“Son viejas canciones”. Y es verdad. No sólo porque lo haya dicho Ron Aniello, productor del disco 2014 de Bruce Springsteen, “High Hopes”. En los hechos, es el primer trabajo de The Boss que contiene sólo covers, descartes y versiones revisitadas de temas ya grabados. Es claro que son viejas canciones, pero cabe preguntarse si eso lo hace un registro de menor cuantía.
Uno de los detalles no menores es que la placa se grabó de manera nómade, en medio de la extensa gira “Wrecking Ball Tour”, que incluso lo trajo por primera vez a Chile. Comunicándose por chat con Aniello, Springsteen se las arregló para armar en medio de la locura del viaje un conjunto de doce convincentes canciones.
Un disco hecho así, casi a la rápida, corre el riesgo de la irregularidad y la desprolijidad. Más aún si las sesiones se tuvieron que hacer en diferentes lugares y estudios. Lo mismo con los músicos involucrados. De hecho, por razones de agenda, estuvo ausente en la mayoría de los temas uno que es fijo en el sonido de la E Street Band: Steven Van Zandt, ocupado en las grabaciones de la serie de televisión Liluhammer, por lo que cedió su puesto ni más ni menos que a Tom Morello.
Pese a todas estas circunstancias, el largaduración está muy por encima de las expectativas, alcanzando un sonido brillante y enérgico. De alguna manera, es como si la energía que The Boss destila sobre el escenario, se hubiera trasplantado a la placa.
El aporte de Tom Morello en ocho de las doce canciones es gravitante para darle a “High Hopes” un toque especial. Es el cruce de dos sonidos y dos sensibilidades que se potencian mutuamente. No en vano, la grabación de varios de los cortes fue sugerido por el mismo Morello. Es el caso de ‘American Skin (41 Shots’), o ‘The Ghost of Tom Joad’, alguna vez grabado por Rage Against The Machine.
Algunas composiciones se remontan tan atrás como 1979 (‘Just Like Fire Would”, de Suicide, sugerida también por Tom Morello), o ‘High Hopes’, grabada en 1995 por Springsteen en el EP “Blood Brothers”. Canciones todas que rezuman frescura y vigor. Sabemos que la discografía (como legado) de The Boss ya es un hecho consumado, y que poco más necesita agregar a ese “monumento”. Por lo mismo, “High Hopes” aparece como una confirmación de la vigencia que Bruce ostenta en el escenario.
¿Reciclaje musical? Por supuesto, pero en el mejor sentido. Esto permitió incluso el rescate de tomas del fallecido Clarence Clemons, cuyo saxo se escucha en dos de los tracks. Queda para la anécdota la filtración antes de tiempo por parte de Amazon, que permitió que para muchos fanáticos “High Hopes” llegara casi como un regalo navideño.
El álbum esta cruzado de principio a fin por las obsesiones de Springsteen: la crónica urbana donde sus protagonistas desafían la adversidad, sobreponiéndose a puro espíritu sobre la vida y sus dolores. Lo que se impone, como siempre, es la calidad. Quizás lo mejor es solamente escuchar el disco, dejando de lado las circunstancias de producción, olvidando todo y dejándose llevar por su inspirador sonido.
Por Pablo Padilla Rubio.
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