domingo, 31 de agosto de 2014

ANTEMASQUE - ANTEMASQUE

Se pensaba que la dupla compuesta por Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala estaba muerta. Enterrada bajo ese monstruoso proyecto –a veces tiránico– que fue The Mars Volta, una bestia que pedía y pedía a gritos mayores y más riesgos, algo que finalmente fracturó a una pareja que siempre estuvo a la vanguardia en cuanto a riesgos estilísticos uno se refiere. 

Mal que mal, tampoco hay que ser muy lúcido para decir que el reconocimiento a At the Drive-In pasa precisamente porque ese proyecto forzó hasta sus límites su propia sonoridad.

Pero bueno, aún cuando ambos estaban dedicados a otros proyectos (Rodríguez-López ensimismado en su sello, lanzamientos múltiples, su nueva banda Bosnian Rainbows y algunas colaboraciones con John Frusciante; Bixler-Zvala formando Anywhere antes de volver a trabajar con su compañero), la aparición de Antemasque fue una sacudida para todos. La confirmación del regreso de la dupla sólo hizo que aumentara la expectativa respecto a cuál es el nuevo sonido que presentaría esta nueva formación.

Aunque en un principio Flea colaboró con líneas de bajo y además contaron con el apoyo de Dave Elitch, lo cierto es que en los 30 y tantos minutos que tiene el debut de esta nueva banda, lo que se escucha es ciento por ciento a Rodríguez-López y a Bixler-Zavala. Incluso el guiño a Chick Corea y su álbum “A.R.C.”, de 1971, tiene que ver con la apuesta de ambos en esta nueva agrupación. Quizás hay “concesiones” o, mejor expresado, aproximaciones a temas con un formato más tradicional, como por ejemplo en ’50.000 Kilowatts’ o en el tema que da inicio a este álbum, ‘4AM’. Estos dos cortes se alejan de la estética que hemos conocido de ambos artistas en sus distintos proyectos. No así con ‘Memento Mori’ o ‘Ride like the Devil’s son’, en la que se distinguen sonidos muy cercanos a lo que hicieron en The Mars Volta.

Lo interesante, entonces, del debut de Antemasque radica en la capacidad de la banda en explorar en otros sonidos. El funk-rock frenético de ‘I got no remorse’, por ejemplo, o la psicodelia acústica de ‘Drown all your witches’ siguen un camino distinto y parecen islas entre esta suerte de enfrentamiento soterrado que se presenta en este álbum homónimo. A ese grupo, aunque en menor medida, puede sumarse ‘Providence’, aunque sigue ciertos patrones de la última etapa de The Mars Volta.

Es innegable que hay una especie de enfrentamiento soterrado en el debut de Antemasque, en el que se enfrentan las ambiciones más vanguardistas con una propuesta más tradicional. Lo bueno es que se halla un equilibrio entre ambos caminos, lo que se traduce en una apuesta que tiene todos los atisbos de terminar en buen puerto, si es que los egos no chocan nuevamente. Como sea, el debut de Antemasque se celebra como el regreso de una de las duplas musicales más atrevidas del último decenio y eso, de por sí, ya es motivo suficiente de alegría.


Por Orlando Matamoros.



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