rinden culto a la apariencia, Korn está ahí para recordar (se) que son la contraparte, que lo horrible, lo disonante de sus creaciones, no desaparece aunque traten de esconderlo. No es solo el regreso a los inicios de Korn, sino también un desapego a sus temores. La precisión y la agudeza abundan en este nuevo trabajo de los americanos, y, para los fans de la vieja escuela, seguramente, será más que un gusto oír a la banda en tal forma.




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