viernes, 12 de agosto de 2011
REFLEXIONES E INQUIETUDES SOBRE LA LUCHA
Este es un escrito elaborado al calor de los vaivenes de las movilizaciones y de la lucha social y callejera que en estos últimos meses ha alcanzado una fuerza como hace mucho tiempo no veíamos. De manera que, como toda opinión vertida con la pasión que acompaña los corazones y las razones de los que repudiamos el sistema capitalista en general -y la configuración que ha adquirido en chile, a partir de sus particulares historias de miseria material y simbólica- está plasmada de seguridades, contradicciones y convicciones en una mezcla que no deja de mutar.
En este sentido, en el análisis de las variadas acciones de muchos de nosotros en determinadas manifestaciones, se aparece un factor que se debe evaluar, en tanto libertarios y anticapitalistas, entendiendo que esta definición obliga, según mi perspectiva, considerar los procesos de maduración o adquisición de conciencia que las distintas agrupaciones sociales o el colectivo social en general alcanza. No pretendo señalar que exclusivamente debemos ir al ritmo que estas agrupaciones marcan, especialmente porque sabemos la penetración cultural del Estado y de la lógica del capital en éstos. Sin embargo, tampoco podemos sin más considerar a todos como inconscientes y títeres de los medios tan solo porque no asumen formas de interpretar los conflictos y de movilizarse en torno a éstos que sean compartidas por nosotros.
Es posible que en estas movilizaciones estén caminando muchas personas hacia una radicalización que les haga entender que la única manera de alcanzar una sociedad libre y justa es acabando de raíz con la que padecemos actualmente. Considero que se tiene que tener cuidado en que ciertas acciones se den desde (inconscientes) dinámicas vanguardistas; sabemos qué significa eso, no tiene mayor discusión en relación a lo que conducen esas posiciones. También es verdad que la lucha es sin pedirle permiso a nadie, que es entre el capital y uno mismo y el conjunto de compañeros que nos apoyamos en ésta. Pero no podemos olvidar que esa misma lucha directa es construcción de libertad en la acción misma y si bien la acción directa rotunda y feroz contra el Estado es la única que nos permitirá vivir la anarquía, no necesariamente ésta debe ser -en ocasiones- pasando por sobre el colectivo. Insisto en la idea, pasar sin más sobre el colectivo -según mi criterio y según lo que creo es la perspectiva anarquica de vivir- produce vanguardias y sus consecuentes iluminados.
Además, el asunto de las tácticas y estrategias si bien suena a una discusión añeja, son siempre dimensiones a considerar, especialmente si nos interesa junto con desarrollar acciones lo más radicales y dañinas posibles para el capital, sumar más consciencias y corazones para la lucha por una sociedad libertaria; y este es un tema complicado, delicado y a ratos muy complejo de articular.
Sin duda que estamos rodeados por desclasados, apatronados y cientos de rastreros que aman su condición de sometidos, pero hay otros que simplemente por razones históricas que, en el caso chileno implican más de 30 años de represión física y cultural sostenida, se han visto alienados y bloqueados en sus posibilidades de safarse de la falsa consciencia del capital. Frente a estos no podemos ser paternalistas, pero tampoco guías espirituales que a ratos los castigan. Creo debemos esforzarnos con no confundir el borregismo consumista, con lo que es estrategias de sobrevivencia de muchos trabajadores/as. Prenderle fuego sin más a algo necesita un análisis; debemos cuidar los errores y no perjudicar en la mayor medida a nuestros hermanos de clase. Quemar una miserable automotora, los asquerosos carros policiales, iglesias o las pertenencias de miserables empresarios, curas y políticos es de suyo justo y necesario.
En fin, son apreciciones y dudas, son materiales para el debate, son intenciones de que nuestro fuego vaya a quemar lo que tiene que quemar y que nuestros encendidos discursos sean palabras orientadoras y de animo para nuestros corazones y no prédicas, que nuestro diálogo no sea autoritario ni poseedor de todas las verdades, pues esas no existen, excepto la que nos dice que la libertad y la anarquía es la única opción diga para el ser humano y la máxima expresión de orden para la vida, que nuestras acciones no sean limitadas en sus capacidades de astucia, fuerza, creación y efectividad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario