Para cerrar "I Still Do", Eric Clapton canta un clásico de las despedidas, 'I'll Be Seeing You', adoptado por los militares estadounidenses y británicos de la Segunda Guerra, cuya versión definitiva fue grabada en 1944 por Billie Holiday.
Hace rato que Mano Lenta viene insinuando el adiós: la elección del cover, con todo su significado histórico, y el lugar que ocupa en la lista de tracks no son casualidades.
Es un desenlace apropiado para un disco más bien crepuscular, cuyo único pasaje de relativa agitación está al inicio en un blues cantinero, trasnochado y sinuoso, 'Alabama Woman Blues', original de Leroy Carr, conocido a fines de los años por un estilo relajado que el guitarrista homenajea como en su propia salsa. Pese a grabar mientras sufría incómodos problemas a la piel, la tónica de sus canciones sigue siendo la serenidad.
Nadie podría cuestionar la ética de trabajo de Clapton, tampoco su validez como intérprete (ahí es imposible atacarlo). Sin embargo, por mucha simpatía que merezca su figura y la música brillante que implica, "I Still Do" pasa fácilmente por aburrido y blandengue; su goce requiere una especial disposición a la calma, quizás asociada a la madurez que trae la edad. El inglés es un hombre de 71 años y suena como tal.
Si ésta es la despedida, al menos no hay tropiezos. Como se queda en el lugar de siempre, Clapton permanece cómodo y se mueve dentro de repertorio conocido: rescata canciones de Bob Dylan ('I Dreamed I Saw St. Augustine'), Robert Johnson ('Stones in My Passway') y JJ Cale ('Can't Let You Do It', 'Somebody's Knockin'), tres solistas a los que ha cubierto en ocasiones anteriores. Bajo el sol, nada nuevo salvo dos canciones inéditas: 'Spiral', un genérico rock de bar en el que improvisa una letra con una pizca de urgencia ("no sabes cuánto significa tener esta música dentro de mí"), y 'Catch the Blues', tan suave que es casi easy listening pese a hablar sobre "vivir en un mundo de pena".
El principal reclamo contra Clapton, al que sería absurdo pedirle vigor o innovación a estas alturas, está en lo amarrete que se ha vuelto. Nadie exige solos cada tres minutos, pero sí algo más de la versatilidad que sabemos que está guardándose. Que éste sea el mismo tipo que tocaba 'Layla' en Derek and the Dominos y 'Tears in Heaven' en el acústico para MTV resulta un poco desalentador, al igual que ver a Glyn Johns en la producción porque de "Slowhand" a "I Still Do" la caída es bastante profunda.
Dicen que George Harrison, en una grabación que habría dejado antes de morir, es el tal Angelo Mysterioso al que los créditos le adjudican la segunda voz en la melosa 'I Will Be There', una versión del cantautor de folk irlandés Paul Brady. Cuando Harrison colaboró con Cream, en 'Badge', usó prácticamente el mismo seudónimo: L'Angelo Mysterioso. Es una historia simpática, pero no deja de ser preocupante que lo más atractivo del disco esté fuera de sus canciones.
Por Andrés Panes.
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