viernes, 16 de febrero de 2018

NEIL YOUNG + PROMISE OF THE REAL - THE VISITOR

Perfectamente ubicada al inicio del disco, 'Already Great' nos dice de inmediato lo que necesitamos saber sobre "The Visitor", el segundo encuentro en el estudio de Neil Young con su joven banda de apoyo, Promise of the Real, que también lo acompaña en vivo. "Soy canadiense por cierto / y amo a los Estados Unidos / Amo esta forma de vivir / la libertad de actuar / y la libertad de decir"

La letra de 'Already Great' es una respuesta a la campaña de Donald Trump y su slogan "Make America Great Again". Para Young, América ya es grandiosa y su nuevo presidente es un imbécil. En 'Almost Always', Trump es caracterizado como un anfitrión de un programa de concursos que necesita jactarse y alardear, una idea que podría haber sido expresada con sorna, pero que en la voz de Young suena dolorosa. 

Nos encontramos, entonces, ante un nuevo manifiesto político del esencial cantautor, quien, además de lanzarle dardos untados en veneno al nefasto líder estadounidense, a sus 72 años todavía sintoniza con los cambios sociales que están ocurriendo y que están por venir. Por ejemplo, aboga por los derechos femeninos en 'Stand Tall', un llamado a la movilización ciudadana, igual que 'Children of Destiny'. En ambas, busca evocar la épica de Roger Waters llamándonos a permanecer de pie juntos para no caernos divididos, así como la de Bob Marley invitándonos a estar levantados para defender nuestros derechos. 

Ya lo hemos dicho antes: pese a su fama de cascarrabias, el viejo Neil tiene centro cremoso. Es un hippie que aún tiene fe en la humanidad y fantasea empedernidamente con un futuro mejor para el planeta y sus habitantes. Lo deja ver cuando manifiesta su confianza en la sabiduría popular ("habla con la gente / ellos saben la verdad") durante 'Change of Heart', llena de idealistas divagaciones. "The Visitor" cuenta con instancias vulnerables en las que deja claro que le duele el mundo, otros en los que se vale de bronces para graficar que la resistencia es una epopeya, pasajes con estructuras cercanas a la marcha, moralismo a raudales. Y no podría ser más característico de Neil Young ni aunque él mismo se lo hubiese propuesto. Es un disco que ningún otro músico podría haber hecho, suyo hasta la médula, incluso en sus defectos, como ese par de insustanciales ejercicios de blues, 'Diggin' a Hole' y 'When Bad Got Good', sintomáticos de la falta de edición que a estas alturas ya es un rasgo de su profuso catálogo reciente. 

Como todo álbum del veterano genio, también tiene minutos que proporcionan placer por su calidad y que abren puertas que sería interesante atravesar. Coronada por la corrosión de una guitarra cáustica, 'Fly by Night' muestra lo bien que le sale el spoken word furioso cuando adopta un gruñón estilo asociable al de Mark E. Smith de The Fall o Jason Williamson de Sleaford Mods. En tanto, 'Carnival' funciona como una vitrina para los dotes de Promise of the Real, capaces de sacar adelante un tema extenso y circular de atmósfera latina, con especial cariño en el trabajo de las percusiones y suficiente sabor como para hacer pensar que en cualquier momento entrará Santana. Nunca se sabe con qué saldrá próximamente Neil Young, aunque "The Visitor" establece con claridad cuál es su posición en el escenario actual. Son tiempos difíciles, pero un soñador como él nunca se rinde. 



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