martes, 28 de abril de 2015

DEATH CAB FOR CUTIE - KINTSUGI

Salgamos del empacho de inmediato: "Codes and Keys" fue un paso en falso en la carrera de Death Cab for Cutie, una banda que, pese a no tener ningún disco digno de postularse a obra maestra, jamás había tambaleado de manera tan estrepitosa. Y ese patinazo es el principal escollo a superar en "Kintsugi"; no el divorcio de Ben Gibbard y Zooey Deschanel, ni la bullada salida del guitarrista Chris Walla.

Por un lado, Gibbard es un experto en lidiar con quiebres amorosos a través de sus letras, así que tenerlo de regreso en el club de los solteros lo devuelve al espacio mental en que lo conocimos, y desde el que escribe sus mejores canciones. Algunos podrán encontrar chocante que hable de forma directa sobre la fama de su ex esposa, cuando le pregunta en 'No Room in Frame' si su presencia era un obstáculo entre ella y las cámaras, y claro que algo de estrategia publicitaria hay de por medio (la canción fue uno de los primeros avances del álbum), pero su pluma siempre ha sido dada a las referencias ultra específicas. Basta remontarse al año 2003 con 'We Looked Like Giants', de "Transatlanticism", para encontrar alusiones nada vedadas a los ritos de pareja y los gustos musicales de una ex. La diferencia es que ahora la mujer en cuestión no es un personaje anónimo, sino público: nada menos que la manic pixie dream girl por excelencia.

Por otra parte, Chris Walla no estuvo del todo ausente. Alcanzó a grabar y sus intervenciones se notan (y agradecen) porque le dan personalidad a temas que, de otra forma, pasarían con discreción por el disco. Ejemplo insigne: 'Black Sun', genérica a morir, excepto por sus trallazos de guitarra. Eso sí, en esa canción y en 'The Ghosts of Beverly Drive', la influencia de The Edge de U2 pesa una tonelada. Suficiente como para atreverse a pensar que el ex cuarteto se encuentra en plena transición hacia el rock de estadios, una teoría que cobra verosimilitud en 'Everything's a Ceiling', apegada al manual de estilo que maneja Coldplay.

El alejamiento de Walla dolerá más en el sucesor de "Kintsugi", aunque ya en la producción -que por primera vez recae en otras manos, las de Rich Costey- es posible percibir cierto cambio de dirección. Se apunta a un sonido brilloso, en exceso para un grupo caracterizado por su calidez melancólica, consecuencia del trabajo reciente de Costey con nuevos baluartes pop como Chvrches, Phantogram y Kimbra. Tal vez a eso se referían con el título: kintsugi es el arte japonés de recomponer cerámica rota usando un barniz de resina mezclado con reluciente polvo de oro.

Con todo, "Kintsugi" supera al insípido "Codes and Keys". Claro, sobran las ideas facilonas, como esas letras con piloto automático que dicen "quieres instruir, pero no ser instruida" ('The Ghosts of Beverly Drive') o "eres una amante que no puede ser esposa" (de la aburridísima 'You've Haunted Me All My Life'), o las melodías flojas de 'Ingenue' y 'Hold No Guns'. Sin embargo, cuando se acoplan las influencias de Daft Punk y Phoenix en 'Good Help (Is So Hard to Find)', o simplemente se deja que aflore la faceta Postal Service de Gibbard en 'El Dorado', Death Cab for Cutie encuentra redención. No hay que olvidar lo difícil que resulta envejecer para un grupo como este, vinculado de forma indisoluble a la postadolescencia. Por ahora, es suficiente con que no se disolviera, ni empeorara su rendimiento. Aunque la vara haya estado baja.






Si quieres escuchar su nuevo disco, haz click aquí:

No hay comentarios: