domingo, 23 de febrero de 2014

SCREAMING LIFE/FOPP

Una completa celebración para los coleccionistas de la movida de Seattle es este relanzamiento con los dos primeros epés de Soundgarden. “Screaming Life” (1987) y “Fopp” (1988) componen dos totales documentos formativos para entender el desarrollo de la llamada “escena alternativa” germinada en distintas áreas de Estados Unidos durante la segunda mitad de los ochenta. Una movida impulsada por los fanzines, el desapego hacia el rock de peluquería y el boom de las radios universitarias.

“Screaming Life” es la voz de una banda con hambre de trascendencia, sonido aún por definir, pero el horizonte claro a la hora de las proyecciones. Ambos mini álbumes muestran la brillante colisión de ideas, estilos y feedback de un repertorio fresco y atípico para la época, aún bastante marcada por el hardcore y sus sucedáneos. Pese a esta fase casi embrionaria, Soundgarden ya mostraba sus cartas, casi como si nos refiriéramos a unos elegidos: ‘Hunted Down’ y ‘Entering’ ponían clara la mirada de la banda hacia el proto doom adjudicado al catálogo inicial de Black Sabbath, además de la herencia de Killing Joke. Nadie sonaba como ellos.

Con la finalidad de mantener la intacta la esencia de aquel período, Sub Pop optó por reclutar al productor Jack Endino para la remasterización. “Screaming Life” fue uno de los primeros trabajos que el “arquitecto del grunge” tuvo a cargo. Por ello, el toque del hombre en teclas tras “Bleach” (Nirvana) apuntó a solo a darle más consistencia a las pistas originales.

Otro plus típico para esta liga de relanzamientos consiste en rescatar temas por años olvidados o sacados del espíritu del fan habituado a los listados más “calados”. Por ello, es sumamente gratificante percibir el nivel superlativo que la banda exponía con canciones como ‘Nothing To Say’. Estaba la estampa expansiva del timbre vocal de Cornell, los alucinógenos riffs de Kim Thayil, sosteniendo un puente entre la psicodelia y el space rock, además de los azotes de Matt Cameron, castigando la batería, casi como si fuese un relevo natural de Keith Moon; y no nos olvidemos del aporte de Hiro Yamamoto, todo un personaje en este período del grupo, previo al fichaje por SST y el suceso que alcanzarían a partir de 1990.

Agregando los bonus (‘Fopp’ dub mix y ‘Sub Pop Rock City’) no pecamos de hiperventilados al señalar esta reedición de Soundgarden como una parada obligada para cualquier seguidor del grupo. Y es que ya lo han demostrado en sus conciertos de los últimos tres años: el cuarteto de Seattle presenta con orgullo guiños de casi toda su historia, sin siquiera acercarse al obseso formato del show en clave “grandes éxitos”. Lo más probable es que algo así suceda en el esperado concierto agendado dentro del marco de Lollapalooza Chile 2014. Nunca está de más un poco de historia.





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