viernes, 1 de julio de 2011
RADICALIZAR EL MOVIMIENTO, TRANSFORMARLO EN LUCHA
Nuevamente se realizo una marcha por la educación o contra la educación de mercado o alguna de esas consignas que abundan. El llamado “movimiento estudiantil” puede ser considerado la expresión de una totalidad contradictoria en negación, donde este movimiento es una fragmentación de la misma negación. Como algo fragmentado y convertido en una lucha parcial contra un aspecto del capitalismo, la marcha se dio como siempre en un primer momento como el Estado/Capital desea: pacíficamente, dentro de sus parámetros. La comprensión practica de la problemática como algo que se relaciona con el modo en que se estructura la sociedad, es decir, desde la acumulación capitalista, lógicamente permanece disfrazada bajo la ideología de la ciudadanía. De esta manera olvidamos que somos una clase antagónica y nos mantenemos dentro de los márgenes de la democracia, la expresión en vida de la organización del capital.
Claramente el momento llama a plantearnos las situaciones inmediatas para ir a la raíz. Este proceso que entendemos como un paso de la movilización hacia la lucha, donde el contenido de la movilización se modifica y con ello su mismo “ser”, y que se entiende como la ruptura comunista/anárquica con las manifestaciones de las contradicciones que no llegan a consumarse como tales, encuentran en la lucha su encarnación.
¿Pero como llegar a esto? ¿Es solo una abstracción de la realidad que pretende llegar a un bonito ideal? No. El movimiento es real, y lo que debemos aportar es a generar esa ruptura. Pero no somos nosotros desde “fuera” quienes lo harán, sino que es algo que esta impregnado en los propios sujetos, en los proletarios que no se reconocen como tales pero que en su relación y comunión de la experiencia en diversos grados de la guerra de clases, en su experiencia de la situación objetiva falsificada que con otros empieza a develarse como lo que es…es que descubrimos la verdad y la acción contra la representación de la realidad que se nos impone.
Es difícil acercarse a las movilizaciones bajo una bandera que apunta a la liquidación del orden de clases. Debemos mantener viva la llama de rebeldía que se expresa en cada contradicción como movimiento fragmentado, esperando que dichas expresiones se re-encuentren con otras y logren un desarrollo cualitativo. La problemática de la educación es algo parcial pero que nos permite ir hacia lo total. No desde ella misma, sino que desde una retroalimentación con otras luchas, alejados de los lastres socialdemócratas que nos dicen que debemos obedecer al gobierno; y empezar de una vez por todas a reunir nuestras experiencias para generar la autoconciencia de clase, la capacidad de ejercer una teoría/practica que apunte a la raíz de cada problemática.
En cada movilización se encuentran compañeros que quizás sin tener claro el asunto, dan muestras de pequeñas rupturas. No toda la violencia es sinónimo de aquello. Importante es por ejemplo que al momento de las “escaramuzas”, los espectadores del acto hayan ido hacia donde se estaba dando el enfrentamiento. Pero repetimos, al tiempo que recalcamos la cuestión de la violencia (que mas adelante hay una reflexión sobre ella y el porque requerimos recalcarla) también hemos de no fetichizarla.
Mas allá de los petitorios, de las demandas, de la salida o no de un ministro, de la exigencia de políticas de estado en torno a un problema real; cuestiones muy nobles por lo demás, la tarea es ir avanzando y destruyendo otras capas de ideología que impiden ser realmente radicales. Puede que Lavín renuncie, puede que las federaciones saquen a la jotosa de su puesto, puede que se haga una reforma a la educación, puede que ocurra todo esto…y lo único útil para nosotros es quitar el obstáculo de pensar lo anterior como “victorias” y darle un giro como potenciación de que ya no debemos pedir nada, sino tomarlo. Asumir que ese poder que se aparece como omnipotente es capaz de ser doblegado. Asumir que ese poder debe ser liquidado pues nos impide construir nuestras vidas como queremos, y que si una exigencia como las mencionadas pueden ser impuestas a la fuerza, es a la fuerza que quitaremos al Estado/Capital la capacidad de construir la realidad falsificada donde nos coloca para cumplir una determinada función que valoriza el capital.
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