domingo, 18 de febrero de 2018

¿POR QUÉ SON TAN FRECUENTES LAS MASACRES EN EE.UU?

EE.UU. buscaba explicaciones al tiroteo en una escuela secundaria en Florida que dejó 17 muertos, en una nueva masacre en un centro educativo que conmueve al país, mientras el presidente Donald Trump evita mencionar el polémico tema del acceso a las armas y culpa a los problemas mentales del hecho.

En un discurso a la nación, atónito luego del tiroteo número 18 en lo que va del año en una escuela, el mandatario llamó a la unidad e invocó el amor ante el odio, pero no dijo nada sobre el control de la tenencia de armas. En cambio prometió poner énfasis en la atención de la salud mental después de que un adolescente, Nikolas Cruz, ‘perturbado’ con una obsesión por las armas de fuego, abrió fuego contra estudiantes y adultos de la escuela Marjory Stoneman Douglas en Parkland, a 80 km de Miami.

Cruz, de 19 años, es un exalumno de la escuela y ayer fue inculpado de 17 cargos de homicidio premeditado.

“En Estados Unidos hay un nivel muy alto de enajenación, que está en relación con la explotación laboral y con la falta de perspectivas para el cambio social. Todo esto en un marco donde el individualismo está muy exacerbado y las frustraciones se dirigen al que tenés al lado”, comentó a INFOnews Pablo Pozzi, profesor en la cátedra de historia norteamericana de la UBA.

Pareciera ser una tendencia cíclica, sintomática y constante: periódicamente los titulares de los medios se inundan con algún dramático episodio de asesinatos masivos en Estados Unidos. Por lo general, los protagonistas son jóvenes y la accesibilidad para portar armas se coloca en el ojo de la tormenta. ¿Qué sucede en la sociedad norteamericana para que este tipo de masacres sean tan usuales?

En un intento por tratar de descifrar qué sucede en el mapa social de EE.UU., Pozzi, que además vivió por más de quince años en el país del norte agregó: “Allá si sos joven no tenés contención, y si sos pobre no tenés salida. No hay forma de resolver los problemas. Eso, sumado a la fascinación por las armas, a la bronca por los extranjeros y al racismo imperante, da como resultado toda esta serie de masacres que se han ido sucediendo".  

Echando mano a su propia experiencia durante sus años como ciudadano norteamericano, Pozzi recordó que fue testigo de un nivel de violencia muy grande, donde los ataques de pandillas, los delitos contra la integridad de la mujer y los asesinatos premeditados eran frecuentes. “Puedo asegurar que lo que muestra el cine es mucho más liviano de lo que sucede en la realidad”, comentó el docente.


Pasión por las armas


“En EE.UU. hay una tendencia a cultivar la pasión por las armas. Es una cuestión de su cultura; en Argentina no es tan simple acceder a la posesión de armas de fuego”, comentó a este medio la Licenciada en Sociología Lucrecia Arzeguet.

“No es cierto que tengan que estar armados por los niveles de violencia, y quizá allí esté la cuestión: la necesidad de cuidarse probablemente sea excesiva, sumada al apego a las leyes y al control social, que es muy fuerte. Aunque no parezca ellos tienen mayor presión social que nosotros”, y todas esas variables conjugadas podrían dar como resultado episodios como el que hoy figura en todos los medios del mundo; analizó Arzeguet. 

En el complejo intento de entender qué es lo que sucede en la sociedad norteamericana, Arzeguet, agregó otro elemento: una vez que se cometen estas masacres y se comienza a analizar el perfil del asesino, generalmente, se determina que son personas que han tenido dificultades para insertarse en sus grupos de referencia. Por ejemplo, jóvenes que fueron burlados en la escuela, personas con problemas familiares o que se han desempeñado en contextos laborales que les son adversos. 

“Para matar tienes que odiar, y ese odio puede haberse generado tras años de soportar malos tratos y discriminación”, analizó la socióloga que además es docente en la Univeridad del Este. ¿Qué pasa con los protagonistas de estas masacres una vez cometido lo peor? “En Estados Unidos o los matan o se suicidan”, recuerda Arzeguet, dejando entrever que nada se hace en materia de políticas públicas para prevenir este tipo de episodios.


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