Casi seis años de ausencia discográfica, además del sinnúmero de rumores respecto a conflictos internos, que finalizarían con la polémica salida de su histórico baterista Dave Lombardo, sumado a la enfermedad y posterior muerte de su insigne guitarrista y principal compositor Jeff Hanneman, fueron sucesos que nos hacían imaginar lo peor: la inminente disolución de una de las bandas más importantes del metal.
Un estandarte que es influencia directa para la gestación de la mayoría de los subgéneros de la música extrema. Más que una banda, una institución de la música que durante un tiempo vimos tambalear como nunca antes.
Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, observábamos a un guitarrista Gary Holt cada vez más compenetrado, al punto de relegar a un segundo plano a su célebre banda Exodus, además del retorno de un eximio baterista como Paul Bostaph, quien regresaba nuevamente a llenar el vacío dejado por Lombardo, demostrando con creces por qué sólo él puede ocupar ese preciado lugar. No obstante lo anterior, el hecho de no contar Hanneman en la creación auguraba cierta sombra de suspicacia respecto de la calidad de este nuevo disco. A eso le sumamos que ya no estaba el experimentado productor Rick Rubin. A pesar de ello, las dudas poco a poco se disipaban con los primeros adelantos de “Repentless”. Es así como podíamos darnos cuenta que la línea musical iba por buen camino, y una vez conocido el producto final, podemos decir que nuestras apreciaciones serían gratamente corroboradas.
Si hay algo que caracteriza a las últimas producciones de Slayer es que siempre abren con oberturas simples llenas de oscuridad, de no más de dos minutos, tal cual ‘Delusions of Saviour’, que otorgan una cierta expectación respecto del devenir del disco, el cual no podría continuar de la mejor forma que ‘Repentless’, un tema marca registrada de Slayer, corrosivo, desenfrenado y demoledor, con un Bostaph que marca los ritmos a una velocidad y sonido estruendoso, matizado por la enérgica y rabiosa voz de Tom Araya, la que se acompaña del dueto Holt/King, que se acopla a la perfección con sus incendiarios riffs. Cabe consignar que Kerry King adquiere un protagonismo casi exclusivo, por ser el heredero de la tradición musical de Slayer y principal artífice musical de este disco. ‘Take Control’ viene a rememorar toda esa influencia hardcore muy propia de ellos, que incluso han tributado en diversas ocasiones, riffs directos y musicalmente sobrios, simplemente dejando en claro la existencia de un renacer a sus raíces más primitivas. ‘Vices’ mantiene esa fuerza, que decrece en velocidad hacia un corte mid tempo, coronado con riffs que invitan al headbanging. La carnicería continúa con ‘Cast the First Stone’, que comienza con esa introducción algo más ralentizada, que da paso a una descarga de thrash/death del más oscuro, acá la fuerza se oculta tras ritmos más elaborados y mordaces en su ejecución.
‘When the Stillness Comes’ y ‘Chasing Death’ pasan a ser los temas representativos del nuevo sonido de la banda, mezclando con la exquisitez de aquellos cortes más melancólicos como ‘Spill the Blood’, mostrando un lado más sutil y groove, pero que no pierde la virulencia en cada verso. ‘Implode’, si bien pareciera continuar con la tónica anterior, a medida que avanza da paso hacia un explosivo dinamismo de agresividad pura, muy a usanza de ‘Hell Awaits’, un tema de actitud transgresora y cargado de odio.
'Piano Wire' trae la cuota de nostalgia, pues es el único tema compuesto por Hanneman y en él su legado se ve muy patente, un tema de mid tempo que nos recuerda ciertos pasajes de “South of Heaven”, donde un riff sencillo y ganchero, deja en claro que con tan sólo un par de acordes puede crearse una verdadera obra maestra, es ahí el sello indeleble de Jeff, un registro que entrega la contundencia que todo disco de Slayer debe tener y que solo él puede otorgar.
‘Atrocity Vendor’ exterioriza toda la rabia acumulada del cuarteto, eso se refleja en sus variadas estructuras, los cuales nos transportan a sus mejores épocas, desde “Show No Mercy” hasta algunos elementos de “Divine Intervention”, una sapiencia musical acumulada que se refleja fielmente en este track, sucesivos cambios de ritmo, guitarras arrolladoras que hacen que sea uno de los puntos altos del disco, un trabajo soberbio de Bostaph, que tras la percusión demuestra su calidad superlativa. ‘You Against You’ junto a ‘Pride in Prejudice’ cierran con broche de oro, manteniendo esa efervescencia e intensidad a lo largo del disco.
En sus más de cuarenta minutos de duración, “Repentless” se convierte en una de las producciones más sobresalientes de la banda durante este nuevo milenio, sencillamente un trabajo apoteósico que probablemente marque un punto de inflexión y el nacimiento de una nueva era para Slayer. Un disco que, a pesar de las circunstancias, acalla todas las dudas y se erige como una obra indemne y representativa de su sonido más esencial, aunque sabemos que su sitial jamás estuvo en entredicho. Con “Reptenless”, Slayer no viene más que a reafirmar que son y siempre serán la banda más importante del metal extremo.
Por Maximiliano Sánchez.
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