A primera vista, nada. Pero si nos fijamos con cuidado, sin prejuicios, tiene mucho que ver, claro que sí. Creo firmemente que fueron los anarquistas quienes inventaron el fútbol. Fueron los anarcos primigenios los que crearon el fútbol. En serio, fueron ellos.
Definitivamente, el fútbol es el deporte más anarquista del planeta. Por su alegría, irreverencia, pasión, improvisación, malandrería…
Pero muchos dirán que el fanatismo que genera el fútbol es el opio del pueblo… Y, por supuesto, lo es. Pero el que realmente lo es el fútbol profesional. Da asco saber que un jugador profesional de fútbol recibe un mar de dinero, cuando un trabajador común y corriente trabaja como mínimo ocho horas al día para recibir un salario miserable. Por otra parte, el fútbol de hoy es un gran nido de corrupción, de lavado de dinero sucio, entre otras cosillas más, y eso que no estoy hablando de Manuel Burga…
Sin embargo, el fútbol está más allá de todo eso. Y se los voy a probar. Pero vamos a definir mejor el perfil de fútbol libertario. Esto es:
LA PELOTA: Puede ser cualquier objeto redondo. Podemos usar cualquier cosa que ruede como una piedra, una lata vacía, un coco, una pelota de trapo, de papel…
EL UNIFORME: Puedes jugar de la manera que te guste. Descalzo, con zapatillas… ¡Hasta desnudo!
LOS ARCOS: Pueden ser construidos con cualquier material que esté al alcance de la mano: ladrillos, palos, cañas, piedras, ropa, zapatillas, libros de la escuela…
LA CANCHA: Es nada más que un pedazo de calle, un patio, una plaza, una playa…
EL SUELO: Puede ser de arena, asfalto, hierba, cemento…
TIEMPO: Se juega al aire libre, en cualquier tiempo, bajo la lluvia o el sol…
DURACIÓN DEL JUEGO: Las posibilidades son infinitas, de acuerdo a lo que convengan los contrincantes, incluida esa maravillosa manera de terminar el encuentro con el “mete gol, gana”, burdamente llamada por la FIFA “gol de oro”.
FORMACIÓN DE LOS EQUIPOS: La formación de cada equipo varía de 2 a 15 jugadores. Usted puede mezclar el mismo tiempo hombres y mujeres, edades, clases…
TÁCTICA: No tiene. Todo es espontáneo. ¡Fuera la rigidez del fútbol profesional!
JUEZ: En el fútbol no es necesario. ¡Se arbitra por consenso!
CAMBIOS: Los que quieran. ¡Es gratis!
SANCIONES: Sólo si el jugador rompe alguna pierna.
JUSTICIA DEPORTIVA: Las controversias se resuelven en el momento.
DIRECCIÓN TÉCNICA: Es libre, espontánea. Brota de la creatividad de cada uno.
Entonces, ¿no cree usted que hay un vínculo “primitivo” entre el fútbol y el anarquismo?
ANARQUISTAS Y COMUNISTAS JUEGAN FÚTBOL EN BRASIL
Los anarquistas junto con los comunistas fueron los principales diseminadores del fútbol en Brasil y en otros países. Específicamente en Sao Paulo, el fútbol fue introducido en 1894 por Paulo Charles Miller, que había regresado a Inglaterra ese año, con dos pelotas y uniformes para 22 jugadores. Un estudio reciente muestra que el deporte ya se practicaba en Brasil unos años antes. Se trataba de un deporte de élite. Sólo los burgueses de las grandes empresas británicas y la crema y nata paulista lo practicaba. Todo el material necesario para su práctica fue importado de las mejores tiendas de Inglaterra. Asistían a los partidos hombres vestidos de traje y corbata, damas elegantes, las niñas y los niños de “buenas familias”, que iban a apoyar a sus hijos, hermanos, primos, amigos…
Pero el fútbol fue poco a poco ganando adeptos no sólo entre la burguesía. También lo hacía entre los estratos pobres de la población, especialmente los trabajadores. Como era de fácil asimilación y pasible de improvisación, el fútbol se convirtió en la diversión favorita de los niños descalzos de los barrios obreros de Sao Paulo. En ese entonces, todo era muy anárquico. Los niños jugaban al fútbol en las calles, plazas, aceras, patios, escuelas… Los campos de fútbol se habían extendido por toda la ciudad. Así se fue forjando el verdadero fútbol de la calle.
Como el fútbol iba ganado muchos adeptos, las empresas y las industrias de Sao Paulo comenzaron a crear sus propios clubes. En los años 20 era muy difícil identificar una industria que no tuviera un equipo de fútbol. De esta manera, se formó una tradición obrera de fútbol amateur practicado en los clubes de las fábricas, por lo general creados por los propios trabajadores. Así, el fútbol ya se hacía parte de la vida cotidiana de las personas menos afortunadas.
Pero entonces, como los anarquistas y los comunistas mantenían un fuerte vínculo entre los trabajadores de esa época, comenzaron a denigrar a este deporte desconocido. Lo calificaban como “deporte burgués”, señalaban los efectos nocivos de los clubes de las fábricas, lo llamaban “el poderoso opio del pueblo capaz de minar la unidad y la organización de la clase obrera”, que debilitaba y distorsionaba la lucha, que la práctica de fútbol, especialmente en los clubes de las fábricas, llevaba a los trabajadores a defender el nombre de la empresa, separándolos y poniéndolos en directa confrontación. A pesar de las críticas de los anarquistas y los comunistas, el deporte crecía entre los trabajadores. Simplemente, no lo podían manejar.
El diario “La Plebe”, de tendencia anarquista, del 28 de enero de 1933, dijo:
“En la actualidad, hay tres medios infalibles que los ricos explotadores de las miserias y necesidades del pueblo trabajador para hacer de la clase obrera una masa embrutecida: el deporte, la política y el sacerdote. No hay pueblo o grupo de viviendas de los trabajadores que no tengan el campo de fútbol, la iglesia y las puntas de lanza de los instigadores políticos. En los campos de fútbol, los trabajadores de ambos sexos se tornan en fanáticos y seguidores brutalizados hasta el punto de que solo viven discutiendo entre sus compañeros acerca de los lances y proezas de los campeones.”
Pero pronto, los anarquistas y comunistas dieron su brazo a torcer. En lugar de simplemente criticar el deporte, comenzaron a organizar el fútbol en oposición a la “cultura burguesa del fútbol”. Ellos propusieron una especie de autogestión del fútbol por parte de los trabajadores. Fue la llamada “proletarización del deporte”. El diario “El Trabajador Gráfico” del 25 de mayo de 1928, decía:
“La necesidad de deportes para la juventud es un hecho indiscutible. La burguesía se aprovecha de este hecho para canalizar a todos los jóvenes de las fábricas para que defiendan sus clubes. ¿Qué hacen los jóvenes en los clubes de la burguesía? Defender los colores de estos clubes. Si el club representa el nombre y el color de la fábrica que defienden, la burguesía cultiva en ellos la pasión y la lucha contra la juventud de otras compañías. Todos los trabajadores futbolistas deben unirse a los clubes proletarios. En el mundo obrero nadie ignora que el deporte desconocido ha sido útil al capitalismo para distraer la atención de las masas trabajadoras hacia sus sindicatos.”
El periódico Nuestra Voz, 1 de julio de 1934, a su vez, comentó:
“Como trabajadores que somos, organizaremos nuestros propios clubes, nuestras propias ligas, realizados y dirigidos por nosotros mismos, sin intereses monetarios, sólo animados por el espíritu de la solidaridad proletaria.”
Pero el lío entre los anarquistas y los comunistas había comenzado. Los anarquistas expresaban que las actividades recreativas siempre debe tener un propósito educativo. Criticaron entonces a los comunistas por haber, en su tentativa de promover el deporte, transformar sindicatos de larga tradición de lucha en meros centros deportivos y de baile.
Aunque los anarquistas y los comunistas se mostraron reacios a la práctica de fútbol, por fin acabaron por reconocer que la popularización del juego era inevitable. Es cierto, entonces, que los anarquistas y los comunistas jugaron un papel importante en la popularización del fútbol, especialmente entre los trabajadores.
Poca gente sabe que uno de los primeros clubes de Brasil fue creado en Santos (ciudad portuaria que fue la puerta de entrada para muchos anarquistas) a principios del siglo XX por los inmigrantes europeos. No se sabe a ciencia cierta si los inmigrantes eran anarquistas. Pero el nombre del equipo fue Libertários Futebol Clube, y sus colores fueron el rojo y negro, colores representativos de los anarquistas. Fue uno de los mejores equipos de Santos. Pero, por desgracia, el club ha sido cedido a una asociación de niños pobres. No existe en la actualidad información más detallada acerca de su historia, dado que la gran mayoría de los ex-jugadores del club han muerto.
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