Unos desconocidos The Doors eran la banda de la casa en el Whisky a Go Go, donde Jac Holzman, el fundador del sello Elektra, quedó encantado con ellos después de verlos en vivo y les ofreció el contrato discográfico que los lanzaría a la fama.
Pero los Doors no debutaron en ese mítico local californiano, sino que se foguearon a pocas cuadras de ahí, en un sucucho más rancio y nada glamoroso llamado London Fog, donde fueron vistos por el encargado del booking en el Whisky a Go Go, Ronnie Haran-Mellen, quien decidió llevárselos a su club. En mayo de 1966, cuando aún faltaban meses para los golpes de suerte que vendrían, Jim Morrison convenció a una compañera de universidad, Nettie Peña, que estudiaba cine con él en UCLA, de que grabara a su banda tocando en el London Fog.
Ese registro, el más antiguo que existe de los Doors, hoy se llama “London Fog 1966” y está disponible en la forma de un disco en vivo, con la captura amateur de audio embellecida por Bruce Botnick, el ingeniero de sonido y productor con el que la banda trabajó en casi todos sus álbumes de estudio. La labor de Botnick consistió en pulir la toma original sin intervenirla en demasía; de hecho, es posible escuchar la conversación del público, a ratos indiferente con los encargados de musicalizar su velada. Por lo demás, la banda aprovechaba para, básicamente, ensayar frente a una audiencia. Los Doors se compenetraban a punta de covers, principalmente de blues, y en la pasada afinaban detalles de repertorio propio que no grabarían hasta años después ('Strange Days', 'You Make Me Real').
Durante el show, la figura del Rey Lagarto va tomando forma. Ahora lo acusarían de apropiación cultural porque se definió como cantante tratando de emular a músicos negros como John Lee Hooker, Little Richard, Muddy Waters, Wilson Pickett o Big Joe Williams. Dentro de la precariedad típica de los comienzos de un nuevo grupo, el carisma de Morrison asomaba como un comodín, el complemento ideal para esos mateos que eran Robby Kriger, Ray Manzarek y John Densmore, un trío instrumental ya consumado pese a la poca experiencia.
Dicen que uno tiene que bailar como si nadie lo estuviese mirando, y ellos tocaban como si nadie los estuviese escuchando, algo que tampoco andaba muy lejos de su realidad en ese momento. En estricto rigor, “London Fog 1966” es un show incompleto porque Peña grabó una segunda cinta, cuyo paradero se desconoce, que contiene el remate con 'The End'. Sin embargo, el foco de este lanzamiento póstumo, más que responder a un afán completista, es ofrecer un pedacito de la experiencia que se vivía hace medio siglo. La edición física de “London Fog 1966” incluye, entre otros bonus, un posavasos del London Fog, el setlist escrito a mano por John Densmore y un afiche del concierto.
Por Andrés Panes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario