domingo, 31 de mayo de 2015

FAITH NO MORE - SOL INVICTUS

No fue solo la enorme brecha, de 18 años, entre discos publicados por Faith No More la que provocó tanto entusiasmo y expectativa en torno a “Sol Invictus”. Que exista ya es una pequeña victoria, casi un milagro.

Esta séptima placa de estudio es editada por sello del grupo, Reclamation Records. Por tanto, se deduce que no tiene nada que demostrar a la industria (ni siquiera al público), sino que busca honrar una visión musical. Es una colección de canciones que no se doblega ante la actualidad, ni es un intento de colgarse de la nostalgia. Se trata simplemente de la siguiente evolución, lógico de un viaje musical.

Muchos fans escucharán “Sol Invictus” esperando que capture parte de la intensidad y la pasión que emanaba de Faith No More a principios de los 90. Es muy raro volver a atrapar un rayo en el mismo sitio y especialmente hacerlo después de casi dos décadas de inactividad. La banda acusó recibo diciendo que este es inevitablemente un disco de tipos que bordean los 50 años: no hay manera de volver a sonar como de 30 porque no es la idea, como tampoco lo es repetir “Angel Dust” o “King for a Day... Fool for a Lifetime”.

Habrá muchos decepcionados: los que pretendieron encontrar otro “The Real Thing” o la continuación de “Album of the Year”. La verdad es que en esta pasada, más que en cualquier otro disco del grupo, todas las canciones son como una entidad individual. No hay un concepto que las junte, y esta falta de coherencia, si bien podría ser un punto débil, se convierte en una fortaleza, porque este álbum solo pretende entregar intensidad. Faith No More demuestran que, a pesar de la pausa, todavía son líderes en su juego, superhéroes del verdadero rock alternativo.

Los trabajos anteriores de la banda partían con temas de proporciones sísmicas, sin embargo, ahora la apertura homónima es una composición sobria y solemne. Con tambores de marcha militar y piano acústico, "Sol Invictus" sorprende a Mike Patton con letras que le hacen honor al nombre del quinteto: "Adorando el altar de nadie, no puedo recordar cuál Dios es el mío. ¿Dónde está mi fe, mi blasfemia?". Pieza melodramática, 'Superhero', la primera patada, posee rasgos definitorios: Mike y su belicoso crooning matizado con chillidos, el ancla de un piano dominante y guitarras tan pesadas como monolitos.

Como primer single oficial del álbum, 'Superhero' resultaba esperanzadora; los gritos de "go!” en diferentes tomas hacían presentir el sonido y la personalidad de Faith No More. La misma locura, la intensidad de Patton y la corrección instrumental del ensamble de los otros cuatro, con un especial protagonismo de las teclas medio orientales de Roddy Bottum. Pero, en algún punto impreciso el tema, a pesar de la seriedad en su ejecución, se desgarra de sus costuras, tal vez por su longitud.

'Motherfucker', sin embargo, aún suena como una corta broma diseñada para confundir nuestras expectativas (recuerden que fue en noviembre del año pasado cuando la banda la liberó como un pequeño aperitivo), y es también un guiño astuto al rap-rock alternativo de los noventas, arreglado para el siglo XXI. La banda ahonda en la influencia retro de los setenteas con el tranquilo funk 'Sunny Side Up', que termina resultando engañoso porque deriva en un infierno desatado en la transición al riff heavy de Hudson, que se deja caer como un martillazo, y el maldito aullido de Patton.

La jovial 'Black Friday', con una sección de marcha acústica, muestra al cantante riéndose de nuestra cultura consumista armado de su ingenio absurdo, en quizás una de sus letras más débiles, que hace erupción en un coro catártico: “Buy it!”. A partir de una expansiva reverberación, guitarra y percusión, se crea una densa atmósfera de enrarecido suspenso en 'Cone of Shame', que pasa de una introducción lenta y ominosa a un digno coro sabático. Solo de Patton podrían venir crípticas letras que evocan ya sea un duelo salvaje en el oeste, debido a sus gustos "spaghetti western", o una relación pasivo-agresiva: "solo eres feliz cuando me estás jodiendo, yo también cuando te jodo a ti".

Otra que merece especial atención: 'Separation Anxiety', oscura y áspera con las voces de Mike Patton soberbiamente ejecutadas mientras que el bajo y la batería llevan el tema a un nivel de profundidad que absorbe. Muchas de las canciones de Faith No More se resisten a ser etiquetadas. “Sol Invictus” recompensa a quien lo escucha varias veces: cuando los arreglos y la madurez de algunas composiciones, como 'Cone of Shame' y 'Separation Anxiety', se amarran bien, quedan instaladas en el subconsciente musical.

Cinemático y expansivo, el tema más extenso, 'Matador', es también el más ambicioso, con un sabor español que ofrece un escaparate operístico para lucir el rango vocal de Patton, que suena impecable a pesar de la edad o el desgaste. Obra de Bottum hecha para piano, también un punto a destacar, al igual que la batería de Mike Bordin, que se destaca justamente por no sobresalir, sino por opta por ajustarse al grupo. Jon Hudson, de la misma forma, no busca el brillo descarado. Por ejemplo, el despliegue en los versos con sabor latino reggae de 'Rise of the Fall' no es algo novedoso, pero en el se da naturalmente.

Siempre ha sido uno de los puntos fuertes de Faith No More su inclinación por torearse unos a otros, no obstante, saben cuándo entrelazarse y conformar una unidad. La sonoridad de “Sol Invictus” es más simple al oído que la visión de pantalla panorámica del insuperable “Angel Dust”. A veces, contiene la grandilocuencia durante sus momentos duros, pero sin duda brilla durante los pasajes tenues. La placa, producida por Billy Gould (el héroe de esta historia), es densa y oscura incluso cuando la música no lo es, y le da a los pasajes “alegres" (como la semiacústica 'From The Dead'), una sensación inquietante, subyacente al mismísimo terror de la resurrección. Lo resume perfectamente Patton cuando canta “bienvenido a casa, amigo... de vuelta de los muertos".

¿Cómo se mide este esfuerzo de Faith No More? ¿Una total resurrección?¿Según la vara dejada por su pasado? Imposible. Mejor pensar en este disco como si fuera ponerse al día con un viejo amigo que no has visto desde hace 18 años. Se tardan horas, días, para que las cosas se pongan en su lugar, y entonces poder hacer un balance... luego de eso, puede escucharse “Sol Invictus” como una obra que retoma las cosas justo en donde se dejaron en “Album of the Year”.

De lo bello a lo grotesco, el gran arte debe desafiarnos, como lo pretende imperfectamente “Sol Invictus”. ¿Si es un álbum increíble? Eso dependerá de quién eres, y es una de las cosas más sorprendentes sobre el efecto FNM. Después de escuchar todas sus nuevas canciones, concluimos que este disco es un trabajo muy creativo, engendrado por mentes que esperaron lo que fuese necesario para realizar algo digno y a la altura. Esa perseverancia muestra sus frutos, pese a que se queda corta de alcanzar las cumbres más altas del quinteto.






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