
Luego, se armaron bandos en redes sociales: por acá aquellos que alucinaron con esta nueva colección de canciones, proclamándola por sobre el alabado debut "Juventud Americana" (2012); al otro lado quienes insinúan desdeñosos, la presencia de un grupo sobrevalorado, gusto de especialistas y esnobistas a lo sumo. Al medio, Ases falsos ya habla de recorrer el vecindario latinoamericano en 2015, dando paso a las demostraciones de confianza más allá del terreno musical, una novedad para un grupo siempre más cerca del cinismo y la distancia. La banda de Cristóbal Briceño sabe que cuenta con un puñado de temas sobresalientes, mientras su artesanía compositiva y en arreglos sigue en alza.
En una época donde la novedad y el mérito es grabar con equipos vintage y sonar como si el tiempo retrocediera, Ases falsos se esfuerza más allá de apropiarse de las cáscaras del pasado. Entre distintas posibilidades, "Conducción" exhibe pasajes de música negra reinterpretada por blancos como lo hacía en los ochentas, por ejemplo, Simply red, o algunos éxitos de Spandau ballet. No quiere decir que Briceño trate de cantar como Mick Hucknall o Tony Hadley, para nada, sino de filtrar las influencias del soul con un gesto propio, mediante armonías que suenan chilenísimas. Así sucede en 'Mi ejército' y 'Cae la cortina', o el saxo que corona la excelente 'Búscate un lugar para ensayar', un potencial single. De hecho, de forma deliberada la voz asume un color popular, directamente importado del ámbito de la música cebolla. El fraseo es apretadito, un poco chillón, sufrido y acalorado al mismo tiempo.
Otras esquinas sugieren al trabajo en un espacio musical similar al conjunto pop coral italiano característico de los 70, canciones con ligero protagonismo de los teclados como ocurre en 'Plácidamente', cuyo ritmo sugiere agradable efervescencia y ligereza, aunque la letra describe un estado depresivo del protagonista. Ese tipo de dicotomía, una de las firmas de Ases falsos, se repite en 'Niña por favor': una melodía suave, guitarras de palo, agradables arreglos de cuerda para un relato donde Briceño suelta desprecios personales -“tengo mis amores profundamente enamorados de mis odios, juntos me impulsan a negarles mi aprecio a ratas imitadoras…”-. Así también el comienzo del álbum y su remate –los temas 'Mantén la conducción' y 'Una estrella que se mueve'-, evocan paisajes pastorales, con arreglos de flauta y guitarras acústicas remitentes a un tipo de folclor chileno que ya no se practica, mezclado con música romántica. "Conducción" es el tipo de álbum que presume con argumentos sólidos la existencia de vida inteligente y propositiva en el pop rock. Mientras esa casilla supone liviandad y fines de mercado, Ases falsos inserta mensajes y referentes con tratamiento de primera clase.
Por Bernardo Devia.
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