sábado, 27 de diciembre de 2014

ENTREVISTA AL POETA PUNK

Nos juntamos en el corazón de su barrio, en la Plaza Yungay, Mauricio Redolés llegó tarde, bien tarde, pero se quedó durante casi una hora, hablando de todo mientras pegaba el frío y los recuerdos se mezclaban. Así fue la entrevista para El Desconcierto con el poeta punk, que revivirá el próximo 28 de junio su disco ¿Quién mató a Gaete? junto a Los Descuentos en la SCD.

- ¿Cómo recibes la noticia de los tres premios Altazor por tu último disco?

- Bueno, un gran regalo, una cosa que cayó del cielo, una cosa demasiado hermosa, como se dice hoy día, que a todo le ponen demasiado. Yo, la verdad es que, primero, no creo mucho en estos premios, yo creo que los premios son como hitos del momento y te los dan la gente que te quiere y te respeta. No creo que mi disco sea distinto porque ganó el premio. Claro, puede servir pal mercado, y va a tener ese estímulo, pero el disco sigue siendo el mismo, como el de Carlos Cabezas y el de Los Bunkers, pero que los pares lo hayan destacado es una cosa que cae del cielo, es muy bonito, es un bonus track.

Yo estaba muy contento con el disco, había tenido buena acogida, pero tú eres la segunda persona que me entrevista. No es por desmerecer tu medio, pero yo no lo conocía y a la radio por Internet que me entrevistó tampoco. En la noche me entrevistó Cooperativa que, no sé, si pudieran haberlo evitado quizás lo hubieran evitado. Ni La Tercera, ni El Mercurio, ni Lun, ni La Cuarta, nadie se preocupó de decir oye, este señor ganó esto, excepto Vanessa Vargas y los señores de la radio de San Miguel.

- Cuéntanos cuáles fueron las ideas y las definiciones que sacaron a la luz este “One two tres cuatro”.

- Este disco nació con la esperanza de ser un poco un homenaje a la música mexicana en sus comienzos, pero de ahí toma un poco el tema de la música mexicana tejana, el blues, la balada. Yo soy muy admiradora de toda esa mezcla, es muy importante porque, como Latinoamericano, es como estar mirando hacia el norte y en el norte está México, pero también está Estados Unidos. De Canadá me gusta Leo Cohen, de Canadá me gusta su blues, de México me gusta toda su música, sobre todo el corrido. Fue un vuelo hacia allá, digamos. Me influía la música mexicana que escuchaba en la casa cuando era niño porque habían unas empleadas en la casa, de Los Andes, que nos cuidaban a mí y a mi hermano. Ellas llegaban y sonaba todo el día música mexicana, pero todo el día.Yo escucho música mexicana y me da hambre porque me acuerdo cuando ellas estaban preparando las lentejas.

- ¿Sigues haciendo talleres de poesía? Una vez escribiste Bello Barrio, por ejemplo, que es gran un poema que a la gente le gusta mucho. ¿Sigues escribiendo y piensas publicar pronto?

- Yo, para que lo pongas ahí, todos los martes hago un taller de 20 a 22 horas, en un restaurant que se llama El Merkén, que está en Antonio Bellet. Vale 40 lucas al mes, hago 4 ó 5 sesiones. Ahí les muestro cosas, veo lo de ellos y hablamos de lo que sea política, cultura, sociedad, temas suicidas.

- ¿Cómo se hace un taller de poesía? ¿Se puede enseñar a escribir?

- Es muy interesante tu pregunta porque voy a tocar un tema que nadie pregunta. Pero antes voy a terminar lo que me dijiste antes. Hay un libro que publiqué el 2011, que se llama Los versos del subteniente o teoría de la luz propia que está con un heterónimo, con otro nombre. Se llama Marcelo Reyes Khandia el autor, entre comillas. Y es un libro que, como salió con otra nombre, nadie sabe que es un libro mío, muy poca gente lo sabe y la crítica literaria en Chile casi no existe, así que me da lo mismo que lo conozca la gente o no, me refiero a los críticos.

Sigo escribiendo, tomando nota, más que escribiendo porque en realidad, lo que voy a decir es bien chanta, pero yo se lo he escuchado a otros escritores. Uno es escritor todo el día po, y al final aburre la hueá. Entonces uno empieza a escribir con la cabeza, yo a lo mejor estoy escribiendo un cuento ahora sobre tu persona y esta entrevista y el curao que pasó y uno ya después lo olvida.

Lo que sí estoy escribiendo es crónica, más que poesía. Y empecé un libro en abril, de pequeños fragmentos, de recuerdos, memorias, pero no memorias de quién tiene el pene más grande, como decía Bolaño, que decía que todos los libros de memoria se imaginaba a tipos con un enorme falo y un enorme ego, no, mis memorias las escribo con las memorias de toda la gente. Es un libro que apenas comencé a escribir pensé que todos deberían escribirlo, porque todo el mundo tiene recuerdos, de hecho el libro se iba a llamar “cosas que no le importan a nadie”.

- ¿Y podrá publicarse pronto?

- Bueno, para eso lo estoy haciendo. No estoy muy interesado en escribir cosas para no publicar, a veces lo he hecho, pero también estoy pensando escribir cosas para mi familia, no para publicarlo, porque ya corresponde a otra capa de la cebolla. Los recuerdos son como la cebolla. Hay cosas que incluso a uno le cuesta contarse a sí mismo.

- Y entonces, ¿cómo se hacen los talleres de poesía?

- Caminando en estos talleres, me he dado cuenta qué es hacer un taller y qué no es, para mí. Primero, yo aborrezco la crítica literaria, la semiótica y esas hueás, me parecen una práctica intelectual demasiado excelsa, yo prefiero leer a los poetas, me refiero a la crónica poética, más que la crítica literaria. Igual he tenido de alumnos a pelmazos que dicen oye, tu adjetivizas demasiado la hueá. Mucha gente se va sola, pero los que se han ido reclamando han sido dos. Y se fueron porque llegué borracho.

“Pizarnik decía que los poemas no se terminan, se abandonan, y a mí eso me marcó, creo que es la mejor manera de describir la actividad de la poesía”. Hay mucha gente agradecida de los talleres, más que nada por el espacio que se crea. 



Entrevista completa en el sgte. link.

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