domingo, 7 de agosto de 2016

RED HOT CHILI PEPPERS - THE GETAWAY

La última década no ha sido generosa con los Red Hot Chili Peppers. La salida del guitarrista John Frusciante en el 2009 dejó a la banda californiana en la inesperada posición de tener que demostrar su vigencia pese a tener 30 años de carrera y un legado que habla por sí solo. 

Lo que al comienzo parecía ser un desafío interesante tomó ciertos tintes de crisis con “I’m With You” (2011), el primer trabajo con Josh Klinghofer a cargo de las seis cuerdas, un disco que los hizo sonar de formas que habían evitado a lo largo de su carrera: Confundidos, olvidables, exhaustos. Es probable que Anthony Kiedis y el resto de la tropa haya entendido que, sí querían ser algo más que un “acto de grandes éxitos”, se necesitaba una actualización radical. Cinco años después, aquí está “The Getaway”.

La primera vez que habló sobre el álbum, por allá en el 2014, Flea lo describió como “introspectivo” y “bailable”, y el primero de esos adjetivos es particularmente clave en el resultado final. Esto es Red Hot Chili Peppers en modo “atardecer playero”: Meditativos, relajados, en modo “lounge”, con Flea y el batero Chad Smith subyugando su base rítmica para que empuje pero no interrumpa el flujo de las canciones. El tema titular rescata la herencia de pop californiano de Fleetwood Mac durante la era “Tango In The Night”, mientras que ‘Dark Necessities’ (el prometedor primer single) configura el funk-rock clásico de la banda de maneras más sutiles que de costumbre. Por su parte, canciones como ‘Encore’ y ‘Goodbye Angels’ encuentran al grupo entregado a su lado más subvalorado: la balada melodramática y sentida (en la línea de ‘Under the Bridge’, ‘Otherside’ y ‘Don’t Forget Me’, aunque obviamente menos efectivas). Por supuesto, Kiedis no se resiste a meter metáforas inentendibles sobre el sexo y California, pero eso está dado cuando le pones play a un disco de los Red Hot.

Buena parte de esta propuesta más madura de Red Hot Chili Peppers se podría atribuir al cambio de productor: Por primera vez desde 1989, la banda decidió trabajar con alguien que no fuera Rick Rubin. A cambio, Brian Burton (conocido popularmente como Danger Mouse y que en su currículum cuenta con discos de Gorillaz, Beck, U2 y los más recientes álbumes de The Black Keys) se hizo cargo de ese puesto, y su mano se siente en la implícita misión de “menos es más” que se repite a lo largo de “The Getaway”. Lamentablemente, esa misma visión enfocada puede hacer que sus 54 minutos de duración se sientan cada vez más repetitivos. Cuando canciones como ‘The Hunter’ o ‘Dreams of a Samurai ‘emplean los mismos trucos que ya escuchaste en otras cuatro ocasiones durante la última hora (cargarse fuerte a la atmósfera y melancolía), la nueva dirección de los Chili Peppers se vuelve cansadora. Después de todo, el grupo ya había apostado por un sonido similar en “By the Way” (2002), y en esa ocasión el resultado se escuchó mucho más colorido y variado, sin traicionar el mensaje central.

Quizás lo más curioso de todo es que, pese a esto, Kiedis y compañía suenan mucho menos convincentes en las canciones que intentan recrear viejas glorias. Temas como ‘Detroit’ o ‘This Ticonderoga’ parecen existir para agilizar las cosas, con riffs pesados y ritmos más frenéticos, pero terminan sonando incoherentes en un disco cuyo corazón está evidentemente en otro lado. La gran excepción es ‘Go Robot’, un encantador número funk que combina los impulsos más agitadores de “The Getaway” sin sentirse fuera de lugar.

De cualquier manera, el esfuerzo se agradece: Los Chili Peppers son una institución de estadios y ya no tendrían que andar probándole nada a nadie. Sin embargo, todavía se les escucha tratando de romper el molde. No podría describirse como un triunfo, pero “The Getaway” es un paso en la dirección correcta: En especial, Klinghoffer por fin suena cómodo como guitarrista del grupo (aceptando que lo suyo es algo mucho más atmosférico), las canciones son muy superiores al dubitativo “I’m With You” y los momentos más sólidos recuerdan que los Red Hot siempre han sido más versátiles y aventurados de lo que se les da crédito. Sólo esperar que, para la próxima, el enfoque venga acompañado de canciones con un poco más de pasión.



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