Dentro de la avalancha comunicacional de la clase dominante para criminalizar la pobreza y aumentar la represión contra la clase trabajadora, el argumento de la “puerta giratoria” es uno de los más recurrentes.
Según ellos, la “justicia es blanda” con los delincuentes y que no los dejan en prisión. (Recalcar que en estos casos, siempre nos referimos a la delincuencia que comete el pobre, ya que cuando ellos roban jamás les pasa nada) Un Artículo de Radio Villa Francia expone, con datos duros, que el mito de la “puerta giratoria” no es tal, ya que Chile cuenta con una de las tasas de encarcelación más altas del mundo, siendo superados sólo por Estados Unidos.
Si bien Islandia y Chile comparten los últimos lugares en cuanto a homicidios por cada cien mil personas, algo muy distinto ocurre con la tasa de presos por cada cien mil personas. Ahí Islandia sigue manteniendo el último lugar en el año 2013 en cuanto a países de la OCDE, sin embargo, y de forma completamente opuesta, Chile ocupa el segundo lugar luego de Estados Unidos con más internos por cada cien mil habitantes. Una diferencia abismante que indica que quizás no es el encarcelamiento la forma correcta ni adecuada para mantener una tasa baja de criminalidad, y lo que es más evidente, siembra profundas dudas respecto a la existencia en Chile de una “puerta giratoria”, en otras palabras, que gran parte de los que cometieron crímenes salgan inmediamente en libertad y reincidan.
Esto puede ser refutado por las más diversas fuentes. Es el mismo presidente de la Corte Suprema, Sergio Múñoz, quien durante la ENADE del 2014 desmintió de forma categórica la existencia de una “puerta giratoria”, señalando que de 250 mil casos que se solicitaron prisión preventiva en los últimos 10 años, tan solo en 2.800 esta solicitud fue negada,en otras palabras, en no más del 2% de los casos operó la llamada “puerta giratoria”. En otras palabras, en vez de la “puerta giratoria”, nos encontramos con cárceles hacinadas y con la casi total falta de oportunidades de los reclusos en rehacer sus vidas sin la necesidad de volver a delinquir.
Todo esto hace preguntarnos por la priorización de lo problemas que la población chilena ve. Si existe una excesiva persecución judicial a quienes comenten crímenes, asimismo una baja tasa de los crímenes más graves, es difícil entender porqué se posiciona como la principal preocupación, frente a problemas mucho más profundos como lo son la salud y la educación. Esto probablemente se deba a que nos guiamos más por la percepción que los medios y otra fuentes provocan de la existencia de la criminalidad, que de la verdadera delincuencia que puede ser medida estadísticamente.
Lo mismo ocurre con la “puerta giratoria”, la cual si observamos los noticiarios, tienden a visualizar casos que son más bien excepcionales, y que son mostrados como la regla, como lo común. Es así, que en un país relativamente seguro, al menos en cuanto a delitos de sangre, se viva con el constante temor a ser violentados por otros, y de paso siendo un país que tiene la tasa de encarcelamiento más alto de América Latina, es a la vez un país en donde se cree que nadie queda preso.
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