domingo, 22 de junio de 2014

THE BLACK KEYS - TURN BLUE

Hay un viejo dicho que reza: "El éxito se debe a una fusión de talento y suerte". En aquella proporción The Black Keys tiene mucho de lo primero, pero sus inmensos logros -entre ellos su ascenso estratosférico para convertirse en una de las bandas más grandes de Norteamérica- también se debió a estar en el lugar correcto en el momento adecuado. 

En Nashville tienen a sus vecinos Kings of Leon, quienes han caído en una suerte de irrelevancia artística y la implosión del archi-enemigo Jack White y sus recordados The White Stripes creó un vacío creativo para que apareciera un rock inteligente, descarado y con personalidad, más la necesidad de una figura mesiánica que se convirtiera en el siguiente campeón de la causa rock.

“El Camino”, disco anterior, fue el sonido de The Black Keys estirando los  músculos para alcanzar la posición adecuada, al dominante, mientras que “Turn Blue” es el sonido de la banda desnudando hasta el alma y probando los límites de los parámetros establecidos en el mundo del entretenimiento rock-pop.

“Turn Blue” es mucho menos frontal que ambos discos anteriores, el ya citado del 2011 o el “Brothers” de 2010, hecho que podría con facilidad dividir a sus fans: es tan distinto en su naturaleza que podría llegar a defraudar si no se le presta la debida atención. Estamos frente a un álbum que obliga a poner atención, ya que aparentemente discurre entre piezas de medio tiempo y ralentizadas, y solo te la hace fácil cuando llegan canciones como ‘Fever’ o ‘Gotta Get Away’.

Partamos con que los Black Keys merecen algo de crédito por el hecho de ir más allá de himnos blues funk pop para abordar las sutilezas de trabajar con texturas. Canciones como texturas. Por ejemplo, ‘It’s Up To You Now’ comienza y termina como un tema de Bo Diddley, pero desvaría con Led Zeppelin o la misma canción que le da título al álbum se instala en una rítmica hipnótica que se queda pegada sin problemas durante casi cuatro minutos, y ojo, que la anterior, la primera del disco, había durado casi siete. Y mientras la taquillera ‘Fever’ es menos afectada con su onda más happy-afiebrada, resulta que se termina quedando como un pegajoso estribillo.

No le crean en la etiqueta de que este nuevo álbum de The Black Keys es su álbum más sexy a la fecha (por la cantidad de referencias a la música soul negra y al influjo soul de Motown y Stax que impregna de fuerza sensual a varios temas)… ¿sexy tal y como se tratase de QOTSA? Ni los comparemos excepto en un punto, el que “Turn Blue” es en gran medida un disco que derrocha vulnerabilidad y está inspirado en el tema de la ruptura. Por ejemplo, hay un tema llamado ‘In Our Prime’ que probablemente sonaría más dinámico y hasta sutil en las manos de alguien como Gary Clark Jr., pero nuevamente esto viene a probar que existen numerosos puntos de encuentro con The Black Keys y la música negra y de pasada, en este caso puntual, con la clásica progresión Beatles.

La apertura de ‘Weight of Love’ nos hace desechar de entrada toda noción de que The Black Keys podrían despachar “El Camino Parte II”. Cuando se compara la primera canción de su séptimo disco, la bulliciosa y divertida ‘Lonely Boy’ con ‘Weight of Love’, de inmediato se traiciona el esquema anterior. Este es un disco que no pretende entrar a la primera, es menos directo, más sutil y menos descarado.

La épica ‘Weight of Love’ se despliega como un mar extenso de heavy blues (a la Neil Young) con astillas de un funk sombrío. De hecho, se tarda más de dos minutos antes de que un hastiado Dan Auerbach comience a cantar y termina con una serie de solos de guitarra que remiten a la zeppeliana escuela de Jimmy Page. En serio que es una gran apertura, la primera de 11 movimientos que realizará el dueto: ‘Weight of Love’ es una de las mejores canciones de rock de esta temporada y sorprendentemente será lo más crudo y blusero que los Black Keys mostrarán de aquí en adelante. Porque “Turn Blue” tomará una dirección diferente de aquí en adelante.

Aunque lírica y temáticamente es su álbum más reflexivo y revelador, “Turn Blue” sigue siendo un disco que tiene cierta picardía seductora y hasta podría ser eminentemente bailable, pero para bailar lento eso sí, sea dicho. Danger Mouse vuelve a estar a cargo de la producción, un tipo que hace rato demostró que puede tejer hábilmente con los hilos narrativos de la angustia y la melancolía y diseñar estructuras de canciones con mucho groove y onda: ‘Lovers’ sería el supremo ejemplo de esto y el que The Black keys siga compartiendo labores de producción con él, desde el “Attack & Release” en 2008 es una muestra de confianza de que con su ayuda seguirán haciendo discos "que no suenen iguales entre sí".

Temas como la sexy (Ok, se aplica aquí el término) ‘10 Lovers’ y la maravillosamente misteriosa ‘Waiting on Words’ (que suena como la apertura de una película de Quentin Tarantino) sonarían totalmente en sintonía con el proyecto de indie -rock de Danger Mouse llamado Broken Bells. Eso no es necesariamente algo malo, pero es un cambio que causa una "discordia", este es el disco en el que Danger Mouse lejos ha tenido mayor influencia en la producción.

The Black Keys siguen siendo unos maestros en lo de la "apropiación cultural" recolectando todo desde el soul sesentero, el krautrock y la psicodelia Beatles para adaptarla a la base de blues-rock propias de las estructuras de sus canciones en “Turn Blue”. ‘In Time’ despliega este falsete obstinado del Auerbach de ahora maridado con un suave funk-rock, mientras la que cierra, ‘Gotta Get Away’ es una rockera que puede llegar a sonar tonta e inocentona pero es divertida, sucia y borracha como el mejor de los clichés del Rock& Roll. No son pocos los que opinarán que este tema no tiene ninguna relación con los demás y debería de haber sido desechado, sin embargo, la temática del huir y abandonar tras el quiebre le proporciona un sentido.

Temáticamente el álbum es similar al canon ya establecido por el dúo de Ohio: corazones destrozados, sueños e ideales fracturados y la siempre presente amenaza de la inminente soledad inminente; a este menú se le agregan los paisajes sonoros. Un rechazo a la naturaleza duradera del amor es el que envuelve todas las canciones y es el espectro fantasmal de la ex esposa de Dan Auerbach, con quien tramitara su divorcio durante la grabación del álbum, el que ocupa un lugar preponderante en todo. La revelación más clara de que este es el álbum de "ruptura" de Auerbach es ‘Bullet in the Brain’, con su confesión aquella de que "Los corazones empezaron a oxidarse y el diamante convertido en polvo", antes de reconocer que cantar sobre las tribulaciones de su malogrado romance es su propia forma de terapia en las siguientes líneas: "Me hiciste hablar de todo el dolor que tenía dentro mío...".

Y en la excelente ‘Year in Review’, Auerbach se la juega con un "¿Por qué siempre vas a querer amar a los que te hacen daño? / Para luego desmoronarse cuando se van y te abandonan", una sensación que se hace eco con el estribillo de la canción que abría el disco, ‘The Weight of Love’, en la que advierte de protegernos de la pesada carga del amor.

Y aunque aquí los ganchos musicales son varios, la atención al parecer se ha desplazado desde lo que fueran los coros del enorme tamaño que es escuchaban en “El Camino” a la preponderancia de la atmósfera sobre la melodía. Considerando que las canciones de ese disco se podían aplicar a la pista de baile las de “Turn Blue” también te mueven aunque de otra forma como la de susurro en el oído. Seductor es la palabra que se nos viene a la cabeza una y otra vez.

The Black Keys se mantienen fieles a su instinto y siguen pensando en quiénes se den el tiempo de escucharlos. Los que quieran otro ‘Lonely Boy’ o ‘Tighten Up’ tendrán que conformarse con ‘Fever’, si es que, y aceptar que “Turn Blue” es un convite a largo plazo. Y que el dúo sigue haciendo lo que quiere. Le guste o no a Jack White.





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