domingo, 20 de abril de 2014

INDIO SOLARI - PAJARITOS, BRAVOS MUCHACHITOS

En su cuarta entrega como solista, el ex Redonditos Indio Solari se mantiene firme en lo esencial de su propuesta: inteligencia a toda prueba. Porque, sin ser un rock pretencioso o de impostura vanguardista, Solari sabe armar un sonido que va un paso más allá de la pasión ricotera que las masas pregonan. Su mirada es mucho más aguda, y el disco 2014, “Pajaritos, bravos muchachitos”, mantiene ese sello. Parte central de lo logrado reposa en la calidad de la banda que lo acompaña, “Los fundamentalistas del aire acondicionado”.

El despliegue cerebral transcurre por lo menos en dos planos, que no siempre se acompañan mutuamente en el rock: el de la música y el de las líricas. Solari ofrece al auditorio un repertorio de temas en que, con diferentes resultados, los dos planos operan buscando centrar la atención.

Claro que esta apuesta inteligente corre riesgos (es parte de lo interesante que tiene), y no siempre se impone. Quizás por eso, parte de la crítica en Argentina no ha recibido de la mejor manera. En una de esas, tanto despliegue intelectual es fácil de ser percibido como un ejercicio en el cual el Indio, para muchos, no hace más que tratar de pasarse de listo. Puede ser. Parte de sus detractores apuntan a un hecho que no tiene tanto que ver con el disco mismo, sino que más bien con que, en sus recitales, Indio Solari insiste en seguir girando a cuenta de los Redondos.

Pero la placa 2014 debiera ser vista con otros ojos. El caso es que la doble articulación música/contenido, ofrecida en “Pajaritos, bravos muchachitos”, sin ser totalmente perfecta, la verdad es que está mucho más arriba que buena parte de la producción rockera de la actualidad en Argentina.

En el plano del contenido, Solari sigue tocando una tecla conceptual que ya es habitual en sus discos. Nos referimos a la referencia de marcas y fenómenos mediáticos en sus letras. Lo que antaño fueron menciones a Greenpeace, Nike, Martini y Tafirol, esconde una operación intelectual en la cual “el medio es el mensaje”. Es decir, Solari indaga y toma el pulso de la sociedad actual a través de las señales que el consumo masivo ofrece. Por eso, no es casual que su disco 2014 esté plagado de referencias a internet y sus lugares comunes. Lo evidente es la mención a Twitter en el título y el tema que abre el disco, ‘A los pájaros que cantan sobre las selvas de internet’. Pero en el fondo, el disco entero, sin ser conceptual, remite a la incomunicación disfrazada de conexión. Destellos de una luz que, lejos de iluminar, a la larga puede dejar ciego.

Musicalmente, el disco despliega una propuesta coherente, sostenida en diferentes pulsos que acompañan y orquestan al Solari vocalista, una tarea no menor. En ese sentido, en muchos de los arreglos se reconoce una preocupación por arropar la lírica. Parece evidente que los mejores momentos son los temas marcados por un pulso a medio tiempo, que pese a ser menos veloces, entregan una intensidad que conmueve, con la banda en su mejor estado y un Solari muy bien ubicado en cuanto a lo vocal. De hecho, hay una seguidilla de temas que representan en grupo este lado esplendoroso de la propuesta del Indio: ‘A la luz de la luna’, ‘Las supersticiones traen mala suerte’, ‘Amok ¡ Amok!’, ‘Chau mohicano’, ‘Arca monster’ y ‘Cada pequeña muerte’ presentan riffs poderosos que convencen de inmediato, con las guitarras de Gaspar Benegas y Baltasar Comotto y el filo irónico del Indio en pleno uso de sus facultades corto punzantes.

Hay problemas que asoman cuando, justamente, Solari corre el riesgo y se sale de este registro, imprimiendo una velocidad que a veces no puede manejar. Por un asunto de vocalización, cuando Solari se ve más exigido en cuanto a ritmo o altura de tono, la letra se tiende a diluir. Es lo que sucede con ‘Babas del diablo’, o en apuestas definitivamente jugadas, como ‘Mi pajarita pechiblanca”, tema de perfil cabaretero con el cual cierra el disco. Este tema, en todo caso, es destacable porque Indio Solari vuelve a reunirse con antiguos compañeros de los Redonditos, Daniel "Semilla" Bucciarelli, Sergio Dawi y Walter Sidotti.

Todos estos rasgos son irregularidades de un buen disco. En cualquier caso, el total instala a “Pajaritos, bravos muchachitos” como una placa de fácil audición, que se puede repetir y, eventualmente, ganar protagonismo en la parrilla personal. Una recomendación de alto nivel para adentrarse más en uno de los nombres consulares el rock argentino, no demasiado conocido en Chile. A ponerle más atención.


Por Pablo Padilla Rubio.



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