domingo, 21 de septiembre de 2014

KAREN O - CRUSH SONGS

El sonido digital nunca convenció a John Peel. Una de sus frases memorables al respecto, citada hasta la saciedad por los coleccionistas de vinilos, fue «la vida tiene ruido de superficie». 

Era el argumento con el que zanjaba su postura contraria al CD y al audio sellado al vacío. El inimitable Peel, promotor de los Yeah Yeah Yeahs desde antes de "Fever to tell", estaría complacido de saber que Karen O sigue esa línea de pensamiento en su naciente carrera solista. Si el ruido de superficie es sinónimo de autenticidad, "Crush songs" equivale entonces a un cuadro hiperrealista.

Precariamente registrado en el departamento de la cantautora, el disco causa un pudor semejante al de abrir un diario de vida ajeno. Obviando que fue publicado de manera oficial, gesto inequívoco de consentimiento, a ratos se vuelve tan intimo que provoca la sensación de estar violando la privacidad de la neoyorquina, como pasó en 2006 cuando se filtraron, bajo el título "KO at home", las grabaciones caseras que le regaló en CD-R a Spike Jonze.

Una tajada de "Crush songs" corresponde a esa época de dudas sobre el origen, el sentido y las consecuencias del amor y las relaciones que se establecen en torno a él, pero la propuesta de "KO at home" era liviana y pulida en comparación a los nubosos bosquejos que conforman el verdadero debut de O. Un disco en el que nada parece terminado ni listo para consumir: 'Visits' es el único momento en que una caja de ritmos se digna a aparecer; el resto del tiempo hay que conformarse básicamente con un par de notas de guitarra acústica acompañadas por diversas variantes de ruido blanco.

Rehén de sus afectos y ansiedades, Karen O confiesa que se trastorna con la sola mención de un nombre ('Ooo') y se pregunta «¿realmente necesito otro hábito como tú?» después de afirmar que «el amor es una puta perra» ('Rapt'). Su transitar es zigzagueante y errático: crea capas de voces que empapan de angustia 'Beast' para luego desistir casi por completo de instrumentar la fugaz 'Comes the night'. Sube poco y nada su voz, acostumbrada a gritar, acentuando la noción de que las grabaciones, efectuadas entre 2006 y 2010, eran un sonrojante secreto casero.

Pero, por mucho ruido de superficie que inserte, no está al nivel de Robert Pollard o Lou Barlow. Falla al extraer la pulpa de sus canciones, pese a mantenerlas breves. Como conjunto, este experimento lo-fi es una curiosidad para fanáticos acérrimos de Yeah Yeah Yeahs, nada más. Aunque lo redimen 'Body' y 'Day go by', vulnerables y hermosas, el noctívago "Crush songs" presenta ideas inconclusas y sin mucho potencial, como una básica dedicatoria a Michael Jackson ('King') o un descartable cover de los Doors ('Indian summer'). Que Karen O venda sus demos a través del sello de Julian Casablancas no significa que valgan la pena. Sólo confirma su calidad de ídola.





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