jueves, 10 de enero de 2013

LA GUERRA EN WALLMAPU

El Estado Chileno oficializo la guerra contra lo que denominan “grupos terroristas” en la zona de Wallmapu. Traducido esto es la guerra contra el pueblo mapuche en un grado mayor que antes. No solo en términos de violencia, sino como política clara hacia una cierta actividad que no pertenece al mapuche, sino al proletariado. Pero ya ahondaremos en eso.

No sabemos si la muerte de los viejos perros latifundistas fue auto atentado (cosa que no llamaría la atención pues el capital desecha sus encarnaciones cuando lo estime necesario para los propósitos que requiera) o fue efectivamente un ataque por parte de algún grupo. A estas alturas ya no importa. Lo dijimos en el artículo anterior: el conflicto es siempre permanente y la existencia del estado que moviliza sus fuerzas diariamente es la prueba de aquello. Se ha repetido hasta el cansancio que el poder dictamina cuando realizar sus ofensivas y por tanto hemos de estar siempre preparados. La declaración de guerra a los “terroristas” que en este caso viene siendo el pueblo mapuche es un llamado de alerta para todos los explotados y oprimidos. La distancia geográfica no anula que la raíz de las luchas es idéntica: el capital, aumentar el valor a costa de la deshumanización. Y en eso estamos todos metidos. La totalidad del capital nos determina un ser-social que reproduce lo existente pero en tanto es el pilar para aquello, tiene la capacidad de negarlo. Es en cada acción que altera el mundo donde el valor exprime la vida, la que se “ofrece” a nosotros como aquello que participa de lo que somos, de nuestra condición de reproductores-negadores de lo existente. Estas palabras pueden sonar ajenas quizás para algunos.

Pero tenga usted presente que en la pura contemplación de la normalidad esta reproduciendo este sistema de muerte. Y por tanto, es usted quien puede alterarlo, atacarlo. Por eso decimos que los actos que aquí y en Grecia, en España o Argentina, cuestionan la primacía del valor; son actos que nos pertenecen a todos quienes compartimos una misma esencia: aquella que la han expropiado y alienado, convertida en materialidad y mercancía para generar más ganancias. En varios lugares del planeta la guerra esta declarada. Oficializada digamos, pues esta lleva siglos. Aquí se ha hecho en forma semi-suave contra un pueblo. Pero no nos engañemos. No es la guerra contra el mapuche, es la guerra contra todo lo que manifieste antagonismo hacia lo existente. Asumir esta condición de enfrentamiento es algo que el Estado deplora...de ahí que cualquier "actitud" sea categorizada en algún paradigma para ser normalizada, para ser nombrada como algo desviado y por tanto castigado. Y claro, declarado como enemigo. Todos somos potenciales enemigos si manifestamos nuestro ser antagónico, el que quiere reapropiarse de su esencia, de su humanidad…potenciarse en cada acto como lo que es y debe ser.

En este caso el discurso es para parcializar, tratar de darle un nombre específico así como ubicación a quienes se intentara exterminar. Pero es simplemente la oficialización de un Estado que asume más libertades en su lucha contra lo que amenaza la valorización. Entonces tenemos algunas opciones. O tomamos esta declaración oficial de guerra no como a un sector específico de un territorio, sino como lo que es: contra los explotados y oprimidos que luchan. O nos quedamos pasivos creyendo que en el lugar que estamos dichas situaciones no ocurrirán. Pero como advertencia: si ocurrirán.

Las necesidades no pueden anularse con mercancías y fetiches para calmar falsas necesidades. Ya vemos como este estado de deshumanización permanente comienza a hacer pasar de un malestar tolerable al emputecimiento variado. Estas palabras son una invitación a hacerse parte de esa guerra. Claro, no allá. Pero tomar lo expresado como una proclamación que nos llega a todos. Porque repetimos: lo que se combate es un modo de ser, el actuar contra el capital, el generar formas de relaciones y prácticas que van erosionando las instituidas hasta el punto de potencialmente romper de manera violenta con lo establecido. Ese modo de ser es la otra cara del explotado y oprimido que ya no el que mantiene vivo este sistema, sino el que también, en tanto produce la realidad, puede suprimirla al suprimirse el mismo como clase. Dijimos clase, si. Básicamente porque en todo lo anterior nos hemos referido al proletariado.

La invitación queda abierta. Ah! No olvidemos que a este llamado algunos ya lo acogieron: los camioneros que anuncian disparar al que interrumpa la circulación de las mercancías que llevan. No nos sorprendamos cuando algunos locatarios del sector centro de la capital estén dispuestos a palos o con cuchillo (como queda mostrado en una foto de la marcha del jueves pasado donde un Locatario del sector Cal y Canto intenta apuñalar con un cuchillo de mas de 12 cms a manifestantes.) también hacerse eco de este llamado. El llamado a proteger lo que nos hace esclavos en pos de aumentar las ganancias, de que el valor exprima la vida...ellos ya han elegido su posicon. ¿Nosotros, tú?. ¿Como enfrentaremos a esta gente que ante este llamado se multipicara? ¿Como reconoceremos a quienes estan con nosotros? Tarea pa´la casa.

Como dijimos en un artículo anterior: El Estado parece estar siempre un paso adelante de nosotros...porque asume el conflicto y violentamente lo normaliza…lo incorpora a nuestra existencia como la cotidianeidad que además reproducimos. De lo que se trata es asumir en serio esto. Siempre hemos estado en guerra pero es importante que un Estado lo declare oficialmente pues se traduce en una política clara y precisa sobre aquello que se quiere “extirpar”. Y es importante que sepamos a quienes lo hace y no nos ceguemos que solamente la espada caerá sobre un sector. Es la guerra contra los que actúan y luchan en pos de reafirmar la vida sobre el valor.

Cada cual vera de que lado de la vereda se pondrá.

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