martes, 24 de septiembre de 2013

HESITATION MARKS

En los tiempos de “White Pony” hace ya trece años, “Chino” Moreno hablaba de la imposibilidad de estar enojado todo el rato. El tiempo y los sucesivos discos de Deftones establecieron la conveniencia de manejar la ira y reconvertir su fuerza, en beneficio de nuevas emociones y vetas creativas. 

Algunos se preguntan frente a este nuevo álbum de Nine Inch Nails dónde ha quedado la rabia, la desazón existencial característica de Trent Reznor, estilizada en un rock genuinamente vanguardista e inquietante, de indiscutida influencia en el género por décadas. Mutó. Esa es la respuesta.

El músico de 48 años vivió publicitados infiernos narcóticos y etílicos. Como buen genio, es contradictorio. En 2009 dio a entender que el grupo no iba más. Hizo la correspondiente gira del adiós (a estas alturas uno de los embustes más socorridos de la industria), y se dedicó a nuevos proyectos. En “Hesitation Marks”, título alusivo a las cicatrices de quienes intentaron cortarse las venas, hay claros reflejos del sentido más pop y ambiental de How to Destroy Angels (el grupo junto a su esposa Mariqueen Maandig y el productor Atticus Ross), y las bandas sonoras de “The Social Network” (2010) y “The Girl with the Dragon Tattoo” (2011).

Por supuesto, sigue siendo Nine Inch Nails. La sensación de inminente estallido ronda esta nueva colección de canciones, pero son otros los acentos dominantes. Lejos quedan los gritos, las baterías nerviosas, los riffs bajo distorsión. La posición de las máquinas, los sintetizadores, las programaciones, domina la escena. Los efectivos singles ‘Copy of A’ y ‘Came Back Haunted’ representan fielmente aquello. Música electrónica de enfoque rock.   

Reznor llegó al punto de examinar el pasado y sus momentos tortuosos tratando de sacar algo en limpio. Las letras de ‘Find My Way’ y ‘Everything’ son explícitas. Por otro lado ‘All Time Low’ es como un spin-off de ‘Closer’, con un cachondo fraseo, ambiente sugerente que se extiende a ‘Satellite’; ‘Dissapointed’ marida con seductor estilo un ritmo minimalista y murallas de guitarras recargadas. ‘Running’ recurre a similares teclas, un tiempo perfecto para una rave. ‘In two’ funde el pasado más agresivo de NIN con una nueva manera de resolver coros, recurriendo incluso al falsete. ‘While I’m Still Here’ suma percusiones con una línea melódica que parece rescatada de un pasado en sepia. Se funde en ‘Black Noise’, la canción final, telón donde un orquestado caos sónico se estampa in crescendo.

Un barniz cinematográfico recubre “Hesitation Marks”. Trent Reznor tranzó rabia por un relato mayor, más abierto, menos obvio, de mejores ángulos. Su lenguaje no pierde términos sino que suma conjugaciones. Este disco no solo está a la altura de los clásicos de Nine Inch Nails. Abre otros territorios de un roquero que no se resiste a explotar sus angustias, y transformarlas en arte de alta factura.       



Por Bernardo Devia.



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