miércoles, 9 de marzo de 2011

¿IGUALDAD LABORAL?... ¡IGUALMENTE EXPLOTADAS!


El siguiente texto nos parece bastante interesante pues plantea el famosísimo día de la mujer desde una perspectiva que no apunta a buscar igualdades en el sistema burgués, llámese la democracia o igualdad de derechos, sino a apuntar a una violencia contra la mujer, a una desigualdad que se encuentra en la separación que radica en la naturaleza del sistema capitalista. Se asume que somos diferentes, pero dentro del gobierno de la mercancía, la diferencia es siempre “colocada” dentro de lo que podríamos llamar una “gran” división del trabajo que se despliega en todos los ámbitos de nuestra vida.

Diferencia que se convierte en jerarquía, en naturalizar ciertos roles, eternizándolos y asignando a determinada clase una posición casi perpetua. De ahí que la diferencia de género es absorbida por la misma cuestión, no siendo entonces un problema de voluntades y reconocimiento el que se da en la sociedad capitalista, sino una problemática que estriba en su propia conformación. Esperamos lo anterior no se entienda como un querer “reducir todo a lo económico”. Aquí cuando hablamos de capitalismo hablamos de un proceso de producción de la realidad subordinado a generar valor que implica movimientos en esta misma realidad donde se van creando roles, guiones, escenarios y demases.

Que hoy se hable de la igualdad de la mujer no es un “logro”, sino una necesidad del mismo sistema capitalista (tal como la abolición de la esclavitud no fue una victoria, sino mas bien porque los esclavos no servían). El ser humano es transformado en mercancía. En un primer momento esto ocurre con el género masculino. Cuando las feministas burguesas apuntan a “igualdad” simplemente piden ser tratadas como otra mercancía más. Si antes se les dejaba su lugar en la casa, las necesidades del mismo capital, de mostrar tolerancia, respeto y demases, aparecen como ideales que solo sirven para que este se perpetúe.

La dinámica del capitalismo implica que va absorbiendo y hace tolerable lo que antes no lo era cuando no tenía la capacidad de colonizarlo como mercancía. Una vez que lo logra, entonces ya deja de ser peligroso. (Ejemplo es que creemos que las luchas “espectaculares” que suelen darse de vez en cuando, muchas veces el capital no las esconde, sino que las muestra y las hace hablar como él desea…)

La problemática entonces radica en despojarse de las concepciones burguesas de la igualdad. La igualdad en derechos es regularizar nuestra situación para que el capital nos “respete” como los objetos en que nos convierte. Las luchas que se dan aisladamente y que tanto celebran los teóricos posmodernos, han de encontrar su punto de reunión. Atacar aquello que es la raíz fundamental de su opresión, de su explotación. Y este es el proceso en el cual estamos todos inmersos y mediante el cual se crea la realidad (no solo lo material, el lenguaje, los significados, etc.)


¡MUJER NO ES SINÓNIMO DE MADRE!


El Estado y la moral conservadora nos violenta, puesto que criminaliza a mujeres que al abortar deciden sobre sus cuerpos y vidas al no optar por una maternidad obligada, impuesta y resignada. Se nos enseña que la reproducción es propia de nuestra vida de mujeres y no una opción. Así, la maternidad resulta en una fábrica de incubadora que pare mano de obra barata y garantiza el funcionamiento del sistema capitalista y neoliberal a cuestas de nuestros hijos e hijas. Así, se nos enseña que ser madre es una obligación y no una decisión.

Por la libertad de decidir sobre cómo construir nuestras vidas.
¡Por la autonomía y autorregulación de nuestros cuerpos!

Reivindicamos en este 8 de marzo la lucha desde las mujeres para toda la sociedad. Queremos destruir las relaciones de dominación que no sólo se manifiestan en hombres con mujeres, sino también, mujeres con mujeres, hombres con hombres; la dominación de la sociedad adulto céntrica que menosprecia a niñas y niños, jóvenes y explota a los animales, a la naturaleza y al planeta.

Para construir relaciones igualitarias.

Reconocernos en nuestras diferencias no para establecer relaciones de opresión, sino, por el contrario, para armonizarnos y liberarnos.

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