miércoles, 14 de diciembre de 2011
NINGUNA AGRESIÓN SIN RESPUESTA
La vida se hace cada vez más costosa, y no cara solo de precio sino de vida, y pareciese que a pesar de lo quejumbroso que parecemos en las procesiones (que llaman protestas) no damos muchos pasos hacia adelante. Y, en general, solo podemos decir que estamos siempre aguantando e intentando sobrellevar esto de la mejor manera posible, soñando con conceptos que quizás ni siquiera comprendemos pues el dogma en el cual hemos crecido nos nubla, y ante el cual solo algunos deciden combatir. Pero cuesta mucho, cuesta transformar tu alrededor, muchas veces desde lo más básico. ¿Que nos falta? Será que no tenemos una real ilusión o convicción de que sí podemos lograr nuestros anhelos, quizás, no lo sé.
La verdad es que este mes es realmente asfixiante, desde la mierda de navidad esa – inventada y transformada para seguir alienándonos – hasta la cruda verdad que se asoma en nuestras narices. Hoy, ya que mi memoria es de corto alcance, recuerdo al joven Alexandros Grigoropulos muerto hace tres años y su posterior vendetta por parte de los compas Griegos que, no solo como una mera conmemoración atacaron al capital, sino que fue la chispa que encendió una mecha que estaba ansiosa de prender.
Recuerdo también a las 81 personas que murieron asesinadas por el estado carcelario en el cual vivimos, a los 81 hermanos que estaban en las mazmorras solo por haber tenido la mala suerte de nacer fuera de los limites que los propulsores de la desigualdad instalan, por tener lesiones culposas en su cuerpo, por estar donde les era negado transitar, por realizar lo que fuese más factible para sobrellevar el día. ¿Delincuentes? Claro, culpables de porte de cara como escuche decir a alguien por ahí.
Culpables como los Mapuches de Ercilla, por haber nacido en aquellas fértiles tierras, por tener y sentirse parte de esa hermosa tierra. Culpables de decirles NO, a los grupos empresariales coludidos con los gobiernos y el estado que profitan hasta la destrucción del ecosistema. Condenados a priori a través de juicios con testigos sin nombre, cotidianamente atacados en escuelas y santuarios y aun más, enjuiciados de antemano por la “opinión” publica (manejada por los mismos que los asaltan) cuando repelen la embestida de los vasallos de los ricos.
Por último y para no ser extenso recuerdo al muchacho Manuel Gutiérrez, asesinado hace ya 4 meses por los guardianes que sistemáticamente nos decretan como vivir, por los perros del poder, aquellos que no se despeinan al cumplir las órdenes de los que poco y nada lo alimentan. Y aquí seguimos aguantando que nos modulen, que nos vendan nuestro propio sudor con precio agregado, que nos endeuden, que nos plastifiquen, que nos alienen, que nos maten.
Por toda esta impunidad es que hoy reivindico a Antonio Ramón Ramón, “el vengador del pueblo”, quien con su acto revolucionario sello con acción lo que su corazón mandaba, pues sabía que esto ya no puede reformarse sino que debe cambiar el status quo. Aquel hombre que desde su radicalidad perpetuo la venganza de una forma que debe interpretarse no solo reaccionariamente sino como un acto cuya raíz es la posición contraria a la autoridad, frente a la normalidad con que mueren los pobres ante nuestros ojos. Hace 97 años Antonio le grito puñal en mano a la burguesía que no aceptaría más asesinatos impunes, que se negaba a seguir en la senda establecida para generar riquezas y poder a los mismo de siempre, y que a través de este acto reivindicaba no solo a su hermano de sangre, y los cerca de dos mil muertos en Santa María de Iquique, sino a su gente que es la clase proletaria, a quienes también dio luces que al poder no hay que rebatirle sino destruirle.
Hoy más que nunca esta historia me hace eco, creo sinceramente que hace falta propaganda por el hecho, no solo como un acto sin sentido sino con el objetivo de señalarle tácitamente a la burguesía que no podrá dormir tranquila, que en cualquier momento caerá en sus cabezas el fuego vindicador mientras la sociedad de clases siga existiendo. Pienso así pues a veces siento que como humanidad ya aceptamos que el monstruo siga avanzando y destruyéndolo todo, que preferimos empeñar lo que queda de “vida” por instantes de distracción que nos hace sentir que quizás SÍ vale la pena vivir, aunque sabemos francamente que no, de esta forma NO.
También sé que no es ni la única ni la mejor respuesta a la capacidad asesina del capitalismo pero pude ser el comienzo.
FOTO: Antonio Ramón Ramón... algunas personas intentaron relacionarlo con ciertas organizaciones políticas, con el único interés de sumar mas personajes históricos a sus filas... pero si nos apegamos a la rigurosidad que debiese tener la historia, debemos señalar que la venganza de Antonio Ramón Ramón no se origina por causas ideológicas, ya que el no militaba en ninguna organización revolucionaria, ni en nada que se le pareciera... lo mas cerca que estuvo de algo fue cuando participó en una especie de mancomunal, pero era de carácter conservadora... en los archivos judiciales se encuentra la declaración de Antonio y señala que oía voces que le decían que matara a Silva Renan.
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