lunes, 9 de noviembre de 2015

DEAFHEAVEN - NEW BERMUDA

Todo es culpa de My Bloody Valentine. Incluso el mismo hecho de que Deafheaven tenga su más reciente “New Bermuda” reseñado en Pitchfork y Consequence Of Sound (al igual que Myrkur), pues de un tiempo a esta parte, el black metal parece estar convirtiéndose en la nueva música alternativa. 

Pero, ¿alternativa a qué? Satán sabrá. Lo cierto es que el blackgaze (o, “hipster metal”, para los puristas), un género que hace más de diez años patentó Neige con Alcest, parece ahora encontrarse en el ojo del huracán (de sonido, por supuesto), como una arista más del revival shoegaze que trepida en todo el mundo. Sí, Kevin Shields, algún día deberás responder por tus pecados, pero si de alguien es la culpa en el aquí y el ahora, es de Deafheaven y su sobreexpuesto segundo trabajo, “Sunbather” (2013).

El Karma es ineludible, y la tarea es ardua para los de San Francisco. Todo un reto impuesto por ellos mismos, superar un disco como “Sunbather” es equivalente a lo difícil que debió ser para Deftones eclipsar “Around the Fur” con “White Pony”, o para The Smashing Pumpkins sobrepasar “Siamese Dream” con “Mellon Collie & the Infinite Sadness”. Y esos ejemplos no son muy lejanos al sentimiento que Deafheaven procura engendrar con sus composiciones, pues si como algo están sonando hoy en día, es precisamente como una mezcla de ambas bandas y con Gollum por vocalista. La psicodelia thrash de ‘Luna’, la emoción robusta de ‘Gifts for the Earth’, (con un final a lo 'Champagne Supernova') y los solos imperiosos de wah wah a la J Mascis en la mitad de ‘Baby Blue’, pueden parecer desleales para los ortodoxos, pero si tan sólo por un instante nos percatamos de que el blackgaze fue quien primero tomó algo que no le correspondía, nos daremos cuenta del ouroboros lógico al que nos enfrentamos.

Con diez minutos y dos canciones menos que “Sunbather”, Deafheaven han conseguido concentrar su talento en la dosis requerida para maximizar el efecto anímico. Es la ciencia de hacer pasar el oleaje eléctrico de las guitarras a través de un parlante, y a través de nuestros oídos, volver a convertirle en un torrente eléctrico a nivel neuronal. Ya sea mediante una estampida de sonido, como en ese huracán impasible llamado ‘Come Back’, o en la férrea ‘Brought to the Water’, con Kerry McCoy obsequiando un solo que haría gimotear al mismo Billy Corgan, lo que importa, al fin y al cabo, es conmover. Si de esto se trata hacer música para las masas, pues bienvenida sea. Este “New Bermuda” es un vórtex espacio-temporal para perderse y no querer regresar. Estimados Deafheaven, choquen esos cinco. Logro completado.





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