viernes, 20 de enero de 2012

LOS INCENDIOS DE HINZPETER


A raíz de la enorme cantidad de incendios ocurridos en Wallmapu y la zona fronteriza del Bio Bio durante las últimas horas del año 2011 y primeras del 2012, sobre todo a partir de la tragedia ocurrida en Carahue, con la muerte de siete brigadistas forestales mientras trabajaban apagando un incendio en un predio de Forestal Mininco, se ha puesto en marcha por parte del gobierno, un plan macabro de satanización de la lucha del pueblo nación mapuche.

En principio eran alusiones generales relativas a la intencionalidad de los siniestros, para luego dar paso – a medida que se les soltaba la lengua – a acusaciones directas hacia comuneros mapuche y particularmente a una organización mapuche.

El hecho no parecería nada nuevo, considerando la locuacidad de la mayoría de quienes conforman el poder ejecutivo en Chile y la gran cantidad de salidas de libreto a que nos tienen acostumbrados ya a estas alturas. Sin embargo, lo que llama la atención es que esto se realice aún al calor de los incendios, aprovechándose tal vez del clima de conmoción imperante, mientras eran velados y sepultados los siete jóvenes que murieron en Carahue.

Recordemos además, que el cuarto aniversario del crimen del peñi Matías Catrileo, junto a la ratificación del máximo tribunal chileno de la condena ínfima que recibió el policía asesino, habían puesto el clima de por sí muy inestable a raíz de la gran cantidad de acciones de resistencia que se produjeron en nuestro país mapuche.

Es en este contexto, en el que varios representantes del gobierno chileno parafrasean con acusaciones en contra de los mapuche, como supuestos autores de los incendios y de paso, culpables de la muerte de los siete brigadistas.

Como telón de fondo, la realidad cotidiana de nuestras comunidades que en distintos puntos acusan el accionar racista de la policía chilena al interior de comunidades. Numerosos enfrentamientos entre comuneros y la policía de ocupación se registraban en sectores donde avanzan procesos de recuperación territorial.

¿Represalia antimapuche?

Llamó la atención que en la misma zona donde se sepultaban las víctimas de Carahue, se produce la quema de la casa de un comunero mapuche. Se trata de la casa del padre de un conocido y mediático líder mapuche de los años 80.

La verdad es que Santos Millao a cuyo padre le quemaron la casa, es conocido principalmente por su gran verborrea discursiva, pero en la práctica es más amigo de la institucionalidad chilena que de sus propios hermanos.

Dirigente de una organización que se extinguió poco a poco al ser absolutamente coaptada por las fuerzas políticas del Chile ocupante de nuestro territorio mapuche, Santos Millao no deja de ser conocido en la zona, mapuche con domicilio conocido, podríamos decir, lo que lo hace blanco fácil de una eventual represalia de colonos chilenos.

Lo que hay detrás de las acusaciones

El juego mediático de acusaciones antimapuche en este contexto, por parte del gobierno chileno, puede provocar en la zona reacciones desmedidas de uno y otro lado, generando un panorama de conflicto que sólo le conviene a quienes ven en riesgo sus intereses en la zona: el empresariado y los enemigos del pueblo mapuche.

Y es que pareciera haber una clara intencionalidad de un sector ideológico del poder chileno, de generar un enfrentamiento de carácter racial en Wallmapu y convertir el conflicto chileno-mapuche en un contencioso interétnico.

Este sector encabezado por Rodrigo Hinzpeter – entendiendo que no puede solucionar en el corto plazo los problemas de seguridad que le genera a Chile mantener la ocupación de Wallmapu – pretende desvirtuar los objetivos de la lucha mapuche y generar con ello un eventual apoyo de la población chilena – habitante en nuestro territorio – a sus políticas represivas.

Para ellos los chilenos pobres están por debajo de sus intereses empresariales

La verdad es que un conflicto de carácter racial sólo le puede interesar a quienes ven en riesgo sus intereses económicos en Wallmapu y bregan por una mejor cobertura de seguridad para sus negocios. En ningún caso es, ni puede ser beneficioso para los mapuche, ni menos para la gran cantidad de chilenos pobres con quienes *compartimos *Wallmapu.

Nosotros los mapuche, somos los dueños legítimos de nuestro territorio, vivimos aquí desde antes que este fraude se comenzara a llamar Chile y nuestra lucha está orientada en última instancia, a generar condiciones para la continuidad de nuestra vida como mapuche, para seguir existiendo, las que no están garantizadas en las actuales condiciones de ocupación de nuestra patria, por parte de los estados chileno y argentino.

En tanto que los chilenos pobres que viven en Wallmapu, al igual que los despojados mapuche, son hoy por hoy la mano de obra semiesclava que sostiene los negocios, que genera las enormes ganancias de esos negocios, cuyos dueños no viven en Wallmapu, incluso varios, ni siquiera en Chile.

Para ellos, que no conocen este territorio sino a través de sus planos de propiedad privada, estos chilenos pobres no cuentan. Son sólo cifras de distinta índole; un material social para ocupar a los políticos; nada relevante, pues la principal labor que ellos les entregan a los políticos, es el resguardo de sus superiores intereses.

Esos chilenos no pueden soñar con una sociedad más justa hoy día, ni siquiera mirando a la izquierda, cuyos socialismos no son más que mitos, o a lo más, leyendas antiguas.

Por eso es que sólo la lucha mapuche puede hoy hacerlos soñar con una sociedad más justa, más humana, una sociedad donde cuenten. Y es que hoy, en esta situación de Wallmapu ocupado y usurpado, nadie cuenta, ni mapuche ni chilenos.

La reconstrucción del país mapuche y con ello la construcción de un nuevo tipo de sociedad, una que sea inclusiva y no excluyente, más humana y no capitalista, una sociedad con justicia y libertad, fuera del alcance de los depredadores neoliberales, es el camino por el que pretende caminar el pueblo mapuche y seguramente también será objetivo de los chilenos pobres que viven en Wallmapu.

Tal vez, es a esto a lo que le temen los Hinzpeter, y por eso pretenden generar un clima de beligerancia antimapuche que les permita poner reprimir sin control, como lo hace el Estado de Israel en territorio palestino ocupado.

Tal vez mirando la Palestina ocupada, Hinzpeter – de origen judío – cree poder generar aquí algo parecido, quizá con muros incluidos.

Y es que no sólo en Torres del Paine se vio a un judío “incendiario”, otro más anda por las tierras de Wallmapu.

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