jueves, 7 de mayo de 2015

BALTIMORE, LA REVUELTA AFROAMERICANA

Una vez más en Estados Unidos, la brutalidad policial contra la población negra ha desatado una asonada social que es la expresión de la impotencia, rabia y cansancio de un pueblo ante la indefensión y la violencia del Estado. 

Al igual que en Ferguson Misuri el año pasado y Los Angeles en 1992, la población ha despertado aunque de forma desorganizada, casi como por acto reflejo, instintivo y reaccionario, prendiendo fuego a construcciones y vehículos, armando barricadas y enfrentando a la policía y fuerzas de la Guardia Civil, que irónicamente vienen a ejercer violencia en contra de quienes reclaman justamente en contra de la violencia policial.


Los antecedentes, las causas de una gran revuelta


Ya parece una imagen y un hecho repetido que se extiende a ya en varios estados de EEUU: La brutalidad policíaca en contra de la población negra y empobrecida en Estados Unidos, en donde la policía ha atacado y asesinado a personas por “una sospecha” que en la práctica solo estaba basada por el color de la piel. Recientemente fue en Baltimore, donde la policía de dicha ciudad agredió este 12 de abril a Freddie Gray, causándole una fuerte lesión en la columna vertebral que terminó acabando con su vida el 19 del mismo mes. Freddie fue arrestado por sospecha por parte de la policía, y fue esposado de pies y manos e ingresado a un furgón policial. En dicho furgón -y sin ser aclarado por parte de la autoridad policial de dicha ciudad- el joven de 25 años salió del vehículo con una lesión en su columna que terminó resultando fatal. Más allá de el silencio de las autoridades, resulta evidente que Freddie Gray fue fuertemente agredido en el furgón camino al cuartel policial y dejado morir sin asistencia médica agonizando durante días. Así lo confirmó el propio Jefe de la Policía de Baltimore quien señaló que hay una investigación pero de partida el procedimiento y los hechos son irregulares, según consignó Democrac Now.

Esto se suma a hechos de violencia racial y brutalidad policial que han teñido la historia reciente de los Estados Unidos. El 17 de julio del 2014, en Staten Island, Nueva York, Eric Gardner fue detenido violentamente por la policía por encontrarse tan solo vendiendo cigarros sueltos, y en la detención fue estrangulado hasta provocarle la muerte. Su grito, mientras agonizaba, era “no puedo respirar”, lo que fue desoído por la fuerza policial.

También en el 2014, un policía (Darren Wilson), solo por sospecha y sin ningún fundamento real, descarga su pistola en contra de Michael Brown Jr., en Ferguson Misuri, causando la muerte del joven de tan solo 18 años.
En ambos casos, y lo que es más preocupante, los respectivos grandes jurados que vieron la admisibilidad del caso para condenar a los policías que asesinaron a los jóvenes, dieron crédito a la versión de la institución, declarando no imputables a los policías, por lo que creció y se hizo evidente la postura de que no se trata solo de la violencia policial, sino que hay todo un sistema institucional que respalda o deja impune la brutalidad contra la población negra del país del norte.


La revuelta de Baltimore, una vez más se decreta Estado de Emergencia


Primero fue en Ferguson, donde la rabia estalló en revuelta luego de que el Gran Jurado declarara no imputable a Darren Wilson, lo que significó que no iba a haber juicio ni justicia a lo que a todas luces fue un asesinato de parte de un agente del Estado a un joven por la mera sospecha fundada en el color de su piel. Este fue el primer estallido de una nueva oleada de protestas que han visibilizado la brutalidad policial en contra de la población afroamericana. Y del mismo modo que ocurrió en Baltimore este 27 de abril, el llamado a implementar Estado de Emergencia no se hizo esperar. Se aplicó toques de queda y se sacó a la Guardia Nacional (fuerzas militares de reservistas que funcionan en cada estado) para reprimir las protestas.

Todo comenzó este 27 de abril a eso de las 3 de la tarde hora local, luego del funeral de Freddie Gray, se empezara a sentir la insatisfacción de la población, en especial entre los más jóvenes. Se juntaron alrededor de 100 estudiantes a las afueras del Mall Mondawmill. La policía reaccionó inmediatamente y comenzó a reprimir al grupo de adolescentes que simplemente respondieron lanzando piedras y botellas con agua, a lo que la policía respondió con ataques directos y con gases lacrimógenos. Hasta llegaron vehículos blindados de tipo militar a enfrentarse con los jóvenes. De ahí, y con el pasar de las horas, el conflicto fue escalando, como así también fue escalando la frustración y la rabia en la medida que nuevamente se sintió la violencia policial. De ese modo es que al pasar las horas llegaron más manifestantes, y comenzaron a realizarse barricadas, enfrentamientos, saqueos a tiendas comerciales e incendios tanto de vehículos como de propiedades, principalmente en la zona noroeste de la ciudad. 

El Puerto Interior de la ciudad de Baltimore fue el epicentro de las revueltas de la tarde y noche que comprendió entre el 27 y 28 de abril. De ahí es que el Estado de Baltimore asumió todo su carácter represivo, y del mismo modo que ocurrió en Ferguson, el gobernador de dicho estado, Larry Hogan, invocó el Estado de Emergencia, lo que significó un toque de queda desde las 10 de la noche hasta las 5 de la mañana, además de convocar a la Guardia Nacional, 5.000 efectivos en total. Aun así las protestas continuaron y los manifestantes siguieron con el control de la zona noroeste de la ciudad. Recién en la mañana es que por fin pudo establecerse una relativa normalidad, y queda la interrogante de qué va a ocurrir cuando se haga nuevamente de noche. Los saldos de la protesta de la jornada dejaron una gran cantidad de edificaciones y vehículos incendiados, cortes en el suministro de agua, y varias tiendas del Mall Mondawmill fueron saqueadas, además de un fuerte enfrentamiento entre policías y manifestantes que se prolongó durante toda la tarde y noche. Fue el propio Obama quien señaló a los medios la profundidad del conflicto y apuntó al rol de la policía, agregando en tono de reproche a los medios, que “no se puede mirar a estos barrios solo cuando se incendia una farmacia”  dando a entender que el problema social es más que la reacción y llamando a las autoridades a dialogar en vez de ocupar la violencia. Muchos leyeron esto como un discurso “políticamente correcto”, pero otros van más allá en el análisis pronosticando que el tema “racial  social” será -o quizás ya está siendo- un tema que se tomará la agenda de EEUU de cara a las próximas elecciones y, por otra parte, movimientos disconformes con la política social  económica de EEUU comienza a articularse y ganar terreno incipientemente. 

Estos hechos plantean un “deja vú” de la lucha de los derechos civiles en EEUU, sumado a un problema social en aumento. Ciudades  barrios que han sido duramente golpeados por las crisis economicas en donde han visto, como expectadores, como los beneficios sociales se han ido recortando y como en la pasada crisis financiera, de la cual aún no se sale del todo, los administradores en Washington no dudaron en ir al rescate de los más ricos en desmedro de los más pobres que cada día van en aumento. 

Esa frustración latente es un acelerante constante  presente  que detona cada cierto tiempo -cada vez más seguido- en donde se devela no solo la desigualdad, sino el racismo aún presente y que en algunos estados ha ido tomando fuerza, al punto de reflotar viejas practicas sociedades supremacistas que se creían ya superadas. Lo que es claro es que una vez más, se ha resuelto, que en vez de buscar la justicia en estos casos y buscar enfrentar la brutalidad policial, se termina reprimiendo más a la población que fue víctima de la violencia policial, creando instancias que suprime libertades individuales y además utilizando fuerzas militarizadas para contener las protestas. Esto evidencia la incapacidad o falta de voluntad del Estado (en forma global, puesto que esto ha ocurrido en distintos estados y de igual forma) de hacer frente al racismo y a la brutalidad policiaca que se ha llego tónica y síntoma de los últimos tiempos, y que los recientes asesinatos son la parte quizás más grotesca de todo un sistema discriminatorio que considera detenciones por sospecha y distintas agresiones, además de la crónica falta de oportunidades por parte de la población afroamericana en dicha nación. 

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