domingo, 3 de julio de 2011

BON IVER


Fue, junto con Fleet Foxes, la gran revelación de 2008. Hablamos de Bon Iver, quien se ganó su espacio gracias al desconsolado “For Emma, Forever Ago”, y que hoy arriba con un disco homónimo, intentando, en cierta forma, presentarse una vez más, haciéndonos entender que lo de su primer LP fue un desahogo, pero que su personalidad musical es mucho más amplia que aquella bellísima y oscura obra de hace tres años.

Para su retorno discográfico, el desafío no era menor. La promesa de un álbum de mayor amplitud sonora debía también mostrarlo lejos de esa fría cabaña en la cual hizo de una guitarra acústica su mejor compañera. Ciertas dudas se generaban esencialmente por la feroz desesperanza de la voz de Justin Vernon, la cual sitúa su música en un espacio demasiado definido.

Aquel prejuicio se confirma en cierto modo con Bon Iver. Ojo, no estoy diciendo que el disco sea mejor o peor por eso; simplemente, este no es lo que pensamos podríamos encontrar. Vernon sigue sondando terriblemente solo y la única gran diferencia es que ahora parece estar de mejor ánimo.

La reflexión como reacción a las expectativas asoma como natural, pero no debe desviarnos de lo que realmente vale, y mucho, en el disco. ‘Perth’ es una maravillosa apertura, que aquieta el espíritu, y confirma a Vernon como uno de los más sensibles compositores de esta generación. Hace tiempo no aparecía un tipo tan desvergonzadamente sensible y que supiera hacerlo con clase. El atronador remate del track es quizás la muestra de cómo romper esquemas sin perder identidad.

‘Minnesotta, WI’ es una especia de continuación de ‘Perth’, que no hace tanta diferencia como sí puede hacerla la magnífica ‘Holocene’, que parece explicarse sola y en la cual Bon Iver exhibe toda su gama de argumentos. El hombre-banda no necesita impresionar a nadie, y su falta de pretensión lo logra de todos modos.

Aunque varios cortes llevan nombres de ciudades, queda bastante claro que Bon Iver habita en su propio mundo. Su falsete a ratos puede cansar, es cierto, pues su música no despega del todo. Pero cuando las composiciones le dan el espacio que requiere… ‘Towers’ completa esa frase a la primera escucha. ‘Calgary’ es descrita por Vernon como un triunfo; quizás la producción peca de inocente, desaprovechando una ocasión para dar vida a un himno. Lo mismo cabe para un auténtico diamante en bruto (pese a estar ya casi infantilmente maquillado), ‘Beth/Rest’, la exquisita clausura del LP.

No todos los cortes se desarrollan con la misma fuerza. ‘Hinnom, TX’ son dos vientos que se encuentran, pero no terminan nunca por soplar hacia un mismo lado. Quizás por lo mismo, ‘Wash’ no sea capaz de ponerse de pie nunca, pese a lo intrigante de su lírica.

Un poco de astucia en términos de producción pudo hacerle mayor justicia a las canciones, es cierto. Hay confusión, y discordante instrumentación por momentos. Pero no alcanza a tapar la tremenda fuerza de una buena porción del material. Bon Iver da un salto, es cierto. Pero toma demasiado vuelo para quedar parado muy cerca de donde comenzó. En el camino, le faltó una guía, que le enseñase cómo llegar más lejos con menos esfuerzo; ese oficio de los grandes, y que debiese llegar más temprano que tarde para el talento aún en desarrollo de Justin Vernon.



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http://postvolume.com/?p=1008

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