domingo, 6 de diciembre de 2015

MATORRAL - GABRIEL

En “Remoto control”, su disco de 2013, Matorral celebró diez años desde el lanzamiento de su debut “Voces del rincón” (2003), adoptando una nueva estructura. Cadenasso y Planet, recibiendo a Ítalo Arauz y Antonio Del Favero, cerraron un camino de resonancias domesticando el formato canción, aquél que siempre pareció ser insuficiente y demasiado aislante para el empuje místico de la banda. 

Llevando el nombre del primer hijo de Gonzalo Planet, “Gabriel” es por sobre todo un nacimiento. Es el punto de arranque de una nueva década de vida, desde otro punto de referencia. En su portada, la Cordillera de Los Andes, con su morfología escabrosa, es una alegoría perfecta para la construcción de la placa, y la creación de cada una de las canciones que contiene, las cuales emergieron en el acto mismo de cortar y pegar las pistas, sin demos ni ensayos previos.

“Las formas aparecen, otro día en la montaña”, canta Cadenasso en ‘Permanecen’, excelente track cuya urdimbre recuerda el trabajo de Leo Quinteros en “1A” (2004), un disco con el cual es posible trazar muchas líneas sónicas en común. Es la agudeza del Radiohead de “Kid A” (2000), de Café Tacvba en el doble “Revés/Yo soy” (1999), y de R.E.M. en “Up” (1998), todos discos de grandes bandas alternativas que eligieron no conformarse con la definición que el público (ni ellos mismos) tenían de su propio trabajo. “Para yo poder ser, he de ser otro, salir fuera de mí, buscarme entre los otros”, es la moraleja de ‘Poder ser’, otro de los cortes destacados, escrito junto a Juan Mateo O’Brien.

Es difícil creer que, hace diez años, los riffs de Cadenasso infestaban de saturación canciones como ‘Formación’, pues hoy, con las cuerdas consagradas a la serenidad (‘Aire’), al parecer el instrumento en el cual el miembro fundador ha decidido insuflar su virtuosismo, es su voz. Cada vez más sutil y satinada, se deja acurrucar dócilmente por la rítmica ondulante cortesía de Arauz en ‘Secuencia’, o por el bajo contraído de Planet y el piano retórico en ‘Superándolo’, siendo este último track uno de los pináculos de la infalible producción, cortesía de Cadenasso y Del Favero.

Por cierto, no hace falta mencionar que la escalada en alta montaña es un deporte de alto riesgo no apto para cualquiera. La esplendorosa vista que es posible contemplar desde las alturas, sin embargo, irradia un empuje que tienta al alma a abandonar los miedos y limitaciones. Una vez arriba, el valle central, ahora distante, se ofrece como un espejo que contiene el pasado y el presente a la vez. En la inmensidad, hay gente que busca respuestas, y alza su voz entre las quebradas, y hay preguntas que merecen ser repetidas. Hoy, más que nunca, ¿conoce usted a Matorral?






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