miércoles, 7 de septiembre de 2011

LA DOMESTICACIÓN MEDIÁTICA


No hubo duelo nacional por Manuel Gutiérrez. Y al igual que con el caso de Pinochet -cuyos acólitos más fieles no se horrorizaron ante su política sistemática de tortura, ejecución y desaparición de opositores pero sí ante la magnitud de los robos perpetrados-, el general Gordon (pariente cercando del torturador de la dictadura Humberto Gordon) tuvo que renunciar no por la responsabilidad de Carabineros en el asesinato de Manuel, sino que por la denuncia de una irregularidad que, por lo que el mismo ex General Director Alberto Cienfuegos declaró en TV, es bastante usual a esos niveles en dicha institución.

El problema en este caso es que lo pillaron, y la noticia estalló en un momento delicado en que el régimen muestra una gran torpeza en el manejo del arte de gobernar. Así y todo, Hinzpeter hizo pucheros y despidió con grandes golpeteos en la espalda a este general que pasa a engrosar la lista de los siniestrados de dicha institución tan siniestra. No es que nos tomemos en serio las leyes ni la democracia, pero creemos que en una democracia burguesa más seria y menos decadente que esta, el Ministro del Interior también hubiera tenido que renunciar. En fin…

En contraste con el caso de Manuel Gutiérrez, sí tenemos ahora duelo nacional por los 21 muertos de la “tragedia aérea de Juan Fernández”. Toda tragedia es dolorosa, y no seremos nosotros los que mostremos indiferencia o indolencia ante la muerte. De hecho, el dato duro de que el funcionamiento normal de la economía-mundo capitalista causa más de 30.000 muertes al día, en su mayoría de niños, es una de las razones más poderosas para oponerse a dicho sistema como tal. Por lo mismo no deja de llamar la atención el contraste entre ambas situaciones: cuando mataron a Manuel vimos el hecho en las noticias, donde se hablo muy poquito sobre quién era ese adolescente, para centrarse en el “drama” de la institución más respetada por los “chilenos” (es decir, proletarios sin conciencia de clase), y luego de la renuncia de Gordon la noticia quedó completamente eclipsada por los hechos de Juan Fernández. En el sistema burgués de las libertades y derechos proclamados formalmente como iguales para todos, algunas muertes pesan más que otras, y eso es lo que vemos estos días en las pantallas de televisión.

Una razón de fondo para la reacción de masas frente a los hechos del viernes 2 de septiembre radica en que dado que en la sociedad del capitalismo espectacular la gente sobrevive en torno al trabajo asalariado, se compensa dicha falta de vida auténtica contemplando imágenes de la vida vivida por famosos, faranduleros y atontadores profesionales de masas, y de ahí el carácter semidivino que seres por lo demás totalmente banales adquieren una vez que el rebaño se ha acostumbrado a contemplarlos como un elemento que agrega brillo y entretención en sus monótonas vidas cotidianas.

Mención aparte merece el caso del “empresario ejemplar” Felipe Cubillos: hijo de un fascista feroz, amiguete cercano del Almirante Merino y su entorno de golpistas, y que luego ejerció como Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Pinochet; hermano de la exparlamentaria de la UDI Marcela Cubillos, actual pareja del Ministro de defensa Allamand: otro momio de larga y destacada trayectoria.

Los medios han difundido una carta reciente de Cubillos titulada “Soy un indignado” que debiera estudiarse seriamente en las escuelas de materialismo histórico como ejemplar insuperable de conciencia de clase burguesa. En ella se declara un “indignado”, pero no en contra del sistema capitalista que por más muerte y destrucción que siembre ha tratado tan bien a los suyos, sino que reclama contra el hecho de que mientras él y otros “buenos ciudadanos” se han dedicado a “levantar Chile” construyendo escuelas, miles de estudiantes se encuentren en riesgo de perder el año escolar a causa de las movilizaciones, y muchos de sus amigos empresarios (o “emprendedores” como él los llama) estén en riesgo de tener que cerrar su negocio escolar si se sigue atacando el “lucro”. En este punto su instinto/conciencia de clase no falla: ¿cómo va a seguir lucrando su clase si los estudiantes se niegan a ser formados? ¿en qué va a quedar la economía nacional si uno de sus primeros eslabones interrumpe el circuito normal de socialización/encuadramiento/proletarización? ¡Dios nos libre…!

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