A veces sucede que un disco crece con las pasadas y se queda en la memoria con la intensidad de un tatuaje. Pero también ocurre al revés. Al principio puede parecer genial y luego la efervescencia se desvanece, con la misma gracia de un champaña sin burbujas.
Ten Commandos es la última superbanda: el gurú Alain Johannes, el tándem rítmico de Soundgarden con Matt Cameron y Ben Shepherd, y Dimitri Coats de Burning brides y Off! Los orígenes se remiten a 2008 tras un concierto en memoria de Natasha Shneider, la fallecida esposa de Johannes. El disco fue compuesto en una semana, aunque solo fue grabado a mediados de 2014 por las agendas copadas de cada músico.
El primer single, 'Staring Down the Dust’, con la voz de Mark Lanegan, es toda una promesa. El tiempo de la batería contiene una cadencia exacta entre rock duro y hip hop gracias a los acentos característicos de Cameron, mientras el fraseo de bajo y guitarra evoca ligeramente los aires de Soundgarden en “Badmotorfinger” (1991) pero en cámara lenta, ambiente pastoso donde Lanegan cae parado, perfecto para encajar una interpretación con aires de terror. ‘War on the Peace’, con Johannes al micrófono, mantiene el nivel: rock stoner con vocación melódica, pero pronto comienza el descenso. ‘Outermost Sky’, con Cameron cantando, podría ser grandiosa si no fuera porque es prácticamente idéntica a ‘Limo Wreck’ de “Superunknown” (1994). 'Come' se enciende con un riff muy parecido a ‘The Last of the International Playboys’ de Morrissey, y luego se va al carajo por culpa de la recargada perfomance vocal de Nikka Costa, destemplada por completo.
‘You Might Forget’ recupera el nivel con Johannes cantando, pero porque el referente no falla: la faceta acústica con aromas exóticos de Led Zeppelin. El instrumental ‘Sketch 9’ con Peter Frampton en guitarra resulta engañoso, con más oficio que inspiración. ‘Sporthalle’ se inclina por el rock de garage y se deshace insípida. ‘Four on the Floor’ no logra escapar en el coro tras un riff de escasa dinámica. El último corte, ‘Invisibility’, se mueve en apenas dos ideas con potencial, pero finalmente cojas. Ten Commandos hace pensar que con tamaño equipo podría haber más química, pero lo único que finalmente reluce es que nadie probó nada nuevo. Cada integrante hizo su juego creyendo que el nombre y la firma eran más importantes que el contenido.
Por Marcelo Contreras.
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