domingo, 1 de julio de 2012

OCEANIA


Luego de su apogeo de mediados de los noventa, el comienzo de esta década ha sido probablemente el momento más definitorio en la carrera de The Smashing Pumpkins. El regreso de la banda en 2007 quedó atrás rápidamente, y a pesar de haber lanzado un buen disco como “Zeitgeist”, dicha reunión no tuvo la trascendencia que los fans, y probablemente el mismo Billy Corgan, hubieran querido. Por su parte, la salida del baterista Jimmy Chamberlin fue un traspié mayor que acabó por diluir lo poco que quedaba de la esencia original del cuarteto de Chicago. Fue así como el grupo asumió la creación de su nuevo álbum, sabiendo que ésta sería la prueba definitiva para su validación, pues aunque los dos primeros intentos de Teargarden by Kaleidyscope, (“Songs for a Sailor” y “The Solstice Bare”) tenían buenas canciones, no habían sido suficientes para tomar realmente en serio a la nueva versión del conjunto.

Las expectativas y aprehensiones que precedían a “Oceania” eran numerosas y razonables, pero la respuesta que hoy ha dado la banda tiene más fuerza aún. El álbum trae de vuelta las emociones y los estímulos con los que normalmente se asocia el nombre 'The Smashing Pumpkins'. Hay en él una buena colección de riffs, sólidos grooves de batería y cautivantes melodías que, sin ser un plagio de su propio pasado, recuerdan al SP más clásico y se entrelazan con vetas más modernas, como las mostradas a partir de "Adore". Es una suerte de repaso global de los sonidos del grupo pero que, no obstante, suena tremendamente actual.

La obertura con ‘Quasar’, es una introducción demoledora, con poderosas guitarras y golpes de batería que recuerdan a la lejana ‘Cherub Rock’. El peso otorgado a la interacción entre cuerdas y tambores es un factor inalterable en el sonido de la banda, una relación renovada y potenciada por el joven Mike Byrne, que ya no es aquel tímido percusionista que llegó a la banda en 2009, sino que ha desarrollado una personalidad propia y cumple la titánica tarea de suplir al monstruoso Jimmy Chamberlin de manera excepcional. El vendaval de guitarras continúa en ‘Panopticon’, que con sus inspiradas melodías explota una vez más la marca registrada de los Pumpkins, esa tradicional mezcla de fuerza y sutileza, con armonías vocales femeninas que ineludiblemente evocan el trabajo de D'Arcy Wretzky.

La calma viene de la mano de cortes como ‘The Celestials’, y ‘Violet Rays’, que con sus cambios de intensidad reflejan la destreza compositiva de Corgan y su oficio al momento de dar secuencia a un álbum. Hacia la medianía de la placa llegan tracks más experimentales como ‘One Diamond, One Heart’ y ‘Pinwheels’, que incluyen una justa medida de toques más tecnológicos, sin descuidar la musicalidad de la obra y manteniendo un adecuado equilibrio sónico. Hay también pasajes notables como la canción ‘Oceania’, una pieza épica de nueve minutos que se pasea por distintos estados de ánimo, con secciones sencillas y otras de tintes operáticos que cumplen las expectativas que el fan más exigente podría esperar de la banda.

La sección final de la placa expande la práctica de intercalar tradición y exploración, agregando un oportuno toque de potencia cuando el paisaje se torna letárgico y bajando las revoluciones cuando la saturación se hace abrumadora, ejercicio que se ejemplifica a la perfección en la secuencia ‘Pale Horse’ / ‘The Chimera’ / 'Glissandra' / ‘Inkless’. En tanto, el cierre con 'Wildflower' es un recurso efectivo, una composición cautivante, grandilocuente y perfectamente funcional en su labor de llevar al auditor de vuelta a sus sentidos tras haber pasado por los diversos lugares que componen la placa.

Sin ser una obra maestra, “Oceania” es un álbum bien cohesionado, inteligentemente ensamblado y con excelentes canciones que pasan la prueba con soltura. El disco retoma la esencia de la banda, no tanto por sus sonidos ni por sus canciones como por los estados de ánimo, atmósferas y sentimientos que explora, características inaprensibles que no siempre se alcanzan pero de las que Corgan sí ha logrado adueñarse en momentos de real inspiración, y éste sin duda es uno de ellos. La llama vuelve a avivarse, y quienes quieran encontrarse con unos verdaderos Smashing Pumpkins, encontrarán en “Oceania” el mejor lugar para hacerlo actualmente.



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