El quinto disco de Editors, “In Dream”, es también su segundo trabajo tras la salida de Chris Urbanowicz. Como tal, está propenso a la maldición de las secuelas, y si de spoilers se trata, el resultado no es esperanzador. Pero bien, Editors nunca fue una banda de tener las cosas muy claras.
Desde su debut, “The Back Room”, han transcurrido diez años, y en aquel entonces los de Birmingham ya ganaban detractores, a pesar de su dramático sonido, comparado con Interpol. Claro, el derecho a beber del legado de Joy Division, Echo & The Bunnymen y The Cure no es exclusivo sólo para bandas del Reino Unido. Tal vez como respuesta a las críticas, Editors buscó refugio en el gran Flood (Depeche Mode, New Order, Nitzer Ebb, Erasure, NIN) para el súbito salto digital de “In This Light And On This Evening” (2009), su tercera entrega.
Tras la salida de Urbanowicz, la banda optó por una nueva reinvención, esta vez no sólo sónica, sino también morfológica, reclutando al guitarrista Justin Lockey y el tecladista Elliott Williams para registrar “The Weight of Your Love”, completamente entregados al propósito de nuevamente ser una banda de rock. Pero no contentos con sonar como una mezcla de Arcade Fire y U2 era “The Unforgettable Fire”, esta vez decidieron producir bajo su propia responsabilidad el recién editado “In Dream”, con Alan Moulder en la mezcla (el monstruo tras el sonido de “The Downward Spiral” de NIN, y cuyos créditos incluyen “Loveless” de MBV, “Siamese Dream” de Smashing Pumpkins, y todo Jesus & Mary Chain).
Pero el sonido no lo es todo, y ni siquiera Moulder puede hacer brillar el espiral descendente de Editors, que engaña con falsas promesas desde el comienzo, con ese elegante cruce de Fever Ray y Peter Gabriel titulado ‘No Harm’, y recurriendo a la mismísima Rachel Goswell (de los reunidos Slowdive) en aquel tributo al minimalismo de “Seventeen Seconds” de The Cure llamado ‘The Law’. Junto a ellas, el cierre con ‘Marching Orders’, en su sobriedad épica, es un tercer faro en un mar negro y estéril. ‘Our Love’, con un insospechado falsetto de Smith, jugando a Bronski Beat por un instante, es un atribulado intento por retomar el nivel de su tercer álbum, al igual que la monótona ‘All the Kings’. “Para nosotros, es interesante sólo si tiene oscuridad”, dijo el líder recientemente. De tanto jugar a tentar a la oscuridad, han perdido la capacidad de ver el camino. Que alguien los despierte de este sueño, pues ya no hacen daño alguno.
Por Nuno Veloso.
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