En compañía de Promise of the Real, la banda de los hijos de Willie Nelson, Neil Young renovó su vehemencia como artista en vivo durante la gira de "The Monsanto Years" (2015). Su rejuvenecida convicción inunda "Earth", un compilado de las actuaciones de ese tour, aunque no es un disco en vivo cualquiera.
Primero, hay un hilo que une a todas las canciones elegidas: letras que manifiestan preocupación por el cuidado del medio ambiente. De ahí su título, que en español significa "Tierra", y también la segunda peculiaridad: una postproducción que introduce sonidos de animales y de otros elementos de la naturaleza a la mezcla final.
La selección de temas, que abarca varios períodos de la carrera de Young, deja constancia de que, detrás de todos sus caprichos, siempre ha mantenido un discurso coherente sobre el bienestar del planeta. Es un asunto que el canadiense considera una prioridad en su vida incluso mayor que la música, a la que ha llamado "una conversación que ocurre mientras me preocupo de otras cosas".
A través de los efectos (mar, monos, viento, perros, pájaros, truenos) añadidos a las grabaciones originales, pretende enfatizar la universalidad de su mensaje, fallando con estrépito a veces. Conceptualmente, "Earth" trata de ser algo así como un concierto abierto a todos los seres vivientes sobre la faz del mundo. A veces, los retoques forman parte de la canción, como el graznido de cuervo al comienzo de 'My Country Home', aunque nunca quedan tan bien integrados como, digamos, el perro de 'El baile de los que sobran'. En otras ocasiones, la manipulación sonora sirve a un propósito, como pasa en 'People Want to Hear About Love', donde la voz se deforma a manos del Auto-Tune justo cuando Young se refiere a los alimentos transgénicos, en un pequeño gesto que compara al pop con la comida genéticamente modificada.
Para seguidores ocasionales, nada debiese ser más reconocible que 'After the Gold Rush', cuya letra se actualiza para hablar del siglo 21 en vez de los setentas. En tanto, los iniciados valorarán la aparición de 'Vampire Blues', rescatada luego de 40 años sin figurar en ningún concierto. Sorprendentemente, 'Wolf Moon' es un highlight, como en realidad todas las canciones de "The Monsanto Years", tan rendidoras en vivo como insípidas en estudio. Lo mejor de "Earth" asoma entre la media hora que dura 'Love and Only Love', un deleite de minutaje barroco que esconde por ahí un guiño a 'Shine On You Crazy Diamond', otra pieza épica, y el solo de guitarra de la arrojada 'Seed Justice', que repite con insistencia el mantra "no me voy a rendir", prácticamente un recordatorio de por qué J Mascis ama tanto a Neil Young. Eso sí, como la mayor parte de su obra reciente, este disco no pasa de ser una curiosidad.
Por Andrés Panes.
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