miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL ODIO A LA PRENSA NO ES GRATUITO


Este sábado 11 de septiembre se realizo la romería al cementerio general, en conmemoración a los caídos después del golpe de estado de 1973. Lo mas comentado de la jornada no fue como en otros años los enfrentamientos con carabineros, sino la agresión a trabajadores de medios tradicionales, en especial el ataque a móviles apostados a las afueras del cementerio católico.

Desde los medios agredidos surgieron diferentes apreciaciones de lo ocurrido. Desde canales como Mega se vocifero contra los agresores y se clamaba por venganza, incluso inventaron teorías conspirativas, respecto a que fotógrafos independientes estaban coludidos con los manifestantes que realizaron los ataques.

En tanto el colegio de periodistas no se quedo atrás en sacar su propia teoría conspirativa, poniendo en duda el origen de las agresiones y casi acusando a carabineros o posibles “elementos infiltrados” de lo sucedido. El argumento es que ese día carabineros no estuvo tan cerca como normalmente sucede en estas manifestaciones.

Pero dejando atrás las conspiraciones, cabe preguntarse si este odio a los medios tradicionales es gratuito.

Desde hace un tiempo hemos visto como detrás de cada montaje, operativo o acusación a organizaciones sociales y políticas del ámbito anticapitalista o defensora de los derechos indígenas, los medios juegan un rol activo, ya sea reproduciendo el discurso oficial e incluso llevando a cabo su propia campaña de desprestigio.

Los medios tradicionales ya no se conforman con esperar que el gobierno de turno dispare sus dardos o presente sus pruebas. Son ahora los medios los que realizan sus propias “investigaciones”, crean una hipótesis, eligen a quien o quienes apuntar y presentan sus pruebas. Todo esto después es usado en muchas ocasiones por los agentes estatales para realizar detenciones o acusaciones formales.

Vemos como también los medios crean su propia agenda política y critican cuando sus postulados no son tomados en cuenta. Esto lo vemos en llamado “caso bombas”, cuando desde medios como el mercurio y la tercera criticaban con fuerza a el fiscal Xavier Armendáriz, porque no lograba los resultados esperados. La tercera y El Mercurio se esforzaban día a día en presentar sus pruebas, teorías y posibles culpables. Apuntaban y esperaban que el fiscal diera el golpe que en sus paginas ya tenían escrito. Pero ante la imposibilidad de presentar las pruebas necesarias y no pasar los bochornos anteriores, cuando se hacían allanamientos y luego los inculpados salían libres por falta de pruebas. Armendáriz sabia que no podía dar el golpe sin sobrepasar su propio marco jurídico.

Esto termino cabreando a copesa y el mercurio y comenzaron a pedir la cabeza del fiscal ineficiente. Esto se logro con la destitución de Armendáriz y el nombramiento de Alejandro Peña. Peña era conocido por ser un fiscal adicto a los Flashes y patear puertas, incluso Armendáriz puso reparos a el nombramiento de Peña. Esto ya no importaba ya que Peña logro lo que los medios deseaban, que comenzaran a caer puertas y ellos estar ahí, en primera fila, codo a codo con la policía, para luego lanzar sus acusaciones y verlas en los juicios.

No importaba que el juicio en realidad se construía en el camino, ni que las pruebas fueran ridículamente subjetivas. Ellos se encargarían de presentar lo contrario y de nutrir el ego al gobierno, a su fiscal estrella y, como no, a ellos mismos.

Pero todo esto no es gratis, el descontento y la rabia que los que ven como los medios tradicionales construyen su propia agenda país se ve reflejada en actos como los sucedidos este 11 de septiembre.

Esta campaña no solo se da con acusaciones, también con omisiones graves en casos de represión hacia medios no oficiales. Se omiten las múltiples agresiones que han sufrido fotógrafos, quienes incluso han sufrido torturas y robo de equipo, detenciones de comunicadores sociales (la ultima de un trabajador de la radio nuevo mundo), entre otras múltiples, que suceden en muchos casos delante de sus cámaras y que son omitidas por completo.

Es por todo esto que lo ocurrido el sábado 11 no es un caso surgido de la irracionalidad, es un síntoma claro de la omnipotencia y arrogancia de quienes se amparan en un monopolio económico informativo para crear una agenda país a su gusto y disparando contra quienes no se cuadren a su discurso.

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