No es un secreto lo ambicioso que el dúo norteamericano Sparks puede llegar a ser. Con más de cuarenta años de carrera, en el año 2008 interpretaron durante 21 noches seguidas sus (hasta entonces) 21 discos de estudio completos en Londres.
Artistas de diversos géneros musicales como Siouxsie & The Banshees, Martin L. Gore, Neko Case y Faith No More han versionado algunas de sus canciones. Morrissey, extasiado luego de escuchar el increíble “Kimono My House” (1974), escribió una carta al NME nombrándolo como su disco del año. Sir Paul McCartney, por su parte, llegó a disfrazarse del estrambótico Ron Mael en el video de su hit ‘Coming Up’ (1980). Hoy, en 2015 y bajo la sigla FFS, los hermanos Mael se han unido a los escoceses Franz Ferdinand para grabar un disco colaborativo. Y a pesar de que el álbum incluye una canción titulada ‘Collaborations Don’t Work’, esta unión funciona perfecto, en ocasiones más de lo que uno podría haber llegado a imaginar.
La explicación de este éxito es matemática: dados dos conjuntos A y B, su intersección contiene los elementos pertenecientes a ambos. Cuando a mediados de los 70, Queen unía el rock operático y el glam en “Sheer Heart Attack”, los hermanos Mael, de la vereda opuesta del Atlántico, entregaban su versión bizarra en “Propaganda” y “Kimono My House”. Una influencia crucial en el llamado rock artístico (Talking Heads, XTC), del cual la banda de Alex Kapranos es una heredera. Por lo mismo, no hay nada que temer: Sparks y sus juegos de cabaret están aquí, en 'The Power Couple’ , ‘Collaborations Don’t Work’ o ‘A Violent Death’. Kapranos, de la escuela vocal de Bryan Ferry, es el perfecto contraparte para el expresivo Russell Mael, como puede apreciarse en la agitada ‘Save Me from Myself’, o en la acústica ‘Little Guy from the Suburbs.’ Destacan también la electrónica ‘So Desu Ne’ (que recuerda cuánta influencia tuvieron los Mael en Devo), la irracional ‘Police Encounters’ y la irónica ‘Piss Off’, donde ambas partes parecen hacer frente a los prejuicios que su alianza conlleva.
“FFS”, además de un excelente disco, es un buen punto de partida para que nuevas generaciones descubran el trabajo de Ron y Russell Mael, donde hay mucho que escarbar. Para Franz Ferdinand, representa escapar de la gravedad y la contracción. Como intersección entre estas dos fuerzas, FFS es una apuesta segura: en sus mejores momentos nos entrega, precisamente, los más gusta de Sparks. Un bienvenido chispazo de creatividad y de arrebato para una escena, muy a menudo, complaciente.
Por Nuno Veloso.
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