lunes, 21 de septiembre de 2015

IRON MAIDEN - THE BOOK OF SOULS

Pocas bandas en el mundo generan tanta ansiedad y excitación, ante el lanzamiento de un nuevo disco, como Iron Maiden. En este caso, se trata de “The Book of Souls”, un disco doble de más de 90 minutos de duración, donde cada detalle pasa a ser examinado con lupa para verificar si está a la altura de los pergaminos de una de las bandas de heavy metal más importantes de la historia.

Un Eddie de aspecto Maya luce misterioso, amenazante y muy bien plasmado en la carátula, junto con el regreso del logotipo original de la banda. En esta ocasión, el arte del disco está a cargo del legendario ilustrador británico Mark Wilkinson, quien es el responsable de varias de las portadas más icónicas de grupos como Marillion y Judas Priest. Eddie está en muy buena manos y el arte de la edición en formato libro debe ser simplemente fabuloso, pues la banda le pidió a un profesor Maya que trasladara los nombres de las canciones a jeroglíficos. En cuanto a la producción del disco, la responsabilidad nuevamente recae en el sudafricano Kevin Shirley, cuya fama supera en gran medida la real calidad de sus grabaciones que siempre tienen aspectos muy criticables, como en este caso el que la caja de la batería de Nicko McBrain desaparece por completo de la mezcla en varios momentos del disco, junto a una mala equalización del sonido de los platillos. El ser considerado por la banda como su “nuevo” Martin Birch, sin duda, es un cumplido demasiado grande para un Shirley que no está a la altura de ese legado.

Una intro enigmática, en plan Ennio Morricone, nos sitúa en contexto para un inicio realmente fantástico y emocionante como lo es ‘If Eternity Should Fail’. Dickinson dijo que este tema lo tenía para un hipotético futuro disco solista, pero pasado por el filtro de Maiden resultó una canción aguerrida y mágica, y con un Bruce especialmente brillante y emotivo, que tal como se informó, grabó el disco antes de que le fuera encontrado un tumor cancerígeno en la lengua. Una tremenda apertura con el cantante a tope de sus facultades y sonando absolutamente pletórico.

‘Speed of Light’ es el single de adelanto por todos conocidos y realmente no le hace justicia para nada al disco. Su aire festivo está totalmente fuera de contexto y del aura de oscuridad global de la placa, y lo mejor hubiera sido dejarlo como una cara B. Como ha ocurrido en otros casos en el pasado de la historia reciente de Maiden, el primer single es el tema menos inspirado del disco. ‘The great unknown‘ tiene un apoyo de teclados y un aire que recuerda bastante al material del “Fear of the Dark” (1992). Es el único tema del disco donde Dickinson se escucha muy exigido y algo forzado en las notas altas, pero saca adelante el trabajo con gran clase. Un tremendo mini solo de bajo de Steve Harris introduce ‘The Red and the Black‘, un tema con ciertos toques celtas de carácter épico, en un mix entre ‘The Clansman‘ y ‘The Wicker Man‘ de gran factura y que de seguro será un favorito de los fans en los shows en vivo.

‘When the River Runs Deep‘ es el tema más rápido del disco uno y posee un coro con un gancho innato y solos de guitarra muy pegadizos de estructura melódica; quizás éste debería haber sido el single. El cierre del primer CD llega con la magistral grandilocuencia de 'The Book of Souls', una canción a la que no le sobra ni le falta para ser uno de las mejores del disco, con buenos quiebres y cambios de ritmo, con McBrain acelerando el pulso con su característico pie veloz y con la tripleta de guitarristas de Smith, Murray y Gers metiendo unos solos fantásticos y muy contrastados en el personal estilo de cada uno, y precisamente lo que mejor suena en la producción del disco son los solos, muy nítidos y cristalinos.

El segundo disco arranca con la simple, potente y directa ‘Death or Glory‘, que también tiene aspecto de single, para continuar con una muy bien lograda ‘Shadows of the Valley‘ que, a pesar de sus más de siete minutos de duración, es muy precisa y al hueso. A continuación vienen dos medios tiempos melódicos realmente sensacionales, que parecen sacados de los adorados discos solistas de Dickinson, donde precisamente Bruce se adueña de las canciones y brilla a gran altura, pero donde, curiosamente, no participa en la composición, pues ‘Tears of a Clown‘ (dedicada al actor Robin Williams), fue compuesta por la dupla Smith-Harris y ‘The Man of Sorrows‘ lo hizo la dupla Murray-Harris. Son los dos temas menos Maiden del disco, pero son canciones realmente fantásticas.

El gran final viene con esa magnus opus de 18 minutos de duración que es ‘Empire of the Clouds‘, la canción más larga en la historia de la banda. Adrian Smith dijo que Dickinson se acostaba sobre el piano y ponía su oído sobre él a lo Beethoven cuando estaba componiendo esta pieza, y lo cierto es que a pesar de su duración, el tema nunca se hace pesado y cansador pues fluye naturalmente con su variados cambios de ritmo y su magnífica orquestación, ya que además de piano, tiene violines, teclados y una caja militar de Nicko en la batería. Todo para relatar la epopeya del dirigible R101 de la Fuerza Aérea Británica, uno de los más grandes del mundo y que en 1930 se estrelló en Francia, matando a 48 de sus 54 ocupantes. Un gran final para un disco que en su contenido global supera ampliamente lo ofrecido por la banda en trabajos como “The Final Frontier” y “Dance of Death”, para situarse entre los grandes aciertos de obras como “Brave New World” y “A Matter of Life and Death”.

Para nadie es un misterio que Iron Maiden ascendió al olimpo del metal con lo realizado hace más de dos décadas y media, pero con “The Book of Souls” ese trono está defendido con una gran cuota de honor, gloria y gallardía. Si éste es su último disco, se trata de un álbum que con el tiempo engrandecerá su indisoluble leyenda.






Si quieres escuchar su disco completo, haz click aquí:

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