miércoles, 2 de mayo de 2012
DESDE EL FESTEJO A LA REALIDAD DEL TRABAJO ASALARIADO
Lo que viene a continuación es un intento de describir las condiciones de un modo más “teórico” que pretendemos hagan entendible los acontecimientos que ocurren. En otras palabras: reconstruir las condiciones en que lo que ocurre tiene su necesidad. Si le da paja eso, más abajo puede leer el relato desde nuestra perspectiva.
Hay quienes hoy (como ayer) prefieren hablar del día “del trabajo” en lugar del día “del trabajador”; y esa modificación no es ingenua. El Primero de Mayo fue vivido como un día de formación identitaria. Es decir, los trabajadores comprometidos revolucionariamente con el evento se daban cuenta de que sus miserias y sus esperanzas de cambio se correspondían con las de millones de parias repartidos por todo el mundo. Pues -y como indica Peter DeShazo para el caso local-, debido a la naturaleza “altamente emocional, ideológica y rebelde, el 1 de mayo, mas que cualquier otro evento por separado, inculcaba un sentimiento de identidad de clase en los trabajadores urbanos”[i]. El clasismo de aquellos trabajadores, entendido como su identificación igualitaria con sus pares y en contraposición a la burguesía, se alimentaba con este tipo de jornadas, y el recuerdo de éstas –a su vez- se conformaba en un espacio creador de clasismo obrero. Por eso para muchos era (y es) mejor “celebrar” el Trabajo y no al Trabajador. Después de todo –nos dirán los empresarios y sus defensores-, no es bueno que el empleado se identifique como miembro de una clase social (la obrera o popular), se pone muy revoltoso. Es mejor que tome conciencia de que sin trabajo no hay pan; de que sin ser un buen operario, un buen esclavo, no hay derecho al bienestar.
Otros dirán que el 1º de Mayo es un fetiche más dentro del trasnochado intento por cambiar el mundo, trozo además de un análisis clasista de la sociedad que está superado. En parte es cierto, la conflagración ya no es (y nunca lo fue) exclusivamente entre un burgués gordinflón con sombrero de copa y una masa temeraria de descamisados proletarios: las cosas son mucho más complejas. Pero hay que advertir que en la época en que se ambienta la presente investigación, dichos conceptos (proletariado, lucha de clases, etcétera) no eran tan relativos como hoy. Pues, en función de esas nociones los trabajadores revolucionarios las emprendieron contra el sistema en el que padecían material, moral, cultural y políticamente. Además, hay mucho que no ha sido transformado, ni por el tiempo y ni siquiera por aquellos auto-reclamados revolucionarios que se han trepado hasta los círculos del poder ejecutivo para dirigir desde allí los cambios. La vida en el orden actual depende del trabajo asalariado, y mientras esa realidad permanezca incólume –aunque se le disfrace- la violencia y la lucha entre quien entrega el servicio generador de riqueza (el trabajador) y quien posee el control sobre la industria productora, seguirá en pie. Por eso el 1º de Mayo sigue siendo actual. Porque este día nació como promesa de rebelión contra la explotación del dinero.
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