Casi una década le tomó al sempiterno Billy Idol grabar un nuevo disco de estudio, sin duda una verdadera eternidad, pero que, sabiéndose poseedor de un nicho donde no tiene competencia alguna, es obvio que no siente urgencia ni presión alguna de meterse en el estudio.
Claro, porque ningún otro artista tiene esa amalgama sónica que combina un poco de punk, un poco de power pop, un poco de hard rock, un poco de new wave y un poco de metal, con una facilidad camaleónica. Sin duda Idol es único en su especie y en su nuevo disco “Kings & Queens Of The Underground” lo demuestra una vez más. Sólo como él sabe.
Si ser un mal disco para nada, el problema de K&QOTU, es que es una placa muy desbalanceada, sólo dos temas auténticamente rockeros llenos de esa mala leche marca registrada del blondo cantante, es demasiado poco, sobre todo cuando el guitarrista de tu banda es el brillantísimo Steve Stevens. ‘Postcards from the past’ que nos retrotrae de inmediato a la época del mejor álbum del cantante (“Rebel Yell”, 1983), con su riff muscular, una voz aguerrida y un solo de guitarra muy flashy, es por lejos lo mejor del disco. Seguida de cerca por la durísima y veloz ‘Whisky and pills’, otro temazo, donde Stevens lo borda.
El resto es de dulce y de agraz. Un buen comienzo con la melódica y tranquila ‘Bitter pill’, nos introduce paulatinamente en el álbum con sonidos familiares, para luego caer en el primer single ‘Can’t break me down’ con su sonido pop teenager. ¿Nadie le avisó a Billy que ya tiene 58 años? Por suerte la broma queda atrás rápido y aparece un corte como ‘Save me now’ recordándonos la new wave de los 80’s pero con elegancia y buen gusto. ‘One breath away’ es otra de las mejores del disco, sin duda esta es la mejor versión de Idol, ritmos cadenciosos, letras provocativas, y ese groove sensual y sexual que siempre ha sabido exacerbar el ex vocalista de Generation X. Y lo cierto es que su voz se mantiene en muy buena forma, tal como su físico, ceñido y fibroso que parece no acusar el paso del tiempo.
En el tema título encontramos una influencia nueva en el sonido de Idol, la mezcla de arreglos acústicos de corte folk a lo Jethro Tull, que terminan redondeando un tema bello y elegante, diferente. ‘Eyes wide shut’ mantiene la tónica de temas pausado y tranquilos, de fina instrumentación y una gran voz de Idol, material de corte más introspectivo que terminaron dominando sin contrapeso el disco. ‘Ghost in my guitar’ ya empieza a molestar un poquito con esta versión de Idol tan baladista, lo que se repite en ‘Nothing to fear’ que no exenta de feeling y sensual elegancia, nos avisa que ya estamos por llegar al final del disco y del rock bien gracias. ‘Love and glory’ se la podría haber regalado a U2, por lo melosa y el bonus track ‘Hollywood promises’ no es mucho lo que mejora la evaluación final del disco.
Me parece que en 9 años Billy se podría haber esforzado más, su nuevo disco tiene su sello, tiene su estilo inconfundible, pero le faltó mucho más rock. Un tipo irreverente y siempre contestatario no puede sonar como un crooner amansado. Quizás eligió mal al equipo de producción y a los compositores que trabajaron con él, pero ¿para qué traer gente de afuera si el mejor y más exitoso disco de su carrera lo compuso entero, codo a codo con el guitarrista Steve Stevens? El tiempo ya no está de su lado y Billy Idol ya no tendrá otros 9 años para arreglar este desaguisado.
Por Cristián Pavez.
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