lunes, 6 de mayo de 2013

RAT FARM

Tres décadas de carrera y a pesar de las separaciones y los problemas internos, Meat Puppets sigue produciendo material con una frecuencia que deja atrás a las bandas más jóvenes y energéticas. En "Rat Farm" los hermanos Kirkwood vuelven a atrapar a su público con un disco de gran calidad que sin ser rupturista apunta hacia la sencillez y a continuar lo que saben hacer mejor. Una vez más, la banda de Phoenix recurre a su fórmula de ritmos simples, rasgueos de guitarra directos y características armonías vocales. Un sello inconfundible que no termina de encantar.

Ejemplos claro de esos recursos están en la homónima 'Rat Farm', una sólida base de batería con guitarras ruidosas que dan paso a una sección reggae, el beat casi infantil de 'You Don't Know', o la excelente 'Down', primer adelanto del disco que confirmó que el talento de la banda se mantiene inalterable. Su riff, estructura y melodía la hacen una pieza perfecta de rock pop que cautiva a la primera escucha.

La llegada de Elmo Kirkwood, hijo de Curt, como segundo guitarrista tiene un efecto en el sonido de la banda que no pasa inadvertido. Encontramos así más capas, solos y  pedales en 'One More Drop', 'Original One' –que recuerda al Meat Puppets más clásico-, o en la más psicodélica 'Again'. Son canciones que suenan más recargadas pero que dejan espacio y logran un notable balance entre la tradición de la banda y un necesario toque de modernidad.

Fieles a sus raíces americanas hay también, como en cada disco de la agrupación, referencias a la música norteamericana en ' Waiting' y 'Sometimes Blue', cortes que exhiben claras notas al bluegrass y folk estadounidense, mientras que la sección final con 'River Rose' y 'Sweet' demuestran la pericia en la composición que la banda ha alcanzado en su larga trayectoria, intercalando diferentes secciones y cambios de ritmo con una naturalidad que sorprende.

Con catorce discos en el cuerpo y habiendo pasado los cincuenta años, resulta admirable que Curt y Cris Kirkwood sigan sonando tan frescos, juveniles y contemporáneos como hace tres décadas. A estas alturas no es su meta y tampoco necesario mostrarse como algo que no son. Su estampa sigue estando ahí y la engañosa pero efectiva sencillez de sus canciones es prueba irrefutable de un talento que pocos pueden ostentar.


Por Álvaro Rojas.


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