miércoles, 19 de octubre de 2016

LA PERVERSA MENTE DE LOS ASESINOS DE LUCÍA PÉREZ

El caso de Lucía Pérez no deja de conmover e impactar a una sociedad que pide a gritos mayores medidas de seguridad para las mujeres, sobre todo en adolescentes o menores de edad. La semana pasada, la joven de 16 años fue drogada, violada, torturada, empalada y asesinada en una casa ubicada en Racedo 4825. Los abusos y la brutalidad del acto le provocaron un ataque al corazón.

Por el caso fueron detenidos tres hombres: Matías Farías (23), Juan Pablo Offidani (41) -hijo de un conocido escribano de la ciudad- y Alejandro Maciel, quien tiene 61 años y se lo considera cómplice. De esta manera, la fiscal María Isabel Sánchez deberá investigar cómo piensan estos tres hombres y qué los motivó a provocar semejante acto.

En ese marco, el Dr. Enrique De Rosa, quien definió el perfil de los asesinos y los diferenció de un psicópata. “Yo no usaría la palabra psicópata, sino que los definiría como sujetos perversos que gozan con el dolor y la destrucción del otro. Que el fin no es tener sexo, sino que lo es el sometimiento de la víctima”, explicó.


Dr. Enrique de Rosa, un análisis demoledor


“Cuanto más vulnerable es la víctima, el sujeto perverso genera más sadismo. El fin acá no es el sexo, sino que lo es el sometimiento y el sadismo. Por eso lo del empalamiento. La víctima es un objeto de descargas perversas, sádicas. Estos tipos son seres perversos, no hay ninguna norma externa que ellos mismo entiendan que los limite”, reconoció el psiquiatra.


Juan Pablo Offidani, uno de los acusados


El sábado 8 de octubre, Lucía Pérez falleció en Mar del Plata, en la sala sanitaria del barrio Playa Serena. La fiscal de la causa, María Isabel Sánchez, denunció que la joven fue sometida a "una agresión sexual inhumana" y que su muerte se produjo por un "excesivo dolor" que le produjo un paro cardíaco, luego de un atroz "empalamiento" por vía anal.

A partir de esto, el Dr. De Rosa se refirió al modus operandi de estos tres hombres y aseguró que estos actos “son mucho más complejos” que otros asesinatos. “Estas personas participan de fiestas con menores, con chicas vulnerables, que ellos consideran presas fáciles, las cuales no tienen capacidades de defensa”, detalló el especialista.

En ese sentido, aclaró que “hay un tema en Mar del Plata que refiere al incremento de consumo de drogas y marginalidad de chicos y adolescentes que no están insertados en actividades sociales” y agregó: “Al no ver una norma externa o un freno externo, todas las fantasías internas que tienen, liberadas con otro desinhibidor que es la droga, provocan un coctel explosivo”.


La joven era aficionada al arte


“Si yo tengo un núcleo perverso, una persona vulnerable, tengo todas las facilidades, no tengo un freno social ni químico, en alguna medida todo puedo pasar”, relató el Dr. De Rosa. Según la fiscal, Lucía había sido drogada previamente con cocaína, de manera tal que luego no estuviera en condiciones de defenderse ni mucho menos evitar el brutal final.

“Esto no es una enfermedad. La perversión es una estructura de la personalidad. El psicópata es un gran paraguas que envuelve a cualquier sujeto que tiene un desprecio por el otro, pero estos tipos son perversos. Son aquellos que consiguen el goce de una forma que no es la convencional y son sádicos en la medida de que el goce es logrado por el sometimiento del otro”, puntualizó.

Por último, y a la hora de revelar cuáles son las claves o para definir o, de alguna manera, entender el accionar de esta clase de personas, De Rosa fue muy claro: “Son sujetos que planifican, que dejan a la chica en la sala de guardia. No lo hacen por cuestiones de bondad, sino para cubrirse ellos. No hay otra forma que no sigan haciéndolo que no sea el freno social”.


María Isabel Sánchez, la fiscal de la causa


De esta manera, el especialista reconoció que “no hay ningún límite que los contenga ¿Cuáles son esos límites? Algunos internos, como los insultos por un tema de educación, otro es el tema de las drogas y la última es la ausencia del marco donde el sujeto cree que es impune”.

Lucía tenía 16 años, cursaba el quinto año en la Escuela Media N° 3 de Juan B. Justo al 600, le gustaban los animales y era aficionada al arte.


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