The Sonics fueron pertinentes y muy relevantes, aunque no masivos, en su tiempo y espacio, el noroeste de Estados Unidos en los años 60. A fuerza de escapar de cualquier estrechez de identidad de un cierto tipo de rock, su música trascendió y, es más, influyó a muchos músicos de diferentes generaciones en el rock 'n' roll aquel de sonoridad garage y punk.
No es difícil concluir qué fue lo que impulsó a los Sonics a escribir y grabar un nuevo álbum. Los de Tacoma, Washington -que comenzaron su carrera en 1960-, en realidad nunca se retiraron por completo ya que se reformaban al menos una vez cada década. Pero en todo ese tiempo, por una razón u otra, la banda nunca registró un álbum propiamente tal… y esto seguía contando y sumando desde 1967.
De seguro, algo tuvo que ver la serie de HBO que Dave Grohl realizó para promover su excesivamente ambicioso "Sonic Highways" junto a Foo Fighters, porque en su séptimo episodio, centrado en Seattle, se tomaron el tiempo para poner en relieve la importancia de The Sonics y su influencia en el auge del grunge, una movida histórica de esa ciudad. Y es que tres grandes movimientos del rock norteamericano han sido influenciados directamente por The Sonics: el mencionado grunge, el punk y, por supuesto, la más reciente ola del garage rock. Sin duda, esto los estimuló a dar el siguiente paso.
La misión original del grupo para este álbum 2015, "This Is The Sonics", era manejarse entre un puñado de clásicos y otras canciones originales con la reverencia de un borracho que acaba de despertar de la noche que pasó durmiendo en las escalinatas de una iglesia. Y si bien es cierto que los temas originales del disco no llegan a la altura de las ya clásicas sesenteras como 'The Witch' o 'Strychnine', igualmente estos son evidencia de que la banda aún merece los elogios y el respeto que se han granjeado por casi 50 años.
Esto se trata de mantras cortos que, a menudo, no se aventuran a ir demasiado lejos, al menos no más allá de lo que sus títulos sugieren: 'Be a Woman' o 'Spend the Night' son temas cuyo atractivo reside en el espesor de las capas de ruido y la melodía de cabo a rabo. Con solo escuchar su primer single, 'Bad Betty', nos percatamos de la potencia de este regreso, marchando con un hard rock de ritmo aplastante y esto hasta el punto de la exageración, un cuarteto armado de acordes power de guitarra, un solo de saxo que termina por robarse la atención y un órgano que solo añade más peso al asunto. Y arriba de esto las voces destrozando todo, tan vitales como en los años 60.
Cualquiera sea la causa del regreso de los Sonics, el hecho es que están aquí de nuevo y alimentándose de pura electricidad rocanrolera primigenia, vía el blues y sus acordes, tocándolo tan rápido como siempre lo hicieron. Innecesario decir que esta banda de veteranos podría rockear con tanta intensidad como los suecos The Hives, por ejemplo, y respecto del criterio moderno, es digno destacar que, no obstante los avances en la tecnología de grabación de casi medio siglo, la sonoridad de este LP no varía demasiado de debut de la banda, eso que sucedió en tiempos del "Rubber Soul" de The Beatles.
"This Is The Sonics" no será el disco del año, ni mucho menos, pero es una sorpresa mayúscula para quienes no esperaban gran cosa de una banda protopunk cuyo primer álbum fue lanzado hace casi medio siglo. Sus arreglos pedregosos y ásperos en tanto a originales y covers, destacando entre estos últimos la marcha à la Morphine de 'Can't Judge a Book' o las histéricas 'Sugaree', 'I Don't Need No Doctor' y sobre todo 'Leavin' Here' (que muchos conocimos por las versiones de The Who y Pearl Jam), que nos hacen pensar en que, en sus mejores momentos, The Sonics es un recordatorio de que valió la pena el alboroto causado hace medio siglo por el rock 'n' roll.
Por Alfredo Lewin.
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