domingo, 12 de agosto de 2012

MURDERED LOVE


A pesar que desde hace bastantes años el rock no avanza como en sus primeros trancos, aún queda tinta para escribir que una década todavía es mucho tiempo, sobre todo si se sigue actuando como en el pasado, que dejaron bonanza pero cuyo panorama, hoy en día, es totalmente opuesto.

Un caso de aquellas caracterísitcas podemos encontrar en P.O.D. que, a principios de siglo, tuvo la suerte de estar dentro de todo ese ramillete etiquetado como “Nü Metal”. Tocaron el cielo con “Satellite”, álbum generoso en hits que hasta hoy se siguen recordando –‘Alive’, ‘Youth of the Nation’-. Este 2012 vuelven con “Murdered Love”, y las intenciones para esta placa fueron apuntar en alto, aunque los resultados pueden ser más que discutibles.

Tras unos años sin actividad –su disco antecesor, “When Angels & Serpents Dance”, data de 2008-, el cuarteto de San Diego, California, tomó esa pausa para recolectar energías, y su primer movimiento fue reclutar nuevamente a Howard Benson en la producción, la decisión no fue al azar, pues el hombre estuvo sentado en la consola para sus trabajos más exitosos, además de contar un prontuario que figura asistencias para grupos como Saosin, Papa Roach, Hoobastank y Adema, entre otros. La apuesta parecía segura.

Sin embargo, luego de examinar los once cortes que componen el octavo elepé de los estadounidenses, asoma la certeza de que hay una especie de burbuja temporal, pues no se encuentra una mayor diferencia a los P.O.D. cosecha 2012 con los que barrieron rankings dos lustros atrás. A pesar de haber coqueteos con el reggae en ‘Babylon the Murderer’ y ‘Panic & Run’, y que suponen interesantes surcos, la obra no convence del todo.

El inicio de ‘Eyez’ y ‘Murdered Love’, y las colaboraciones que, a lo largo del opus, están a cargo de James Jasta, vocalista de Hatebreed, y de los raperos Sick Jacken (Psycho Realm) y Sen Dog (Cypress Hill), y el hecho de que el single ‘Lost In Forever’ tenga un fuerte enganche, el grupo parece añorar en demasía la época en que eran grito y plata, pues no se aprecia mayor riesgo. El disco tiene un sonido óptimo y la mano del productor se siente, pero carece de algo. Lo más reciente de P.O.D. es una muestra de las ganas por seguir adelante, contra viento y marea, aunque la falta de hambre es evidente.


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