Me molesta cuando se refieren a alguien orgullosamente como “feminista”. Ser feminista es tan grave como ser machista, el machismo genera muertes, opresión, violencia y dolor.
El feminismo podría llegar a lo mismo. Ser feminista no tiene nada de qué sentirse orgullosa, ser feminista es tan arcaico como ser machista, tan extremista e ignorante como ser eso que tanto nos hemos quejado, las mujeres, que nos ha oprimido durante la historia.
Una lectora, a la cual le advertí que tomaría de prestado su término, me introdujo a la palabra Feminazi la cual jamás había escuchado, sin embargo, no puedo encontrar una palabra que defina más ampliamente la sensación que me queda cuando escucho a una mujer siendo feminista.
Sí, la terminología original data de ser un movimiento con ideologías que luchan por los derechos femeninos, por la igualdad de géneros, sin embargo, eso de defender sanamente la igualdad, se ha convertido más en una guerra de quién puede más, que otra cosa.
Hoy en día, la palabra feminismo, gracias a las feminista radicales que casi, casi, eliminaron a los hombres de su lista de deseos y necesidades, tiene otro significado que se aleja del inicial que tenía como bandera una noble causa.
Primero que nada, en nuestro país, ya no tiene mucho sentido autonombrarse feminista como si se siguiera abanderada por una igualdad que es prácticamente inherente. Sí, las excepciones suceden, pero ¿qué sería de una regla sin ellas?
Hoy en día las mujeres gozamos de todos los derechos y beneficios que buscábamos, ya hasta hay una por ahí que ganó diez millones de dólares por su trabajo en televisión (colaborando con la parodia actual mexicana).
Pero dejando a un lado las farsas, la realidad es que ya las mujeres pasamos de moda, Cirilas feministas, hoy en día son los gays los que emprenden su lucha por los beneficios que merecen y nosotras debemos comprender que ya, tenemos lo que queríamos. Ahora utilicémoslo para tener ser mejores mexicanas y no como las Gaviotas que se posan en la arena a aprovecharse de los recursos que la mar les avienta.
El problema es que como ya tenemos lo que queríamos, ahora muchas quieren más, quieren seguir por inercia con un feminismo que se anquilosa justo al lado del machismo.
Ya no se trata de hombres refiriéndose a un marido que colabora en casa como: mandilón o maricón (en el más ofensivo de los casos), sino de mujeres que insultan a otras con términos como: mantenidas, sin ambiciones, dejadas, entre otros, porque libremente tomaron la decisión de quedarse en casa para ser madres o esposas.
No se nos puede olvidar, Cirilas, que cual sea que sea la decisión que una mujer tome, es nuestro deber respetarla. El “feminismo” no se trata de ser supermujer, sino de tener la libertad de escoger lo que cada una quiera: con quien casarse, en qué trabajar, quedarse en casa, ser exitosa, estudiar hasta que se canse y hasta ser presidenta.
Cada mujer debe de tener la autonomía, no sujeta a juicios de valor, sobre su vida. Ser mujer tiene muchas facetas y las feminazis intentan anular muchas de esas facetas que siguen y seguirán siendo bellas y respetables.
Ser feminazi o feminista en sus nuevas acepciones, es vergonzoso, es regresar los pasos de lo que a nuestros antepasados tanto dolor y lucha les costó.
Ser feminazi es peor que ser machista porque con un ejemplo claro como el machismo, es el colmo pretender ser lo mismo pero del otro lado.
Por Anna B. Meléndez.
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