sábado, 12 de septiembre de 2015

LA INTERVENCIÓN DE EE.UU. PARA DERROCAR A ALLENDE

La política de Allende no era suficiente para que los trabajadores lucharan por su independencia política en el camino de la toma del poder, aunque sí llegaron a tocar ciertos intereses para que no pudiera finalizar su mandato. El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet lideró un golpe de Estado financiado por la CIA.

La intervención extranjera en Chile se enmarca en un contexto mundial en que Estados Unidos consideraba como prioritario impedir el avance del marxismo y el socialismo en América Latina e influir directamente en sus economías.

El 15 de septiembre de 1970, durante una reunión de quince minutos en la Casa Blanca, el presidente Richard Nixon y el secretario de Estado Henry Kissinger instruyeron al director de la CIA, Richard Helms, que la elección de Allende era inaceptable y ordenaron a la agencia actuar con la muy conocida frase “haremos chillar a la economía chilena” (como lo registró Richard Helms en sus apuntes).

La CIA lanzó una campaña masiva de operaciones encubiertas, primero para impedir que Allende asumiera el gobierno a través del “Plan Korry” (su nombre derivaba del apellido del embajador norteamericano en Chile). Éste preveía la entrega de fondos a las fuerzas contrarias a Allende, y cuando eso fracasó, para eliminar su gobierno. “Nuestra principal preocupación en Chile es la posibilidad de que Allende se consolide, y que su imagen ante el mundo sea su éxito”, dijo Nixon ante su Consejo de Seguridad Nacional el 6 de noviembre de 1970, dos días después de que Allende iniciara su gobierno.

En sus Memorias, publicadas en el año 2002, David Rockefeller escribe:

“Lo más emblemático de esos años sombríos en América Latina fue Chile durante la presidencia de Salvador Allende a comienzos de los ‘70. La historia se ha vuelto bien conocida y bastante controvertida. Allende, un marxista confeso y líder del Partido Socialista de Chile, hizo campaña en 1970 sobre la plataforma de una reforma agraria radical, la expropiación de todas las corporaciones extranjeras, la nacionalización de la banca, y otras medidas que hubiesen puesto a su país derechamente en la senda del socialismo. En marzo de 1970, mucho antes de la elección, mi amigo Agustín (Doonie) Edwards, propietario de El Mercurio, el principal diario de Chile, me dijo que Allende era un embaucador soviético que destruiría la frágil economía chilena y extendería la influencia comunista a la región. Si Allende ganaba, advertía Doonie, Chile se convertiría en otra Cuba, un satélite de la Unión Soviética. Insistió en que los Estados Unidos debía impedir la elección de Allende. Las preocupaciones de Doonie eran tan intensas que lo puse en contacto con Henry Kissinger. Más tarde me enteré que los informes de Doonie confirmaron la [información de] inteligencia ya recibida de fuentes de inteligencia oficiales, lo que llevó a que el gobierno de Nixon aumentara sus subsidios financieros clandestinos a grupos opositores a Allende. Pese a esta intervención, Allende ganó la elección por un estrecho margen... Una vez en el cargo, el nuevo Presidente, fiel a sus promesas electorales, expropió las propiedades norteamericanas y apuró el paso en la confiscación de tierras de la elite y su redistribución al campesinado. La mayor parte de las propiedades de Doonie Edwards fueron tomadas, y él y su familia huyeron a EEUU, donde Donald Kendall, alto ejecutivo de Pepsico, contrató a Doonie como vicepresidente, y Peggy [esposa de Rockefeller] y yo los ayudamos a instalarse”.

A la gestión Allende se la caracterizó por abanderar proyectos como: 

1. Nacionalización de la minería del cobre y la banca: El cobre ha sido siempre un producto esencial de la economía chilena. En los años ‘70, el cobre representaba tres cuartas partes de todas las exportaciones del país. Cuando Allende llega al poder, el Estado posee el 51% de las principales minas de cobre. El resto pertenece a compañías estadounidenses, en particular Anaconda Copper Company, controlada por las poderosas familias Rothchild y Rockefeller. 

2. Reforma agraria: La mayor parte del terreno cultivable de Chile eran latifundios en manos de un puñado de familias. El gobierno de Allende promulgó una reforma agraria que prohibía la posesión de más de 80 hectáreas por persona. En 18 meses todos los latifundios desaparecieron. Además, los campesinos, a través de organizaciones cooperativistas, reemplazarían a los representantes de los latifundistas en todos los organismos del Estado. También se instauró una asistencia técnica gratuita al campesinado y se establecieron planes de crédito para las nuevas cooperativas. 

3. Reformas sanitarias, educativas y sociales: Durante sus 3 años de gobierno, Allende promulgó además una serie de reformas en el ámbito sanitario, educativo y social: Universidad gratuita. El número de estudiantes universitarios creció un 89% entre 1970 y 1973. Para muchas familias humildes era la primera vez que sus hijos podían acceder a estudios superiores. Sistema de becas para los niños de descendencia indígena (fundamentalmente mapuches) que habían sido discriminados durante décadas. El “Programa de Suplementos Alimenticios” fue extendido a todos los niños en escuelas primarias y a todas las mujeres embarazadas. Aumento de las pensiones mínimas al doble de la inflación. Instauración de un sistema de centros de salud en barrios obreros con al menos un centro de salud por cada 40.000 habitantes.

La reacción del gobierno de EEUU ante estos proyectos es inmediata. Ordenó derrocar a Allende mediante el Proyecto FUBELT, más conocido como Track II. Una serie de documentos desclasificados de la Casa Blanca publicados en 2009 revelaron que Nixon, durante su gestión, ofreció dinero y ayuda al dictador brasileño Emilio Garrastazu Médici para influir a las fuerzas armadas chilenas con el fin de derrocar a Allende. De acuerdo con papeles oficiales secretos divulgados por la organización no gubernamental National Secret Archives, Nixon le preguntó a Médici, en un encuentro en la Casa Blanca el 9 de diciembre de 1971, si los militares chilenos eran capaces de derribar a Allende, a lo cual Médici le respondió que sí y dejó claro que Brasil estaba trabajando con ese objetivo.

Según Kissinger el gobierno de Estados Unidos estranguló la economía chilena. Los bancos congelaron créditos y el gobierno congeló la ayuda económica. El Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales dominadas por EEUU cancelaron préstamos. Se enviaron agentes de la CIA a sabotear la economía y fomentar un movimiento de oposición contra el gobierno de Allende con los lock out patronales, como la huelga de camioneros que paralizó el sistema de transporte.

Ante la crisis los trabajadores chilenos se empezaron a organizar y avanzaban en un proceso de ocupación de tierras y toma de fábricas bajo control obrero. Comenzaron a coordinar zonalmente sus luchas a través de los Cordones Industriales (un órgano colectivista de democracia obrera) permitiendo al gobierno de Allende mantener la producción y distribución de mercaderías a lo largo del país.

El cordón industrial comenzó a exigirle al gobierno el pase de las fábricas y talleres a la órbita estatal, cuestionando la propiedad privada de los capitalistas. Mediante asambleas se planteó que para seguir avanzando había que frenar a la burguesía.

En la mañana del 29 de junio de 1973 se produce el tanquetazo, el primer intento de golpe de Estado, liderado por el teniente coronel Roberto Souper del Regimiento Blindado Nº 2 y supervisado muy atentamente desde la embajada de EEUU. Como lo reconocería tiempo después Augusto Pinochet el tanquetazo sería una oportunidad para probar la capacidad del gobierno de la Unidad Popular para establecer la capacidad de fuerza y de respuesta por parte del gobierno y también provocar una interna dentro de los mandos leales del ejército.

Ese día Allende comunicaba a través de la radio lo siguiente: “Un sector sedicioso se ha levantado. Es un pequeño grupo de militares facciosos que rompen con la tradición de lealtad. El Blindado Nº 2 dispara contra La Moneda. La guardia de palacio hace frente. Prats tomó las disposiciones necesarias. Llamo al Pueblo para que tome las industrias, pero no para ser victimados. Que el Pueblo salga a la calle, pero no para ser ametrallado. Que lo hagan con prudencia con cuanto elemento tengan en sus manos. Si llega la hora, armas tendrá el pueblo. Pero yo confío en las Fuerzas Armadas leales al gobierno”.

El pueblo llegó hasta la Plaza de la Constitución a exigir el cierre del congreso y profundizar la revolución. Pero a pesar de las presiones por parte de los trabajadores que reclamaban elementos para defenderse ante otros posibles golpes de Estado, Allende se negó a armarlos e impulso requisas en las fábricas para desarmarlos.

Tras una reunión de ministros y discusiones entre los partidos de la Unidad Popular se decidió hacer modificaciones en la cúpula militar. El 23 de agosto el general Prats deja su cargo en el ejército dejando a Pinochet en su lugar.

En la madrugada del 11 de septiembre de 1973 el mismo general Pinochet lideró el golpe de Estado, las Fuerzas Armadas tomaron la ciudad. Se le comunicó a Allende por teléfono que la infantería de marina estaba en las calles y había comenzado a tomar posiciones de combate. Allende, que se encontraba en su residencia de Tomás Moro, pidió comunicarse con Pinochet y a Leigh, pero al ser imposible, se dirigió armado y con un grupo de amigos al palacio de La Moneda.

Pinochet llegó al Comando de Telecomunicaciones. Se organizaron las redes de comunicaciones con las demás ramas de las Fuerzas Armadas, especialmente con Leigh, que se encontraba en la Academia de Guerra Aérea, y con Patricio Carvajal, que sería el coordinador del golpe. La Cadena Democrática, formada por las radios Minería y Agricultura, emitió la primera proclama militar, Allende debía hacer entrega inmediata de su cargo a la Junta de Gobierno, integrada por los jefes supremos de las Fuerzas Armadas: Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza.

La proclama leída por el teniente coronel Roberto Guillard: 

“A partir de este momento damos paso a una red provincial y nacional de radiodifusión de las Fuerzas Armadas. Se invita a todas las radioemisoras libres a conectarse a esta cadena.
Santiago, 11 de septiembre de 1973. 

Teniendo presente:

La gravísima crisis económica, social y moral que está destruyendo el país.

La incapacidad del Gobierno para adoptar las medidas que permitan detener el proceso y desarrollo del caos. El constante incremento de los grupos armados paramilitares, organizados y entrenados por los partidos políticos de la Unidad Popular que llevarán al pueblo de Chile a una inevitable guerra civil, las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile declaran:

Que el señor Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su alto cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile.

Que las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros de Chile están unidos, para iniciar la histórica y responsable misión de luchar por la liberación de la Patria del yugo marxista, y la restauración del orden y de la institucionalidad.

Los trabajadores de Chile pueden tener la seguridad de que las conquistas económicas y sociales que han alcanzado hasta la fecha no sufrirán modificaciones en lo fundamental.

La prensa, radiodifusoras y canales de televisión adictos a la Unidad Popular deben suspender sus actividades informativas a partir de este instante. De lo contrario recibirán castigo aéreo y terrestre.
El pueblo de Santiago debe permanecer en sus casas a fin de evitar víctimas inocentes.

Firmado: Augusto Pinochet Ugarte, General de ejército, Comandante en jefe del Ejército; Toribio Merino Castro, Almirante, Comandante en jefe de la Armada; Gustavo Leigh Gúzman, General del Aire, Comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile; y César Mendoza Durán, General, Director General de Carabineros de Chile”.

Se le dio también al presidente un ultimátum: si La Moneda no era desalojada antes de las 11.00, sería atacada por tierra y aire. Los militares contactaron con La Moneda y propusieron sacar del país al presidente, pero Allende rechazó la oferta. Pinochet se contactó con Carvajal, quien le indicó la negativa del presidente a rendirse. A las 9.55, los tanques del general Palacios ingresaron en el perímetro de La Moneda. Francotiradores apostados en los edificios aledaños los trataron de repeler, produciéndose un tiroteo. A las 10:15, a través de radio Magallanes (la única favorable al gobierno que aún no era silenciada) Allende emitió su último mensaje a la Nación.

A las 10:30, los tanques abrieron fuego contra La Moneda. Les siguieron las tanquetas y la infantería. Pinochet exigió una rendición incondicional. A las 11:52, los cazabombarderos Hawker Hunter iniciaron su ataque a la Moneda, disparando en cuatro oportunidades sus cohetes sobre la casa de Gobierno. A las 14:20 de la tarde el general Palacios envió a un grupo de soldados a derribar la puerta del Palacio. Allende decidió rendirse y deponer las armas. Entonces, (según el testimonio de uno de sus médicos, Patricio Guijón) con un fusil AK-47, se suicidó.

Tras el fin del gobierno de Salvador Allende sobrevino una dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet, que duraría dieciséis años y medio. Chile se transformaría en una especie “de prueba piloto” del sistema neoliberal liderado por Richard Nixon desde los EEUU y Margaret Thatcher desde Gran Bretaña.

Durante este período, fueron cometidas sistemáticas violaciones a los derechos humanos, se limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y fue disuelto el Congreso Nacional. El Estadio Nacional, en Santiago de Chile, se convirtió en el mayor campo de detención, cerca de 30.000 partidarios de la Unidad Popular fueron hechos prisioneros, torturados y muchos asesinados, entre ellos el cantautor Víctor Jara.

Dejaron la economía Chilena en manos de los Chicago Boys (así llamaron a los economistas liberales educados en la Universidad de Chicago, bajo la dirección de los estadounidenses Milton Friedman y de Arnold Harberger). Chile fue el primer país del mundo en adoptar los principios de Friedman, en lo que hoy se conoce como neoliberalismo, basado en la apertura de la economía, la privatización de empresas estatales y un menor control estatal sobre la actividad privada.

La capacitación de los Chicago Boys fue el resultado del Proyecto Chile, organizado en 1950 por el Departamento de Estado de Estados Unidos y financiado por la Fundación Ford, que tenía por objetivo influir en el pensamiento económico chileno. El proyecto fue completado a principios del año 1970. Juan Gabriel Valdés, ministro de Relaciones Exteriores de Chile en la década de 1990, describió el Proyecto Chile como: “El proyecto Chile fue un ejemplo notable de un traslado organizado de la ideología de los Estados Unidos a un país dentro de su esfera de influencia directa... la educación de estos chilenos deriva de una proyecto específico diseñado en la década de 1950 para influir en el desarrollo del pensamiento económico chileno".

A fines de 1975 la tasa anual de inflación en Chile había alcanzado 341%, la más alta inflación en el mundo. Los precios al consumidor aumentaron ese mismo año en un promedio de 375%; los precios al por mayor crecieron en 440%.

Millones de hectáreas de tierra cultivable que habían sido expropiados y transferidos a organizaciones campesinas de acuerdo a la Ley de Reforma Agraria de 1967, fueron restituidas a sus antiguos propietarios reduciendo también la producción agrícola.

El resultado más dramático de las políticas económicas ha sido el aumento en el desempleo. Antes del golpe, el desempleo en Chile era 3.1%. A fines de 1975 el desempleo en zonas del país era más de 22%; y en sectores específicos como la industria de la construcción, había alcanzado casi 40%. El desempleo continuó aumentando y en 1976 cerca de un cuarto de la población no tenían ingreso alguno, sobrevivían gracias a los alimentos y ropas distribuidas por iglesias y otras instituciones humanitarias. La mortalidad infantil saltó a un dramático 18% durante el primer año del gobierno militar.

En 1992 se descubren en Paraguay los documentos secretos de la policía política paraguaya. Esos documentos, llamados “los archivos del terror”, revelaron el Plan Cóndor, armado en la década del ‘70 por los servicios de seguridad de los regímenes militares del Cono Sur (Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia) para acabar con los opositores a sus dictaduras.


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