El siguiente corto relata varias verdades del mundo moderno. La historia muestra la vida monótona y rutinaria de los seres humanos en los tiempos actuales. Hoy el empleo o el trabajo se transforma en el sufrimiento de muchos y muchas ¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar? En la antigüedad se valoraba el tiempo de ocio, la gente con poder no trabajaba, ahora, en cambio, hasta los mas poderosos trabajan, porque su principal objetivo es la acumulación de mercancías. Si en la antigüedad la libertad se conseguía al liberarse del trabajo, en la actualidad la libertad se consigue acumulando obscenamente dinero y mercancías. El anterior ejemplo es para ilustrar un cambio de mentalidad en la historia, porque es necesario dejar claro que las jornadas laborales de los desposeídos son mucho mas duras y humillantes que las de los humanos con poder, eso sigue siendo una constante.
La mayoría de la población se ve en la necesidad de vender su fuerza de trabajo a cambio de dinero. No les queda otra. Desde el reponedor de supermercado, hasta el profesor de escuela; desde el trabajador forestal, hasta el oficinista, todos, con mayores o menores sueldos, con mayores o menores estudios, son proletarios, en tanto lo único que tienen para vender es su fuerza de trabajo. La sociedad moderna nos a quitado todos los medios de subsistencia haciéndonos totalmente dependientes del mercado, por tanto del capital, del dinero. Esto tiene sumida a gran parte de la población en la obligatoriedad de trabajar en cosas que no les gustan o francamente detestan, las cuales no dan ningún sentido a su existencia, mas que una rutinaria alienación constante.
Por último, en el corto, se ejemplifica el llamado “fetichismo de la mercancía” una idea moderna que consiste en la creencia de que las cosas o mercancías aparecen de la nada, olvidando que son creaciones humanas. Por lo general cuando queremos tomar una taza de te, simplemente pensamos en donde podemos conseguirla, o cuanto cuesta, para poder comprarla. La cajita de té estará siempre mágicamente expuesta en las estanterías de cualquier supermercado. Lo que se nos olvida es que para que esa cajita de té exista tuvieron que trabajar un numero importante de humanos. Los que plantaron y cosecharon el té, los que hicieron las bolsitas, los que hicieron la cajita de cartón en donde vienen las bolsas, los que hicieron el abono para las plantas de té, los que trabajaron en el transporte del té hasta el supermercado, los reponedores del supermercado que llevaron la cajita al estante. Así, cuando compramos una caja de té, tenemos una cadena de cientos o miles de personas que trabajaron para que el té llegara a nuestras manos. Eso se nos olvida, se nos olvida que todo lo que nos rodea es producto del trabajo humano, lo cual, en las sociedades actuales en donde el trabajo es una rutina desagradable, muchas veces deviene en sufrimiento humano. Una verdadera revolución sera aquella que termine con el trabajo asalariado, el trabajo asalariado no dignifica, sino que embrutece, deshumaniza nuestra vida. Por algo la palabra trabajo viene de tripaliare, que proviene de tripalium, que quiere decir tres palos, lo cual era una herramienta de tortura para azotar esclavos en roma. El trabajo es tortura, así de simple.
Por S. Grasso.
El video lo puedes ver aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=cxUuU1jwMgM&feature=player_embedded
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